
España es el único gran país del euro que ha reducido sus niveles de inversión en innovación desde el estallido de la crisis económica de 2008, tanto en el sector público como en el privado, tal y como informó este jueves el Banco de España en el informe Evolución reciente, perspectivas y retos para la eurozona en un entorno global cambiante elaborado por su director general de Economía y Estadística, Oscar Arce. Ello, implica de facto una desviación en el rumbo adoptado por el restos de vecinos europeos, que apuestan cada vez más por el desarrollo innovador de sus tejidos empresariales ante el surgimiento de nuevos modelos productivos.
De hecho, el supervisor bancario extiende el reto al resto de países del euro que, a su vez, también reflejan menores esfuerzos económicos en este ámbito que otras regiones de referencia como Japón o Estados Unidos. "Europa sigue alejada de sus competidores tanto en gasto en innovación como en emprendimeinto", apunta el documento del supervisor señalando que la fragmentación de los mercados en la UE a cuenta de los requisitos legales, normativos y diversas fiscalidades suponen una barrera para el crecimiento de las empresas, y apuntando que la financiación bancaria predominante en la UE "no siempre es la más adecuada para financiar las actividades de más riesgo", como es el caso de estos proyectos empresariales de I+D.
En este sentido, por el lado del sector privado español se aprecia una reducción del capital destinado para innovación y desarrollo entre los años 2007 y 2017, hasta situarse esta en el entorno del 0,5% del PIB. Misma tendencia que la registrada en el sector público con una merma que sitúa el capital desviado a estas actividad en el entorno del 0,2% del PIB.
A contracorriente
Sin embargo, lo llamativo de los datos ofrecidos por el Banco de España no es el reducido nivel de inversiones en este ámbito que registran la mayoría de las principales potencias del euro o la escueta merma que experimenta España en la última década sino que, por contra, el resto de grandes potencia del Viejo Continente han emprendido un camino totalmente contrario incrementando la inversión de innovación.
El caso más llamativo es el de Alemania que en los últimos diez años ha incrementado este tipo de inversiones hasta el 2,1% del PIB por el lado de las empresas mientras que el Gobierno de Angela Merkel ha hecho lo propio, en menor medida, hasta situar el esfuerzo de las arcas públicas en el desarrollo de la industria en el 0,4% del PIB. Ello, implica de entrada que el país germano destine cuatro veces más dinero que España a estos menesteres.
En el caso de Italia, mientras que los empresarios han elevado sus inversiones en I+D hasta acumular el 0,8% del PIB, los organismo públicos han hecho lo propio hasta elevar sus presupuesto para innovación al 0,18%. En el único caso, a parte del español, en el que se ha caído la partida de I+D es el del Gobierno de Francia que ha situado estas inversiones en el entorno del 0,28% del PIB, si bien en el caso del sector privado -el mayor acicate para el desarrollo de la innovación- aumenta esfuerzos hasta acumular el 1,5% del PIB, tres veces más que en el caso de España.
Del mismo modo, España también se queda rezagada respecto a la media de los países de la Unión Europea y de la eurozona. Concretamente, en ambos casos se encuentra este nivel de inversión por parte de las empresas en el 1,5% del PIB, también tres veces superior que en el caso de España. Ya en el apartado de lo público, este nivel se sitúa en el 0,22% del PIB de media ente los miembros del club de los 28 y en el 0,28% atendiendo al los 19 países del euro.
La eurozona, en el vagón de cola
Sin embargo, tal y como advierte el supervisor en la nota enviada este jueves, este déficit de inversión no se refleja solo en la economía española sino que en toda Europa existe un decalaje de inversiones respecto a otros focos como Estados Unidos, cuyo presupuesto desde el ámbito público alcanza casi el 0,3% del PIB, al tiempo que son las compañías las que elevan este esfuerzo hasta un volumen equivalente al 2% del PIB.
Misma experiencia se vislumbra en Corea del Sur, donde en los últimos diez años la inversión de las empresas se ha incrementado exponencialmente hasta rozar el 4% del PIB, mientras que el Gobierno ha hecho lo propio hasta destinar casi el 0,5% del PIB el pasado 2017, siendo la administración pública que más esfuerzos realiza al respecto de entre los países analizados. En Japón, otro estandarte en la materia, también sostiene sus niveles de inversión sobre todo por el lado de la empresa privada, que acumula inversiones por valor del 2,5% del PIB, acompañado por el 0,25% adicional que asume la administración.