
Los altercados violentos de la última semana, con el domingo como la primera noche sin incidentes, han afectado significativamente a los comercios y restaurantes de las cuatro capitales catalanas, que se han visto perjudicados por el vandalismo y por la pérdida de clientes, ahuyentados por la sensación de inseguridad.
En el caso de Barcelona, donde se han producido los enfrentamientos más graves, los establecimientos del centro de la ciudad calculan que han perdido entre el 30 y el 60% del negocio. Según datos de la asociación de ejes comerciales y turísticos Barcelona Oberta, el impacto ha sido de entre el 30 y el 50% de la actividad, ya sea por daños, por menor afluencia de público -también provocada por las movilizaciones masivas, aunque no hayan sido violentas- o por tener que cerrar antes por el miedo a destrozos ante protestas -el sábado hubo hasta pillaje-.
El Gremio de Restauración de Barcelona estima una caída de la facturación de hasta el 60% en las áreas en las que se ha concentrado la conflictividad. El primer balance es de más de 70 terrazas destruidas y unas pérdidas globales de dos millones de euros.
Detener la violencia
El Círculo de Economía defendió ayer que la prioridad es "detener la violencia". Emplazó a las instituciones autonómicas y locales a trabajar de manera coordinada paradesterrar los actos violentos: "No centrarse en esto sería una grave irresponsabilidad, impropia de una democracia liberal europea".
"La violencia imposibilita poder compartir una mesa de negociación. No es el problema de unas elecciones ni de un gobierno"
"La violencia imposibilita poder compartir una mesa de negociación. No es el problema de unas elecciones ni de un gobierno. Nos estamos jugando el futuro de una generación", expuso la entidad en un comunicado el mismo día en que patronales y sindicatos catalanes insistieron en su petición de diálogo entre el Gobierno central y la Generalitat.