
El segundo semestre de la economía española está atenuando las expectativas que para este año había para las finanzas del país. El mayor impacto de la ralentización del crecimiento del PIB y del empleo sumado a la nueva metodología que con la que el Instituto Nacional de Estadística (INE) obligan al Gobierno a revisar sus pronósticos para la economía nacional, y se da por hecho que a la baja. Según fuentes expertas de diferentes think tanks e incluso del Gobierno, consultadas por elEconomista, el PIB no crecerá más allá del 1,9 por ciento, tres décimas menos que el pronóstico oficial de Moncloa, y será inviable cumplir el déficit del 2 por ciento que se prometió a la Comisión Europea.
En el caso del PIB, los problemas vienen tanto por la propia desaceleración económica y los estragos que está provocando la inestabilidad por la guerra comercial que están librando los Estados Unidos de Donald Trump contra el mundo, con especial impacto en la Unión Europea, cuyos mercados están especialmente sensibles ante el advenimiento de un Brexit duro. En este contexto, Toni Roldán, exportavoz económico de Ciudadanos y director del director del nuevo Centro de política económica que ha puesto en marcha la Escuela Superior de Administración y Dirección de Empresas (Esade), considera que la economía española se va a quedar en un crecimiento de, como mucho, el 1,9 por ciento.
"Tenemos un grave problema de crecimiento de la productividad. Sin abordarlo, no vamos a ninguna parte", precisó ayer durante su estreno en la escuela de negocios, al tiempo que alertó de que "no vamos a cumplir el objetivo de déficit. Estamos muy mal preparados si se acerca una recesión".
Una meta inalcanzable
No es el único que expresa estas preocupaciones. María Jesús Fernández, economista sénior de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas), indica que tras la revisión del PIB ejecutada por el INE el objetivo en este año de alcanzar el 2,2 por ciento de crecimiento "es imposible, es inalcanzable, y la cifra de crecimiento para el año que viene también", por el efecto arrastre que va a sufrir el incremento por este fenómeno. Para ella, el pronóstico de crecimiento sería, "como mucho", del 2 por ciento.
La revisión de las cifras de PIB del INE, particularmente las del primer trimestre, es la principal causa de este cambio, pero Fernández no resta importancia a los indicadores, "que están apuntando a una desaceleración en la segunda mitad del año mayor de lo que pensábamos antes. Por ejemplo, los de actividad industrial van bastante mal" y a las incertidumbres internacionales se suma la situación de la economía alemana, "que no parece haber tocado fondo y que parece haber entrado otra vez en recesión.
El presidente de Freemarket, Lorenzo Bernaldo de Quirós, también pronostica que el PIB no crecerá más de un 1,9 por ciento, mientras que su colega Miguel Ángel Bernal, profesor del Instituto de Industrias Bursátiles (IEB), comparte esta apreciación. Y alerta de que si las circunstancias vienen mal dadas, "España podría comenzar a entrar en recesión en 2020".
¿Revisión a la baja?
Fuentes del Ministerio de Economía y Empresa subrayan también que la principal causa se hallaría en el INE, aunque la ministra en funciones Nadia Calviño no aclaró ayer, durante su comparecencia en rueda de prensa tras el Consejo de Ministros, si la revisión del cuadro macro que se enviará a Bruselas el 15 de octubre y que ya está siendo evaluada por la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) será a la baja. Sin embargo, fuentes cercanas a la cúpula del departamento matizan que, seguramente, el pronóstico de aumento del PIB que finalmente se incluya en el cuadro macro sea de entre 1,7 y el 1,9 por ciento, cerca de medio punto por debajo del vaticinio que tenía hasta ahora el Gobierno, del 2,2 por ciento.
En cambio, respecto al déficit público, Calviño no dejó lugar a la especulación: la economía "no presenta signos de vulnerabilidad como los que hicieron tener la larga y profunda recesión de la última crisis" y se mantiene la previsión de que se quede en un 2 por ciento.
Sin embargo, María Jesús Fernández considera "altamente improbable que se cumpla el objetivo. Hasta julio el déficit era mayor que en el mismo periodo del año pasado". Asegura que no hay efectos estacionales que expliquen este fenómeno y que no se podrá reducir lo suficiente antes de que termine 2019. "Lo más probable es que se quede en una cifra similar a la de 2018", año en el que el déficit público supuso un 2,6 por ciento del PIB. De hecho, en próximos días Funcas cambiará sus pronósticos a la luz de estas nuevas evidencias.
Respecto al déficit, Bernal coincide. Superará el techo prometido a la Comisión y alcanzará un 2,3 y 2,4 por ciento del PIB, lo cual puede provocarle a España "problemas con Bruselas", bajo su punto de vista, dado que este incremento supone, respecto a la cifra prevista, entre un 10 y 15 por ciento.
Y es que el incremento del gasto público de este año ha desequilibrado las arcas de la Administración, que ante la falta de presupuestos y la interinidad del Gobierno central no ha podido tomar medidas para mejorar su contenido.