
Las criptomonedas están de nuevo en boca de los inversores gracias a la apuesta de Facebook por lanzar su propio token, y el bitcoin ha reaccionado a las nuevas noticias sobre los planes de la red social acelerando su remontada. La principal criptodivisa ha superado este lunes los 9.000 dólares en las principales casas de cambio, en niveles que no tocaba desde mayo de 2018.
En el último año, la burbuja del bitcoin se había deshinchado con fuerza, desde los cerca de 20.000 dólares que tocó en diciembre de 2017 hasta los 3.800 de un año después. Pero en los últimos 45 días, la divisa se ha disparado un 70,39%, hasta superar de nuevo los 9.000 dólares, animada por el anuncio de que Facebook planea entrar en el sector.
El pasado 3 de mayo, en el anuncio de sus nuevos planes para la red social que dirige, Mark Zuckerberg anunció que apostaría por crear una nueva criptomoneda para entrar en el sector de los pagos digitales. "Creo que reforzando las interacciones privadas en torno a los pagos y fomentando el comercio y la interacción de las empresas de esa manera, vamos a construir herramientas para que la gente compre cosas directamente a través de la plataforma", aseguró. En las siguientes 24 horas, el bitcoin subió casi un 10%, y no ha dejado de ganar precio desde entonces.
Jack Dorsey, consejero delegado de Twitter, elogió al bitcoin y apostó por "una única moneda para internet".
El pasado viernes, The Wall Street Journal reveló que la moneda se llamará Libra y que cuenta con el apoyo de grandes compañías como Visa, MasterCard, PayPal o Uber, para minimizar su volatilidad. Sin embargo, los creyentes en las criptomonedas han decidido volver a apostar por la original, la única que hasta ahora ha logrado tener un impacto social fuera del reducido grupo de usuarios especializados.
Ese mismo día, Jack Dorsey, consejero delegado de Twitter y la plataforma de pagos Square, elogió al bitcoin y a sus aficionados en una entrevista con la revista Quartz y apostó por "una única moneda para internet". Los 'creyentes' vuelven a tener motivos para subirse al carro.