
La hoja de ruta energética de la Generalitat de Catalunya hasta 2050 requiere de la incorporación de generación eólica marina flotante para cumplir los objetivos de conseguir la neutralidad de emisiones contaminantes fijados por la Unión Europea para ese año, y las perspectivas del gobierno catalán son ambiciosas, ya que calcula que se requerirán 1.000MW de esta fuente energética renovable en la región para 2030, un tercio respecto a los 3GW que plantea el Gobierno para toda España en las mismas fechas. A su vez, la potencia prevista a nivel nacional es también relevante, ya que supone el 40% de la meta europea, que es de 7 GW.
Actualmente, todavía se debe desplegar la normativa española para hacerlo posible, que es de competencia estatal, pero ya se ha hecho público un proyecto interesado en la Costa Brava catalana, frente al golfo de Roses (Girona). Se trata del parque denominado Tramuntana -en honor al potente viento que sopla en la zona-, que propone una instalación de 500MW de potencia, si bien sus impulsores indican que la zona permitiría ubicar 1.000 MW.
En ese caso, se lograría la potencia que ambiciona el Govern para dentro de ocho años, mientras que para 2050 pretende más que triplicar la potencia instalada. Y las posibles ubicaciones no son tantas, dado que la disponibilidad de viento para ubicar instalaciones eólicas rentables se concentra al norte y al sur de la comunidad autónoma, con el añadido de que la desembocadura del Delta del Ebro es una zona protegida, lo que complica los trámites para minimizar el impacto ambiental.
El parque Tramuntana, impulsado por las ingenierías españolas Bluefloat Energy y Sener, es el único que ha mostrado hasta el momento interés por la eólica marina en Cataluña, según los datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, que en junio de 2021 ordenó una moratoria de solicitudes hasta que no se desarrolle la normativa del sector.
Hasta entonces, la Administración central había recibido peticiones de reserva de zona por más de 13 GW en toda España a través del canal habitual para la eólica terrestre, y tiene sobre la mesa 17 proyectos que han pedido el alcance de estudio de impacto ambiental, entre los que se incluye el parque Tramuntana.
Desarrollo normativo
El despliegue normativo para implantar la eólica marina en España requerirá entre dos y tres años, según los cálculos del Gobierno, ya que es el Ejecutivo central el que tiene las competencias para regular y autorizar los aerogeneradores marinos, dado que se deberán situar en aguas externas y los parques ubicados en el mar superan la potencia de 50MW, mientras que las competencias autonómicas están limitadas al litoral y a las instalaciones de menos de 50MW.
Un primer paso relevante llegará esta primavera con la aprobación de los planes de ordenación de espacio marítimo (POEM), que definirán las zonas en las que se podrán ubicar los parques, pero después debe salir adelante más legislación: la concreción normativa de la eólica marina -la actual es de 2007 y ha quedado desfasada-, la subasta de las zonas entre los interesados que presenten oferta formal, y la subasta de la retribución de la energía que generen estos parques marítimos.
Mientras tanto, solo se permiten instalaciones experimentales, con cuatro casos ya activos o en trámite: tres en Canarias y uno en Vizcaya (País Vasco). El parque Tramuntana, que ha ido modificando su propuesta inicial -todavía abierta a cambios- tras conversaciones con el territorio, también prevé un espacio experimental, formado por una prueba piloto de 50MW con tres aerogeneradores de 15MW y tres posiciones más para casos de demostración con molinos más pequeños y que cambiarían con el tiempo, ligados a los proyectos que los utilicen. Pero la ambición del parque Tramuntana es instalar después otros 30 aerogeneradores en explotación comercial para alcanzar los citados 500MW.
Carlos Martín, fundador y consejero delegado de Bluefloat Energy, ha explicado a elEconomista que están abiertos al "máximo diálogo y transparencia con el territorio y las administraciones y a ajustar el proyecto en la medida en que sea posible".
"Nuestra filosofía no es maximizar la inversión sino que el proyecto se pueda hacer", expone, siempre que sea rentable. En este sentido, señala que técnicamente sería más eficiente más cerca de la costa, pero lo han alejado para reducir el impacto visual y situarlo en una zona donde no afecta a la pesca local. También prevén soterrar todas las líneas eléctricas de evacuación de la energía generada, aunque es más caro.
Martín reivindica que para sustituir la energía de las nucleares por renovables hace falta combinar varias opciones, y la energía solar y la eólica marina se complementan muy bien por sus horarios de generación. Asimismo, incide en la vertiente experimental y en que la eólica offshore es una tendencia global: "No existe ningún espacio de demostración en el Mediterráneo como el que estamos planteando, y es un mar donde explotará la eólica marina en los próximos años".
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