Cataluña

Análisis: Un año de 'Govern' independentista desunido

  • Aragonès intenta rehacer la unidad con una conferencia tras una ronda de reuniones
El presidente catalán, Pere Aragonès, en un pleno del ‘Parlament’. Foto: Luis Moreno.

Este lunes se cumple un año de las primeras elecciones autonómicas catalanas en las que el independentismo ganó en votos, con un 52% del total, pero este triunfo en las urnas no ha mejorado la relación entre las formaciones favorables a la secesión, que encadenan desencuentros continuos, tanto sobre la estrategia rupturista como sobre políticas del día a día.

El triángulo formado por ERC, Junts y la CUP nunca ha funcionado como un tripartito debido a las diferencias ideológicas que los separan, pero unos y otros buscan los equilibrios imprescindibles para lograr el entendimiento en los momentos clave para conservar el poder.

La legislatura ya empezó con reproches cuando Pere Aragonès pactó con la CUP el apoyo a su investidura como presidente de la Generalitat sin tener en cuenta a Junts, que había quedado un escaño por detrás de los republicanos en los comicios regionales y era inevitable socio en el Govern.

Doce meses después, las relaciones entre los dos partidos al frente del Ejecutivo catalán siguen en horas bajas, mientras la CUP da por roto el acuerdo de investidura porque no constata avances en la hoja de ruta rupturista.

Ante las negativas de la CUP, Aragonès ha debido acudir de nuevo a En Comú Podem para sacar adelante los Presupuestos de 2022, como ya hizo en 2017 cuando estaba en la Conselleria de Economía. Y precisamente la formación morada ha sido la más beneficiada en este acuerdo, con el que obligó a ERC a apoyar las Cuentas de Ada Colau en el Ayuntamiento de Barcelona.

Si un extraterrestre de mentalidad lógica hubiese aterrizado en Cataluña el 14 de febrero de 2021, habría interpretado los resultados electorales abogando por una alianza entre PSC y ERC, teniendo en cuenta que los socialistas fueron la fuerza más votada y empataron a escaños con los republicanos, y que sumando a los Comuns podían lograr la mayoría absoluta en Cataluña y dar continuidad regional a las alianzas de investidura a nivel estatal. Pero en Cataluña hay una línea roja invisible que supera cualquier planteamiento lógico, y es la del sentimiento independentista, que ERC no podía traicionar porque su electorado no se lo perdonaría.

Pere Aragonès pronunciará hoy una conferencia solemne con motivo de este primer aniversario electoral, en la que prevé desglosar su propuesta para resolver el conflicto catalán y rehacer la unidad del independentismo -si es que alguna vez la hubo realmente-.

ERC ha optado por el pragmatismo, frente a la confrontación dialéctica de Junts

Hasta ahora, la amnistía y el derecho de autodeterminación a través de un referéndum pactado con el Estado son los mantras del president, que recuerda cada vez que tiene ocasión, y que insiste en reclamar de cara a la mesa de diálogo con el Gobierno central, en la que Junts no se sienta y cuya reunión prevista para principios de año no acaba de llegar por las largas que va dando el Ejecutivo de Pedro Sánchez.

Antes del discurso de esta tarde, Aragonès se ha reunido con los partidos y entidades favorables a la independencia -aunque la CUP le dio plantón en la primera cita en protesta por la detención de cuatro activistas por el derecho a la vivienda-, y también ha convocado esta semana al líder del PSC, Salvador Illa; y a la de los Comuns, Jéssica Albiach.

Hoy por hoy, todos ellos tienen reproches hacia ERC, ya sea por la falta de avances hacia la ruptura con España o por su persistencia en metas inconstitucionales. En todo caso, los republicanos han optado por la vía del pragmatismo en vez de la confrontación estéril -que pregona Junts solo de palabra-, tras lo aprendido a partir del referéndum ilegal de 2017.

Entre la sociedad civil, la ANC se ha mostrado especialmente crítica, y hasta convocó el sábado una concentración de protesta frente al Parlament para exigir "un cambio de estrategia en la mayoría del 52%". Su presidenta, Elisenda Paluzie, reprochó al Govern no tener un plan para hacer la independencia.

Por su parte, el presidente saliente de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, aboga por cambiar los liderazgos del independentismo para pasar página a las caras del 2017. Con todo, persiste en la defensa de la desobediencia ante lo que consideren injusto, como la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya que ha declarado firme el fallo del 25% de castellano en las aulas catalanas.

Vodevil en el 'Parlament'

En el ámbito político, el Parlament ha parecido estas últimas semanas el escenario de un vodevil de intrigas y equívocos, con casos como las licencias por edad que permitían a determinados funcionarios cobrar durante años sin trabajar, y que parece que solo Junts conocía, aunque las aprobó un presidente de la Cámara de ERC en 2008.

También requiere mención el acatamiento de la inhabilitación del diputado de la CUP Pau Juvillà, tras una retórica de Junts que llamaba a la desobediencia mientras a la vez la presidenta del Parlament y miembro de dicho partido, Laura Borràs, firmaba la retirada de su escaño, lo que acabará siendo clarificado por una investigación de la Cámara.

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Lo peor para los indepes son los indultos, que les recuerdan de quien dependen, y quien manda.

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