El futuro de los proveedores de Nissan en Barcelona es una de las incógnitas que rodean la marcha del fabricante japonés a finales de año, si bien la mayoría han ido buscando alternativas durante la larga agonía de la producción del gigante nipón, que actualmente está bajo mínimos. Con todo, no eran pocos los proveedores que en el pasado tenían una fuerte dependencia de Nissan, dada su elevada demanda, como era el caso de Manufactura Moderna de Metales (MMM), grupo empresarial de Molins de Rei (Barcelona) especializado en la fabricación de sistemas tubulares para la industria del automóvil.
En la crisis de 2008, MMM estuvo a punto de desaparecer, pero logró superar la liquidación gracias a los frutos de la internacionalización y a la diversificación hacia productos de mayor valor añadido, línea que ha mantenido desde entonces y que le ha permitido resistir a la pandemia y volver a crecer, según ha explicado a elEconomista su consejero delegado, Jordi Priu, tercera generación de esta empresa familiar que llegó a destinar un 70% de su producción a Nissan, mientras que ahora es el 7%. De todas formas, guarda buen recuerdo: "Nissan ha sido nuestra escuela, hemos crecido con ellos y aprendido mucho y nos ha dado mucho negocio".
Y prevén seguir trabajando con quien tome el relevo de Nissan en Barcelona, pero por el camino ha habido que adaptarse al cambio de los tiempos. "La crisis de 2008 nos cogió muy endeudados tras haber abierto en Rumanía nuestra primera fábrica en el extranjero. Acabábamos de hacer la inversión más grande de la historia de la empresa, con créditos, y de golpe los ingresos del grupo cayeron en picado. Con todo, nos posibilitó sumar mercados, como Europa del Este y Turquía, y clientes, como Volkswagen, Toyota, Dacia y Suzuki", recuerda Priu.
En 2013 abrieron planta en Rusia, de la mano de la apuesta de Renault-Nissan por ese mercado y, en 2020, en plena pandemia, empezaron a producir en México, que cubre el mercado local y también apunta a Estados Unidos y Brasil. Esta vez, la crisis de la pandemia les cogió preparados, aunque 2020 fue un año complicado. Venían de su récord histórico de facturación en 2018, con 62 millones de euros, y de 60 en 2019, mientras que en 2020 los ingresos se desplomaron un 30%, hasta los 43 millones.
Superaron los meses de paro de la industria con ayudas estatales, Ertes para la plantilla -de 680 trabajadores-, aplazamientos de pagos y la paralización de inversiones y gastos no vitales, y pidieron suministros con antelación para estar preparados para la reactivación, que por la escasez de microchips ha cambiado el paradigma de la industria del automóvil: "Antes era un sector muy predictivo, que trabajaba con meses de antelación, pero ahora los fabricantes modifican los planes de producción continuamente por la falta de chips y debemos adaptarnos".
Por ejemplo, el primer trimestre de este año 2021 fue el mejor de la historia para MMM por la elevada demanda de los fabricantes, pero en abril todo se frenó. "Antes de vacaciones nos decían que en el segundo semestre se recuperaría lo perdido. Al final, no solo no han aumentado producción sino que alguno ha reducido y reabierto la planta más tarde. Los volúmenes están un 15-20% por debajo de lo previsto por falta de suministros".
Pese esta situación, MMM espera facturar unos 52,5 millones este año, un 22% más que en 2020, y para 2022 tiene encargos por valor de 72 millones, aunque estima que finalmente se podrán materializar ingresos por unos 60, volviendo a los niveles de antes de la pandemia. Entre los pedidos para 2022 figura el primer encargo para BMW, así como siete proyectos para el grupo Volkswagen, con el que MMM ha reforzado relaciones comerciales gracias a la planta de México, que en 2022 prevé duplicar facturación. Actualmente, solamente alrededor del 15% de la facturación de MMM procede de España, y el 90% va para fabricantes, mientras que un 10% es para proveedores Tier2.
Nueva movilidad
El crecimiento de MMM no ha sido únicamente geográfico, sino de producto, con palancas como la compra en 2018 de la unidad productiva de una empresa que hacía tubos de aluminio, lo que les posicionó en el segmento de negocio de refrigeración, clave para los vehículos eléctricos y de hidrógeno. Y es que MMM tiene actualmente tres pilares de futuro: electrificación, hidrógeno (no solo para automoción, sino para más transportes y para generación de energía para edificios e industria) e impresión 3D en plástico y metal.
"Somos un proveedor Tier1 pequeño y de capital familiar, por lo que somos muy ágiles en la toma de decisiones", señala. Y ello se traduce en que MMM forma parte del Clúster del Ferrocarril de España, del Clúster de la Automoción de Cataluña, de asociaciones españolas y catalanas de desarrollo del hidrógeno como combustible verde, y participa en varios proyectos Next Generation.
"Cada vez es más importante colaborar con otras empresas, instituciones y universidades", afirma convencido Priu. Sin olvidar la innovación propia. MMM prevé invertir más de 14 millones de euros entre 2021 y 2025 en renovación de maquinaria y tecnología para avanzar en la industria 4.0.