Las luces, pero también las sombras, de la Ley Concursal, han protagonizado la primera mesa de debate del III Foro Empresarial: La nueva Ley Concursal, lecciones y aprendizajes de las grandes reestructuraciones, celebrado por elEconomista.es en el Hotel Intercontinental de Madrid en la mañana de este miércoles. Justo ahora se cumplen dos años de la reforma de esta ley, un periodo en el que unas 200 empresas se han acogido a ella, tal y como ha puesto de relieve Diego Comendador, presidente de la Asociación Profesional de Administradores Concursales, en su discurso de apertura del evento.
Una ley sobre la que todavía hay muchos aspectos a limar, tal y como han puesto de relieve los participantes en esta mesa, moderada por Joaquín Gómez, director adjunto de elEconomista.es. "Habría que intentar incrementar los consensos", ha remarcado Francisco García-Ginovart, managing director de Houlihan Lokey Spain Restructuring. "Esta ley, como necesita muy pocos consensos, es muy dinámica; cualquier clase pequeña puede liderar un plan. Esto provoca que se puedan crear soluciones pero, al mismo tiempo, se negocia mucho menos ahora que antes", ha señalado. "Quizá lo que tenga sentido es tener ciertos criterios de mayoría, pero sólo en la parte que está in the money", ha remarcado.
Otra idea que propone García-Ginovart es que, en casos flagrantes, exista una "vía exprés" que agilice el proceso. Finalmente, este experto se ha referido a las impugnaciones: en ocasiones, ha afirmado, "se impugna por deporte, con la filosofía de a ver si saco algo; es muy barato y fácil. Pienso que a la persona que impugna y pierde tiene que aplicársele un castigo", ya que estas alegaciones provocan que, durante un año o año y medio, las empresas se queden en una situación de incertidumbre, en la que muchas cuestiones se complican: "¿Quiero levantar financiación? No puedo, ¿quién me la va a dar si tengo un juicio abierto?", ha puesto como ejemplo. La Ley Concursal empuja a empresas y a acreedores a reestructuraciones sin consenso.
"Ahora mismo se impugna por todo", ha comentado Cristian Torras, socio responsable de Debt, Restructuring & Turnaround de Deloitte. "Creo que ahí hay algo que no funciona, y que nos daremos cuenta de que impugnar sin parar lo único que hace es aumentar la probabilidad de inviabilidad de la compañía". Torras también considera que otro tema que debería limarse en la ley es el de "qué perímetro entra y cuál no; o el de las mayorías y la proporcionalidad, ya que la ley no establece un porcentaje concreto de mayorías para arrastrar". Le preocupa mucho, además, el tema del dinero nuevo, "que es el que muchas veces garantiza que la compañía tenga viabilidad, y hay dudas respecto a si tiene voto o no en el plan de reestructuración".
"Otra cuestión es de dónde viene ese dinero nuevo, para evitar la pillería; ¿has puesto ese dinero hace unos minutos, hace dos años, o cuándo?", ha añadido Rafael Salido, responsable de Restructuring & Debt Advisory y socio de Norgestion.
El punto de vista de los inversores lo ha traído a la mesa Yaukuma Armbruster, Partner para Iberia de Quantum Capital Partners, que ve varias áreas de mejora para esta legislación, que en términos generales ve con muy buenos ojos: "La primera es el tratamiento de ese dinero nuevo; éste debería estar súper privilegiado, venga de quien venga, porque puede salvar a la compañía, y en la legislación actual solo tiene un privilegio el 50% del dinero nuevo, lo que me parece un error; creo que debería ser el 100%", ha lamentado. Armbruster tampoco está de acuerdo en que los acreedores públicos tengan preferencia; "en este tipo de casos, el dinero público no debería tener un tratamiento especial", ha reivindicado. En algunos casos, ha añadido, "podríamos entrar en la compañía si ésta no tuviese una mochila de 20 millones de una institución pública".
Perfil de empresa
¿Qué perfil de empresa está acudiendo a esta ley? "Por el tejido industrial que tenemos, creo que cuando esto haya rodado veremos que los que están aprovechando la Ley Concursal serán principalmente las pymes, pero por ahora probablemente sean las empresas de tamaño medio o grande, con más recursos", ha señalado Cristian Torras, de Deloitte. "Lo que me ha sorprendido", ha añadido, "ha sido que los concursos sigan disparados en comparación con los planes de reestructuración", algo que ha tildado de "preocupante".
Con Torras ha estado de acuerdo Rafael Salido, de Norgestion, que también considera que son más bien las empresas medianas, a partir de 10 millones de facturación, las que por ahora están aprovechando la nueva Ley Concursal: "Las pequeñas no llegan, no tienen suficientes recursos", ha afirmado.
Yaukuma Armbruster, de Quantum Capital Partners, ha afirmado que la nueva Ley "nos ha facilitado a los inversores una caja de herramientas muy completa, que nos permite actuar de forma rápida, anticipada y creativa, para salvar muchísimas empresas y que no se tengan que ver abocadas al concurso; considero que ha traído mucha competitividad al mundo de la inversión en general, pero también al tejido empresarial español". Por otro lado, a Armbruster le sorprende que "solo 200 compañías hayan hecho uso de esta legislación".
Por su parte, Francisco García-Ginovart, managing director de Houlihan Lokey Spain Restructuring, ha explicado que la ley funciona muy bien "en la mayoría de las situaciones de este tipo en España, es decir, en estructuras desordenadas, con bilaterales y con garantías no tan buenas, porque la alternativa, que consiste en ejecutar las garantías, no es buena".
El efecto de la bajada de tipos
Nos encontramos en pleno proceso de bajadas de los tipos de interés, algo que también impacta sobre estos procesos, al bajar el coste de financiación. En el pasado, ha señalado García-Ginovart, "las subidas de tipos incentivaron que las empresas fueran más hacia reestructuraciones". Ahora, aunque ese coste de financiarse esté bajando, "la bajada nunca va a llegar al punto en el que hemos estado, de intereses cercanos a cero, de modo que creo que habrá empresas que seguirán teniendo problemas en la estructura de capital", ha advertido.
"El comportamiento de los tipos de interés influye muchísimo" sobre el éxito o fracaso de las reestructuraciones, ha considerado Yaukuma Armbruster, de Quantum Capital Partners: "De hecho, nos parece siempre mucho mejor llevar a cabo una inversión de reestructuración en un contexto de bajada de tipos, porque tienes un viento de cola. Por eso los últimos dos años han sido años de muy escasas inversiones de inversores como nosotros en compañías en reestructuración, y probablemente ahora todos nos vamos a animar mucho más a realizar este tipo de inversiones".
"No nos engañemos: cuesta que las compañías se diagnostiquen bien, y que todos entiendan que hay un problema: tanto los accionistas como los directivos y los acreedores. Creo que el reto es que todo el mundo entienda que la responsabilidad de las compañías y acreedores es que la estructura de capital y deuda sea sostenible", ha añadido Cristian Torras, de Deloitte.
¿Cómo de fuertes salen?
Respecto a cómo salen las empresas de estos procesos, y si la nueva Ley ha sido una palanca para que salgan de ellos con estructuras de capital más eficientes, en opinión de Cristian Torras, socio responsable de Debt, Restructuring & Turnaround de Deloitte: "Un plan de reestructuración, respecto a una capitalización, a quitas, a esperas… permite que puedas plantear una estructura viable en el medio plazo". "Probablemente ninguno de nosotros estructuraríamos el capital y la deuda de la compañía si tuviéramos que hacer esa inversión y mantener ese negocio a continuidad de esa manera en que queda, seamos claros, lo que se intenta es, con la estructura que hay, hacer esa empresa viable en el corto o medio plazo". El problema que pueden tener las compañías es la financiación de los años posteriores a esa reestructuración, ya que tendrán un estigma a raíz de ese proceso, lo que va a complicar que les llegue la financiación tradicional.
Los financiadores alternativos tienen recursos más limitados que la banca tradicional, ha señalado Rafael Salido, responsable de Restructuring & Debt Advisory y socio de Norgestion. "Si no tienes de tu lado a la banca, los próximos dos, tres, incluso cinco años, hasta que la banca vuelva a confiar en ti, pueden ser complicados para la empresa".
"Sin duda, el espíritu de la ley es que las empresas salgan con una estructura de capital más limpia", ha apuntado Francisco García-Ginovart, managing director de Houlihan Lokey Spain Restructuring. "Pero ahí también entra la pillería española", que sería necesario atajar a través de una "vía exprés" para estas situaciones.
Desde el punto de vista de los inversores, "que la estructura de capital salga reforzada depende de muchos factores", hay que ir caso por caso, ha comentado Yaukuma Armbruster, Partner Iberia de Quantum Capital Partners. Armbruster ha tildado de "bendición" la creación de la figura del experto independiente, "porque son personas que aportan una visibilidad muy profesional y presentan un plan muy claro".
A los dos años de la reforma de la Ley Concursal, ¿ha servido para provocar un efecto anticipador y poder evitar que las empresas acaben en el tanatorio? "Ha servido para que se vea que existen instrumentos para intentar dar viabilidad a las compañías previamente al concurso, pero el tema de la anticipación no se está produciendo. Mi experiencia es que todas las comunicaciones se producen con el estado de insolvencia ya actual o inminente", ha opinado Cristian Torras, de Deloitte.
Rafael Salido, de Norgestión, ha lamentado que algunos instrumentos de financiación estén "muy encorsetados, como pueden ser el ICO, la SEPI y Fonrec. En muchos casos, empiezas a hablar de la reestructuración y no puedes pasar una determinada fecha de extensión porque te ponen fechas límite. ¿Solamente podemos hacer una reestructuración en tres o cuatro años de amortización? ¿Por qué no cinco, siete o 10 años?"; deberían "dar más flexibilidad en este sentido", porque tal y como está planteado "es inviable, al final la empresa termina muriendo; deberían dar más flexibilidad", ha advertido.