La reforma de la Ley Concursal está a punto de cumplir sus primeros dos años de vida. Entre las novedades que trajo la nueva norma destacan los planes de reestructuración para las compañías con hasta dos años de antelación con el objetivo de evitar la insolvencia o superarla y el nuevo procedimiento especial para micropymes, totalmente online. Pese a las novedades, los expertos en concursal señalan que la nueva legislación tiene más sombras que luces.
"Las empresas concursan tardes y muchas veces son reacias a los concursos. La ley en un tanatorio y no en un sanatorio como debería ser. La norma tiene muchas luces y sombras: no hay sido un fracaso total pero tampoco un éxito total como muchas veces nos quieren hacer creer", ha denunciado Diego Comendador, presidente de la Asociación Profesional de Administradores Concursales, durante la ponencia inaugural del III Foro Empresarial: La nueva ley Concursal, lecciones y aprendizajes de las grandes reestructuraciones organizado por elEconomista.es.
La ley concursal actual se divide en tres libros. El primero versa sobre los concursos de acreedores, el segundo sobre los pre concursos y el tercero sobre las normas de derecho internacional privado. Para Comendador, las principales sombras recaen en el primero y el tercer libro.
Estas sobras son las que explican las tasas que registra España en comparación con el resto de países de la Unión Europea, una cifra que pese a lo que puede parecer un principio no tiene porque ser positivo. "En España presumimos de que ser el país con menos concursos de Europa y efectivamente los índices de insolvencia por cada 10,000 compañías es el más bajo de los países de la Unión Europea. La media creo que está en unas 85 insolvencias por cada 10.000 compañías y en España tenemos 15. ¿Quiere decir esto que España es un país más potente y solvente? No, para nada. Lo que pasa es que en España las empresas por defecto concursan tarde por la forma de la ley", ha destacado Comendador.
También son bajas las cifras de planes de reestructuración que se han registrado en los apenas dos años que lleva la ley en marcha. "Es un buen instrumento, pero no está funcionando. Hay quien habla de unas 450 reestructuraciones en dos años, pero los jueces dicen que esto no es así, que como máximo hay unas 200. Es una cifra bajísima. No es un instrumento al que las empresas acudan, yo creo que es porque es poco conocido", detalló.
Para el presidente de la Asociación Profesional de Administradores Concursales los errores en la norma están derivando en patologías que "no son normales". Y es que tal y como está redactada la ley se producen situaciones muy complejas. "Una novedad es que los socios se pueden ver obligados a actos societarios. En Celsa los socios se quedaron la propiedad. Esto antes era impensable", ha apuntado.
Otra anomalía que permite la ley concursal es que una minoría arrastre a la mayoría, "como ha ocurrido con la papelera Vilaseca. Antes chocaba que un 9% arrastrara a un 80%. Otra situación es que los socios arrastran a los acreedores", ha detallado el presidente de la Asociación Profesional de Administradores Concursales.
Pese a estas anomalías, Comendador espera que las aguas "vuelvan a su cauce". "Creo que con el tiempo se generalizarán los planes de reestructuración y serán los acreedores y los pasivos importantes quienes aprueben los planes de reestructuraciones", ha finalizado el experto.
En una línea muy similar se ha pronunciado Gregorio Peña, presidente editor de Editorial Ecoprensa, quien ha asegurado que la Ley Concursal "no es buen instrumento". "Desde nuestra perspectiva, no vemos que la Ley Concursal sea un buen instrumento. Es el que hay. Y, sin duda, es mejor eso que nada. Hay que reconocer, eso sí, que al menos el legislador expresa cierta preocupación por la mejora de algunos procesos que pueden ayudar a convertirla en una herramienta eficaz", ha apuntado.
Para Peña, las principales sombras de la ley se debe principalmente al retraso en el tiempo que provoca. "Todo proceso de reestructuración tiene sus particularidades. Pero me atrevo a decir que en todas ellas el enemigo para lograr el éxito en la reestructuración es la dilación, la demora, el retraso en el tiempo", ha matizado.
"Además del coste del proceso concursal, desde la empresa tampoco se ve que la duración de los procesos concursales sea la adecuada. Esos retrasos creo que se producen por varias causas y una de ellas creo que es la enorme complejidad de la Ley y el exceso de procedimientos existentes en el seno del concurso", ha añadido el presidente editor de Editorial Ecoprensa.