Aunque inicialmente algunos cayeron en la tentación de calificar el crowdfunding como un modelo disruptivo, la realidad es que no es estrictamente así, al menos en cuanto a concepto. La inversión colaborativa, es decir, la unión económica de un grupo de personas para conseguir algo que de forma individual sería más difícil o imposible lleva presente en la sociedad mucho tiempo.
En la Edad Media nobles y altos clérigos financiaban conjuntamente las campañas bélicas para conquistar otros territorios y después se repartían el beneficio de la victoria. Los templos religiosos eran más grandiosos cuanto mayor era el número de beneficiarios que aportaban donaciones, la mayoría de las veces a cambio de capillas privadas, mausoleos, etc.
Hoy, la tecnología ha hecho que el crowdfunding alcance esferas diversas, mucho más cotidianas y, además, ha logrado algo que sí es novedoso: democratizar las inversiones. Hace posible que muchos pequeños ahorradores, a partir de cantidades de dinero reducidas, obtengan músculo financiero para acometer grandes proyectos y puedan beneficiarse de sus potenciales beneficios y rentabilidades. Así, estos inversores más modestos puedan acceder a lo que históricamente estaba solo reservado para los grandes capitales.
La financiación participativa supera la covid-19
Inversión en diferentes activos, préstamos, donaciones... Gracias a la financiación participativa, que es como formalmente se conoce el crowdfunding, es posible que salgan adelante proyectos culturales, acciones solidarias o que un inversor minorista pueda tener una cartera de inversión tan diversificada como un fondo de capital riesgo.
La financiación participativa, regulada en la gran mayoría de los países y con una evolución consolidada, escala posiciones en todo el mundo para codearse con otros modelos como el bancario. En España, el crowdfunding también emerge, tras superar la prueba de fuego que supuso 2020 y la pandemia y, poco a poco, deja a un lado su consideración de fuente financiera alternativa para rivalizar con los sistemas tradicionales.
Así lo refleja el informe anual Financiación participativa (crowdfunding) en España 2021, elaborado por Universo Crowdfunding, con la colaboración de la Universidad de la República (Montevideo) y la Universidad de Jaén. Esta investigación confirma que el retroceso general del sector en el año más azotado por la covid-19 fue coyuntural, y califica 2021 como "el año de la recuperación".
Bajo la premisa de la viabilidad y la profesionalización, y con decenas de plataformas operando, el crowdfunding en España cerró el ejercicio pasado dando muestras evidentes de consolidación: la progresión del sector refleja mejores cifras en volumen que en número de campañas en las que "plataformas, promotores e inversores de distinto tipo apuestan por validaciones más realistas respecto a la factibilidad de los proyectos y a los objetivos de recaudación".
Así, en 2021, la financiación participativa movió en nuestro país 219 millones de euros, un 31,2% más que el año anterior, situándose en la senda del crecimiento previo a 2020. Y todo esto sin tener en cuenta el mercado secundario (como el factoring), tal y como sí hacen otros países de nuestro entorno. En ese caso, la cifra se situaría próxima a los 500 millones de euros, asegura esta investigación, y estaría más acorde al nivel de desarrollo de nuestra economía.
Urbanitae confirma su liderazgo en el sector
El estudio revela asimismo que, por primera vez, el inmobiliario se erige como el principal motor del crowdfunding en España, desbancando a las plataformas de inversión y préstamos. Con un volumen de 65 millones de euros, es el que más crece -un 118% con respecto al año anterior- y representa el 29,3% del total de la recaudación.
Esta investigación destaca la posición que ocupa Urbanitae en el contexto global de la financiación participativa. No solo como la plataforma que más recaudó -más de 32 millones de euros-, sino también porque la cifra representa más de la mitad del negocio que mueve su segmento y en torno al 15% del volumen global del crowdfunding.
Tan solo tres años desde su lanzamiento, Urbanitae ostenta un claro liderazgo que no solo se mide en términos de volumen. Tanto la tipología de los proyectos de financiación como el perfil de los promotores inmobiliarios con los que trabaja la plataforma son el mejor exponente del camino hacia la madurez que está viviendo la financiación participativa en España, tal y como recoge el informe.
Aunque los pequeños proyectos pueden encontrar también su espacio en el crowdfunding, Urbanitae ha demostrado que este tipo de financiación es una opción solvente para operaciones de gran envergadura. Así lo confirma el éxito con el que en los últimos meses los pequeños y medianos inversores han cubierto proyectos con tickets de inversión de 4 y 5 millones de euros.
De hecho, la financiación participativa ya está presente en la agenda de la mayoría de los promotores inmobiliarios como un complemento a la financiación bancaria para aquellas fases de los desarrollos que esta no cubre. Inmobiliaria Espacio, Gestilar, Caledonian o Q21 son solo algunos ejemplos de que esta complementariedad puede ser muy positiva para el real estate español.
En definitiva, con 2021 quedan atrás las incertidumbres que en sus orígenes pudo suscitar el crowdfunding. También se ha superado la travesía de la covid-19 y logrado sortear unos costes de construcción disparados. Y, pese a un escenario no del todo favorable, la financiación participativa avanza en su consolidación. Si esta ha sido la evolución de los dos últimos años, ¿por qué no ser optimistas para 2022?
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