
Aunque con las encuestas dando por ganador al no en el referéndum italiano el mercado ya ha descontado un desenlace negativo en la votación de este domingo, los expertos creen que el sector bancario europeo no tiene mucho que ganar en la votación -la situación en el parqué ha mejorado notablemente, pero no se han despejado todas las dudas-. Sin embargo, las consecuencias de un nuevo shock político podrían ser mayores para las entidades del Viejo Continente. En HSBC advierten de que una victoria del no en la votación heriría al sector europeo y en Credit Suisse indican que "el referéndum pone a la banca en el punto de mira otra vez".
El sector bancario italiano es el eslabón más débil en Europa y un aumento de los problemas a la hora de recapitalizar a las firmas transalpinas -tienen pendientes ampliaciones por 20.000 millones y hay quien cree que podrían necesitar aún más- podría resultar fatal por el efecto contagio que ya se ha visto este año en casos como el de Deutsche Bank.
La importancia a la hora de seleccionar los bancos más sólidos se antoja fundamental y, en medio de la incertidumbre, Popular podría ser uno de los más perjudicados. Desde septiembre el sector se ha recuperado y solo cede un 17,5 por ciento en el año, frente al 67 por ciento que se deja Popular.
El mercado reaccionó de manera positiva a la decisión de elegir a Emilio Saracho como relevo de Ángel Ron al frente de la entidad, pero ni mucho menos ha eliminado la incertidumbre sobre la entidad. Los analistas creen que una de las principales necesidades de Popular es mejorar la visibilidad sobre la capacidad para cumplir con los objetivos marcados en su plan de ruta.
"Entendemos que la presión bajista sobre el valor debería remitir a corto plazo, en base a la expectativa de una mejora en el plan estratégico del banco o una ejecución más rápida del mismo y la reorganización completa de la entidad", señalan en Bankinter.
Por su parte, en Barclays consideran que "las discusiones sobre el cambio de directiva podría ser un catalizador positivo, impulsando las expectativas de cambios tanto orgánicos como inorgánicos".
Los problemas del banco
Aun así, el banco sigue en una posición muy débil. Entre las 25 mayores entidades de Europa continental es la tercera que ofrece un mayor descuento con respecto a su valor en libros -de casi el 70 por ciento, según los datos de FactSet-. Además de las complicaciones que afronta el sector en la región debido a los bajos tipos de interés, el banco tiene sus propios problemas. Su alta exposición al sector inmobiliario ha pesado sobre la cotización del banco y ha hecho que la entidad haya tenido que asumir mayores provisiones que supondrán acabar el año con pérdidas en torno a los 2.500 millones de euros.
Los analistas consideran que las medidas tomadas pueden no ser suficientes, pese a haber ampliado capital por 2.500 millones. En Morgan Stanley estiman que "para incrementar las coberturas hasta situarse en línea con los mejores de la clase, necesitaría provisiones adicionales de 2.500 millones de euros". Asimismo, en Barclays apuntan a que "la escala planeada de reducción de los préstamos dudosos podría ser demasiado ambiciosa, salvo que haya un tirón inmobiliario en España muy fuerte durante el próximo par de años, por lo que podría requerir de provisiones aún mayores". Estos problemas se reflejan en una cuenta de resultados realmente débil. El negocio principal de la entidad genera ganancias de unos 1.000 millones de euros anuales, pero los expertos solo esperan un beneficio neto de 470 millones el próximo ejercicio.
En esta situación, su rentabilidad sobre el capital (ROE) se situará el año que viene en el 3,5 por ciento, más de 4 puntos por debajo de la media de lo esperado para el sector y muy lejos del objetivo fijado por el banco, que espera una rentabilidad sobre el capital tangible superior al 9 por ciento en 2018. Todas estas circunstancias le valen una de las peores recomendaciones del sector, situándose entre la venta y el mantener. Con la debilidad mostrada por el banco, una derrota de Renzi que acabase con un periodo de mayor incertidumbre política -el gran temor del mercado con respecto al sector-, supondría un duro golpe para Popular, que esta semana tocó mínimos de 1990.
Dudas sobre la ruta a seguir
Durante la sesión del jueves, los títulos del banco rebotaron un 13,6 por ciento ante la huida de los inversores cortos -que, según los datos de la CNMV, han llegado a superar el 9 por ciento y que muchos sospechan que eran más elevados-, pero la alegría podría no ser prolongada. Fuentes financieras explican que una de las hojas de ruta del banco podría pasar por hacer una limpieza completa que incluyese el cierre de los negocios que no son rentables y paralelamente ampliar capital -posiblemente sin derecho de suscripción- para después realizar una operación corporativa, por lo que la incertidumbre seguiría siendo el principal protagonista en la cotización de la entidad.
"Honestamente, no sé qué pasará. Lo único que se puede aplicar es el sentido común: la directiva no logró cumplir y tiene sentido realizar un cambio, pero ahora entramos en un periodo de incertidumbre hasta que tengamos más claridad sobre la situación y la estrategia a seguir", explica un analista que prefiere no ser citado.