Banca y finanzas

Banco Popular, abocado a ampliar de nuevo capital y dar entrada a socios

  • El nuevo presidente tiene que acelerar la venta de 'activos tóxicos'
Foto de Reuters

Con la salida de Ángel Ron y la llegada de Emilio Saracho a la presidencia del Popular, el banco debe afrontar una etapa en que se cuestionará todos los objetivos marcados en la primavera de este año, cuando se anunció una ampliación de capital de 2.500 millones que debía aligerar la carga de activos improductivos del banco y devolver la rentabilidad pérdida.

El mercado, y así lo empezaban a señalar los bancos de inversión, exigían a la entidad una nueva ampliación, apenas cinco meses después de haber culminado con éxito la última, al tener serias dudas sobre la credibilidad del plan estratégico del Popular.

Éste marcaba que hasta 2018 se debe desprender de 15.000 millones de activos improductivos, de los 33.600 millones que tiene en balance. Sunrise, el proyecto de la inmobiliaria independiente, debe propiciar la salida de 6.000 millones, pero aún quedan otros 9.000 millones que deben desaparecer del banco en algo más de dos años. Ahí es donde la banca de inversión e, incluso, Standard & Poor's, que la semana pasada confirmaba su rating, tienen más dudas.

El banco sólo ha sido capaz de menguar el saldo de sus activos no rentables en 2015, y lo hizo en 1.400 millones, mientras ahora debe hacerlo en una media de 4.500 millones cada año. Además, la realización de Sunrise quitaría al banco capital, por lo que, en función de la estructura, Credit Suisse predecía que el Popular iba a presentar un déficit de capital de unos 2.100 millones.

La guerra abierta en el consejo, la toma de posiciones bajistas, el desplome de la acción, convencieron a Economía de que no hay otro camino que el de la fusión o la entrada de nuevos socios. Ésta es la tesis también de Antonio del Valle, cuya intención es aumentar su posición en el banco y que ya en verano pasado exploró una integración con el Sabadell.

Los minoritarios

Es muy poco factible pedir a los accionistas minoristas duramente castigados en los últimos cuatro años, tanto en dilución como en valor de sus acciones, que vuelvan a aportar fondos. Mucho más cuando el desplome de los títulos en bolsa obligarían a pedir un volumen de fondos muy cercano al de su capitalización.

Saracho, como máximo ejecutivo y experimentado banquero de inversión, deberá dirigir ahora una venta más acelerada de los activos improductivos. Para ello, se descuenta la nueva ampliación de capital, que subirá la participación del grupo de empresarios que lidera Del Valle y, tal vez, la exploración de una integración a medio plazo. Si el saneamiento se acelera, lo que pide con insistencia el mercado, si además se congela el proyecto Sunrise se habrá modificado uno de los puntos esenciales del plan estratégico.

Además de este punto, el de reducir a final de 2018 el 45% de los activos tóxicos, hay otras dos líneas maestras en el plan: una de ellas era la de reducir costes y la otra la de reforzar ingresos.

Para cumplir el primer punto, y ahorrar entre 175 millones y 200 millones anuales desde 2017, se acaba de cerrar el ajuste de oficinas y la salida del 20% de empleados, pero podría ser considerado insuficiente en función de los nuevos planes que deben ponerse en marcha y, sobre todo, de si la entidad sigue independiente una vez culminado el saneamiento.

También el refuerzo de los ingresos, con una renovada apuesta por la banca personal, deberá ser revisado. El consejero delegado, Pedro Larena, elegido a finales de julio, convenció a Ron para dar marcha atrás a la venta de esta unidad.

Aunque por ahora no se apuesta por una fusión, tampoco se descarta que una vez avanzado el saneamiento y calmado el mercado, se pueda volver a la idea de integrar el Popular con otra entidad. Entonces, aligerado de activos tóxicos, se podría poner números a la unión del Popular con otro banco.

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