Banca y finanzas

La entrada de créditos en morosidad se desploma a la mitad en dos años

  • La morosidad de las hipotecas a hogares tocó techo en junio de 2014

La gangrena de la morosidad comienza a remitir desde su origen. La entrada de nuevos impagos en las entidades financieras alcanzó los 25.820 millones de euros el pasado año y supone doblegar a la mitad los 52.251 millones contabilizados en 2012, cuando se pulverizaron récords históricos, en gran parte por el trasvase de activos dañados al banco malo o Sareb, pero también por la avalancha de quiebras empresariales y los incumplimientos derivados de apuros en hogares.

Solo en el último año la nueva declaración de impagos menguó un tercio y se acomoda a volúmenes de hace cinco años, de acuerdo a estadísticas del Banco de España. La banca reconoce en este cajón la pérdida de valor de los activos tóxicos y todo crédito dudoso, calificación que adquieren cuando encadenan tres meses sucesivos sin abonarse la cuota de amortización. A partir de ese momento se activa la maquinaria de recuperación para entender el problema del cliente y, si no es una insolvencia radical, buscar soluciones que le ayuden a atender su deuda, tales como condonación temporal de intereses, aplazamientos de cuotas y refinanciaciones con mayor importe o plazo para abaratar las cuotas del préstamo.

Por medio de este ejercicio, al que las entidades han dedicado grandes equipos de personal se evitó un quebranto mayor. El ejemplo son las hipotecas a hogares, cuya morosidad tocó techo en junio del pasado año en el 6,3%. Eso significa que el 93,7% restante pudo atender su deuda aún con la tasa de desempleo disparada cerca del 25%, a lo que ha contribuido de forma decidida la renegociación de más de cuatro millones de hipotecas durante los últimos años para facilitar su pago, de acuerdo a datos del sector.

Según estadísticas de la Asociación Hipotecaria Española (AHE), la situación presenta indicios de mejora en la medida que el porcentaje de impagos en financiación de vivienda de hogares se había deslizado en marzo al 5,82%.

Distinta es la exposición al ladrillo promotor, cuyos préstamos entraron a tropel en dudosidad y llenaron los balances de la banca de inmuebles adjudicados con su irrecuperabilidad, sin que las reestructuraciones de deudas lograsen contener la hemorragia de impagos.

Aún así, la tasa de mora en actividades inmobiliarias y construcción ha disminuido en igual periodo del 38 al 34,6 por ciento y después de haberse multiplicado por más de seis durante el ejercicio 2008, conforme a los datos de la AHE.

Una parte del alivio en esta tasa se explica en que, una vez saneada por completo la exposición, las carteras se dan de baja del balance y muchas se enajenan. Pero la clave verdadera es que, para evitar mayores destrozos, la banca cerró a cal y canto el préstamo al sector que fue el motor de la economía, cortocircuitando así nuevos deterioros.

Su financiación cayó de 470.000 a 217.000 millones purgando el empacho del boom, cuando entre 2000 y 2008 el saldo se había multiplicado por seis. Con el riesgo saneado y las expectivas de una recuperación en el mercado inmobiliario, el crédito al promotor comienza ahora a despuntar, si bien con mesura y criterios de prudencia superiores.

Vuelve el crédito al promotor

Y es que la declaración de menos insolvencias no implica que el problema se disipe. Los balances de las entidades aún arrastraban el pasado mes de mayo 154.207 millones en créditos dudosos, equivalente al 11,42 por ciento del saldo vivo financiado, situado en 1,35 billones.

La losa ha minorado en nada menos que 43.069 millones desde que los dudosos tocaron máximos en 197.276 millones hace año y medio, favorecido por la reactivación económica y la labor de recobro.

Que el ritmo de declaración de nuevos deterioros frene ha permitido a la banca estabilizar las provisiones. Por vez primera desde 2012, las dotaciones realizadas para proteger balance y cuentas de eventuales fallidos registraron un decrecimiento interanual en el primer semestre -próximo al 3% y tras dotar unos 8.000 millones-.

Pero el problema de los impagos deja un reguero de quebrantos, cuya recuperación futura parece poco o nada factible. Entre el arranque de 2012 y finales de 2014, el sector ha destinado 293.000 millones a saneamientos -solo el pasado año unos 12.634 millones se cargaron de forma directa en resultados, en detrimento de dividendos-.

Las entidades dan además por fallidos 73.926 millones, más del doble que en 2009. Son activos totalmente provisionados cuyas posibilidades de recuperación son casi nulas, algo que los convierte en ideales para carterizarlos y venderlos a fondos oportunistas por cuantías que rara vez alcanzan el 20% del valor de la deuda original.

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