Banca y finanzas

Orcel deja solo a Torres ante el reto de crear bancos grandes europeos... por ahora

Carlos Torres, presidente de BBVA.
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Hasta el momento, el ambicioso proyecto de Bruselas de completar una unión bancaria europea contaba con dos embajadores: el presidente de BBVA, Carlos Torres, que hace casi 15 meses se lanzó en su segundo intento de fusión con Banco Sabadell, y el italiano Andrea Orcel, que con su asalto sobre Banco BPM dio el pistoletazo a un baile de adquisiciones destinado a rediseñar el tablero financiero transalpino. El anuncio de la retirada de UniCredit del martes cayó como un jarro de agua fría sobre los inversores que, a pesar de los numerosos obstáculos con los que la operación tropezó en el camino, esperaban su resolución antes de septiembre.

La marcha atrás de Orcel eleva la presión sobre el número uno de BBVA que ahora se queda solo ante el reto de impulsar la creación de bancos más grandes que puedan competir con los colosos americanos y asiáticos en igualdad de condiciones. La unión propuesta por Torres es doméstica, pero al salir adelante, reforzaría la retórica de Bruselas sobre la necesidad de construir entidades más fuertes que aumenten la competitividad de la economía europea.

Una pregunta que el mercado se está haciendo en estas horas es si Torres acabará tomando el mismo camino del banquero italiano -puede retirarse en cualquier momento- o si, al contrario, seguirá enarbolando la bandera de las fusiones bancarias europeas. A pesar de que las dos transacciones tenían varios elementos en común -ambas son opas hostiles que se han topado con la oposición de los respectivos Gobiernos nacionales-, el calendario fue desfavorable para Orcel. Los ajustados plazos de la oferta de UniCredit, que estaba a punto de concluirse, no permitían al banco despejar las dudas sobre las condiciones impuestas por Meloni y, por tanto, garantizar un diálogo transparente con los accionistas de BPM de cara a su decisión de si acudir o no a la fusión.

Orcel se centrará ahora en su camino en solitario, pero sus ambiciones de tiburón difícilmente lo harán quedarse quieto. El frente de Commerzbank sigue abierto -en el banco alemán dispone de un 20% de participación-, pero nadie descarta que pueda estudiar todas las posibles opciones de M&A sobre la mesa. En plena opa de BBVA, la entrada de un caballero blanco del Sabadell haría tambalear los planes del vasco. ¿Le interesaría a Orcel hacer su ingreso en el mercado español?

El horizonte para Torres tampoco se presenta despejado, pero el presidente de BBVA no camina sobre un alambre tan tenso. A diferencia de Orcel, que nada más conocer los requisitos del Gobierno cuestionó la viabilidad de la transacción, el banquero español aceptó el veto a la fusión durante al menos tres años establecido por Moncloa, al no comprometer a su juicio la "creación de valor" que supone el matrimonio con Sabadell.

Además, el partido BBVA-Sabadell está aún por jugarse, ya que los dueños del banco catalán se pronunciarán en septiembre. La entidad bilbaína pospuso la apertura de la ventanilla, inicialmente prevista para finales de julio, a la vuelta del período estival para poder incorporar en el folleto las cuentas semestrales y los resultados de las juntas que Sabadell celebrará el 6 de agosto para aprobar la venta de TSB y el macrodividendo de 2.500 millones.

Una maniobra que retrasará el desenlace de la opa, pero que a la vez puede revelarse estratégica para BBVA: con la presentación de la hoja de ruta y la celebración de las citas con los accionistas, el vallesano puede ir agotando poco a poco sus ases por debajo de la manga para seducir a sus dueños e intentar mantenerlos de su lado.

Antes de tirar la toalla, Torres puede jugarse otras balas. Una de ellas es elevar el precio, algo que varios analistas llevan tiempo descontando para que la transacción vuelva a ganar atractivo ante los inversores, sobre todo ante una prima negativa que se va acercando al 15%. Otra opción sería bajar el umbral de aceptación de la opa al 30%, una participación que le bastaría para asumir en la práctica las riendas de la gestión. Para ello, deberá convencer a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) de que su precio es equitativo y atrasar el comienzo del canje a septiembre le permitiría ganar tiempo para hacer esos deberes, si finalmente se decanta por esta opción.

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