
El Sabadell está dispuesto a jugar todas las cartas para hacer descarrilar la opa de BBVA. El vallesano sabe que una vez superados todos los trámites institucionales -la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), el Gobierno y la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV)- los jueces finales de la transacción serán los accionistas. Poner sobre la mesa más dinero para ellos sería una manera para intentar seducirlos y asegurarse su apoyo en el tramo final de una batalla que dura ya más de un año.
Según los cálculos de los analistas, la venta de la filial británica TSB permitiría elevar la ratio de capital CET1 del grupo a casi un 16%, desde el 13,3% registrado a finales del primer trimestre, creando un exceso de capital de hasta 1.700 millones de euros adicionales. Un importe que el banco opado podría emplear en su integridad para potenciar su reparto al accionista y premiar así su fidelidad al proyecto en solitario que la entidad lleva defendiendo desde el comienzo de la opa. Si se destinase íntegro en 2025 a remunerar al inversor, supondría más que duplicar los 1.300 millones previstos vía dividendos y recompras.
No es la primera vez que Sabadell apuesta por elevar la remuneración al accionariado para entorpecer los planes del vasco. De hecho, desde mayo del año pasado -cuando la entidad presidida por Carlos Torres se lanzó al ataque-, el vallesano ha subido hasta tres veces la remuneración inicialmente prevista para el bienio 2024-2025.
El pasado julio, con ocasión de los resultados del primer semestre del 2024, el banco elevó desde 2.400 hasta 2.900 millones el compromiso bianual de retribución. Este incremento del 21% se produjo a raíz de unos resultados récord y mejoró el atractivo de Sabadell frente a la opa.
Pero esta subida era apenas el comienzo. El año pasado, Sabadell protagonizó un ejercicio de menos a más. Al registrar un resultado anual récord de 1.827 millones, un 37,1% más que en 2023, volvió a sacar su artillería y subió una vez más su compromiso de remuneración al accionista, hasta 3.300 millones. Y el primer trimestre de este año también fue meteórico, a pesar del entorno de la bajada de tipos. La entidad ganó 489 millones y puso en el plato para el accionista otros 100 millones más.

"Hemos generado más capital del que habíamos anunciado. Calculamos que la suma de dividendos y recompras de acciones de 2024 y 2025 sumará un total de 3.400 millones", explicó el mes pasado su consejero delegado, César González-Bueno. La venta de TSB, si se materializa, podría elevar aún más este importe, al generar un exceso de capital de hasta 1.700 millones que Sabadell podría destinar al reparto al accionista.
El pasado lunes, el vallesano comunicó a la CNMV haber recibido ofertas "no vinculantes" por parte de terceros por su negocio británico, después de que Financial Times adelantase la noticia unas horas antes. El diario británico informó de que la entidad está trabajando con asesores para examinar la posibilidad de vender su unidad en el Reino Unido y ha estado en contacto con posibles postores, citando a personas familiarizadas con el asunto. Añadió que aunque no está claro el precio que Sabadell busca por TSB, una persona cercana al banco afirmó que podría oscilar entre 1.700 y 2.000 millones de libras (entre 2.000 y 2.350 millones de euros).
El segundo pago más rentable
Sabadell ya lleva tiempo mostrando una fortaleza importante en torno a su política de remuneración al accionista. Sin contar las recompras de acciones y pese a la fortísima revalorización en bolsa que acumula en los últimos tiempos (especialmente a raíz de que se lanzó la opa hace algo más de un año ahora), la catalana se mantiene como uno de los dividendos más rentables de toda la banca española. El consenso de analistas que recoge FactSet calcula que, de cara a los resultados de este año, Sabadell repartirá un dividendo del 6,9%, solo por debajo del 7,3% que estima para Unicaja.
De cara al año que viene, la previsión es que pueda mantener exactamente la misma rentabilidad por dividendo, la cual, de nuevo, solo se quedaría por debajo de la rentabilidad de la entidad malagueña, que cifran en 7,7%, la más alta del sector nacional. A dos años, los expertos incluso esperan una mejoría hasta el 7,2%. "Tras la presentación de resultados del primer trimestre, confirmaron el objetivo de repartir 1.300 millones entre los accionistas, 100 millones más que el año pasado, lo que representa en torno a un 10% de la capitalización entre dividendos y recompras", apuntan en Renta 4.
Las jugadas para entorpecer la opa
La potencial venta de TSB es sólo la última ficha que ha movido el Sabadell para obstaculizar el intento de BBVA de hacerse con él. Desde el 9 de mayo de 2024, cuando el vasco lanzó su opa hostil, el vallesano mostró su contrariedad al proyecto de Carlos Torres, al creer que el canje propuesto infravalora con creces la entidad.
El consejero delegado del banco opado, César González-Bueno, aprovechó la movilización del empresariado –sobre todo el catalán– en contra de la transacción para denunciar los riesgos que esta supone. El directivo reiteró que toda la sociedad se opone a la operación, al suponer una excesiva concentración en el mercado, hasta llegar a ser una amenaza para la financiación a las pymes, acostumbradas a recibir el crédito de cuatro-cinco actores.
La cúpula del banco catalán pidió, además, a la CNMC que se sirviera de la metodología europea durante su escrutinio, un criterio que obligaría al vasco a realizar algunas desinversiones. Al darse cuenta de que el regulador de Competencia prefería apostar por el análisis usado en fusiones bancarias españolas previas, basado en códigos postales, Sabadell pidió, por lo menos, dar a las patronales la posibilidad de expresarse sobre la operación. Una solicitud que la CNMC acogió, al abrir un test de mercado y extender aún más la Fase II de la transacción.
Sin embargo, finalmente aprobó la opa con los compromisos pactados con el vasco, al considerarlos suficientes y al calificar al mismo Sabadell como un actor que no es "insustituible". Otra jugada inesperada fue el retorno de la sede a Cataluña, anunciado en enero, siete años después de que el Sabadell la moviera a Alicante en pleno procés. Esta maniobra reforzó aún más los vínculos emocionales de la entidad con los empresarios catalanes, que podrían convencerse todavía más del valor del proyecto en solitario y votar en contra de la opa.
A todo ello el vallesano agrega la mejora en hasta en tres ocasiones de la retribución al accionista desde que comenzó la opa. Y tiene aún un as en la manga: la aprobación de un plan estratégico, prevista para las próximas semanas, para enseñar al accionista todo su potencial financiero frente a la propuesta de BBVA.