
Tras su salida de la presidencia de Telefónica, José María Álvarez-Pallete recibirá un finiquito de alrededor de 35 millones de euros. Una indemnización por despido que se colocaría en el top 10 de las más altas en el Ibex 35, aunque sigue muy lejos de los 108 millones de euros que percibió Ángel Corcóstegui en 2001 al ser cesado como consejero delegado de Banco Santander Central Hispano (SCH).
La banca es precisamente el sector que históricamente más remunera a sus ex directivos. Alfredo Sáenz, que fue consejero delegado del banco cántabro entre 2002 y 2013, se otorga la medalla de plata con una indemnización de 88,1 millones. Cierra el podio Francisco Luzón, que cobró 63 millones tras abandonar con 64 años el Santander, donde era responsable del negocio en América.
La compensación de Pallete se sitúa bien arriba en el ranking de las más altas en el parqué español. De acuerdo con las condiciones pactadas entre la alta dirección y la compañía, y al tratarse de una extinción de la relación laboral de carácter unilateral, el expresidente de Telefónica tiene derecho a una indemnización de cuatro anualidades que alcanzan los 23 millones de euros. A esa cantidad se suma el importe de un plan de pensiones de cerca de 12 millones de euros, según se contempla en el último informe anual de gobierno corporativo de 2023 aprobado por la Junta del año pasado, incluido en los registros de la Comisión Nacional del Mercado de Valores.
Eso sí, dentro de la misma Telefónica, la salida de su predecesor fue más remunerada. Tras cumplir casi 16 años en el cargo, en 2016 César Alierta dimitió como presidente de la firma con más de 54 millones en el bolsillo. Más atrás en el tiempo, en la empresa líder de telecomunicaciones en España, el ex consejero delegado Julio Linares y el presidente Juan Villalonga cobraron 25 y 27,1 millones, respectivamente.
Entre las empresas del selectivo español, al igual que su competidor cántabro, BBVA destaca entre las más generosas. Tenía 55 años cuando José Ignacio Goirigolzarri dejó su cargo como consejero delegado en el banco vasco por jubilación anticipada con una remuneración de 53 millones. Su pensión dorada no marcó ni de lejos el fin de su carrera como banquero. En 2012, fue nombrado presidente de Bankia, entidad que el mismo año fue rescatada por el Estado. Y con la fusión con CaixaBank, ejerció como presidente ejecutivo de la entidad hasta el pasado 31 de diciembre, cuando fue relevado por Tomás Muniesa. El finiquito de su sucesor en BBVA, Ángel Cano, también fue multimillonario, aunque sí algo más bajo: 45 millones.
En la cola del ranking se sitúan el expresidente y consejo delegado de FCC, Baldomero Falcones, que fue relevado de su cargo en 2013 con una indemnización de 7,5 millones tras estar cinco años al mando de la constructora. Entre los menos afortunados se sitúa también el que fue presidente de Indra hasta 2021, Fernando Abril-Martorell, al percibir un finiquito de 6,1 millones. Su salida tuvo lugar a instancias de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), principal accionista de la firma tecnológica. Cierra el listado Steven Meyer, que fue presidente de Grifols solo durante 144 días. Su dimisión se produjo por motivos de salud y "otros motivos personales", seis días después de que la farmacéutica anunciase el mayor recorte de empleos de su historia, más de 2.000 empleados.
Un caso singular fue la indemnización que el Santander tuvo que abonar al actual consejero delegado de UniCredit, Andrea Orcel, por su fichaje frustrado como consejero delegado del banco. El banco cántabro anunció el nombramiento del italiano, entonces banquero de UBS, en septiembre de 2018, pero cuatro meses más tarde el consejo de administración de la entidad dio marcha atrás debido a su coste inaceptable. El asunto acabó con una sentencia que obliga al Santander a pagarle 43 millones de euros, recurrida por el mismo banco.