
Durante algunos años, los banqueros europeos miraban a las oportunidades de fusiones casi con recelo. Los bancos estaban comprometidos en sanear sus balances tras el estallido de la crisis financiera y de la burbuja inmobiliaria, mientras que veían cómo los impagos de las familias y de las empresas consumían sus provisiones. Sin embargo, tras una década de política monetaria laxa, los bancos centrales sacaron toda su artillería para apaciguar una inflación galopante, de ahí que los tipos de intereses en máximos en 20 años brindaran a las entidades unos beneficios históricos y capital en abundancia. Con ese caudal almacenado en sus cuentas y ante la necesidad de aumentar sus volúmenes de negocio en un entorno de tipos a la baja, los bancos europeos vuelven a mirar a su alrededor a la caza de jugosas adquisiciones en un mercado cada vez más competitivo.
Fue en mayo cuando el coloso BBVA reabrió el baile de las adquisiciones al lanzar una opa hostil sobre Sabadell, que más de seis meses después tiene muchos frentes abiertos. La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMC) se decantó por llevar el análisis de la operación a la Fase II, al percibir riesgos para el crédito a las pequeñas y medianas empresas, unos clientes claves para el banco vallesano.
La decisión de Competencia abrió la puerta a la presentación de alegaciones por terceros interesados, aunque el organismo presidido por Cani Fernández rechazó todas las solicitudes de personaciones, salvo la del Sabadell. El escrutinio abierto por la CNMC alargaría los plazos de la operación hasta por lo menos la primavera del próximo año.
UniCredit sacude el tablero
Pero la vuelta del apetito ya ha cruzado la frontera nacional. Andrea Orcel, consejero delegado del grupo italiano UniCredit, ha sacudido el tablero de las finanzas europeas cuando adquirió en septiembre una cuota del 9% en Commerzbank, que el pasado miércoles elevó hasta un 28% mediante la compra de instrumentos derivados.
El banco con sede en Milán se convirtió así en el mayor accionista de la entidad al superar la cuota del Estado alemán (12%), que ya se ha opuesto a una posible fusión. Con todo, el tiburón italiano no se quedó satisfecho. A finales de noviembre, lanzó una opa sobre su rival nacional BPM, el tercer banco del país, con una prima del 0,5%, que ya ha sido rechazada.
Ante ese golpe inesperado, el accionariado de la entidad opada pasó al contraataque. El galo Crédit Agricole, que ya contaba con una participación del 9,9%, elevó su cuota al 15% y pidió autorización para alcanzar el 20%. Una jugada que permite al banco francés ganar músculo y que podría entorpecer los planes de UniCredit, aunque el mercado queda a la espera de ver si el gigante italiano mejorará su propuesta y volverá a cortejar a su competidor más pequeño. El mismo Orcel recalcó que la oferta para hacerse con el banco italiano es totalmente "autónoma" e "independiente a la inversión en Commerzbank", puesto que BPM es un "objetivo histórico" de UniCredit.

"Al banco italiano le falta algo de presencia en el norte de Italia y una operación con BPM le podría dar más músculo de negocio y rentabilidad", observó Elena Iparraguirre, analista de S&P Global, además de recordar que los plazos para la operación con Commerzbank se están alargando debido a las elecciones alemanas en agenda para febrero. Por tanto, "es posible que hasta la segunda mitad del año no tengamos más noticias al respecto", agregó.
Una década de tipos de interés cero no fue propiamente el escenario ideal para fomentar las concentraciones en el sector bancario. "¿Para qué comprar otra entidad que está destruyendo valor y encima pagar una prima por ella?", planteó Marco Troiano, analista de Scope Rating.
Abundancia de capital
La subida de tipos supuso un cambio de rumbo y los bancos mejoraron su eficiencia y su rentabilidad, además de hacer acopio de capital que distribuyeron a sus accionistas en dividendos y recompras de acciones. Aun así, queda margen de maniobra. "Parte del capital sigue asentado en los balances de los bancos, por lo que tienen capacidad para salir al mercado y comprar sus competidores", añadió Troiano.
Otro argumento que impulsaría a los bancos a embarcarse en posibles adquisiciones es el cambio de ciclo de política monetaria. El Banco Central Europeo ha bajado los tipos cuatro veces este año y probablemente seguirá esta senda hasta que se sitúen en una horquilla entre el 2% y el 2,5% para finales de 2025, según las proyecciones de mercado. Ante una reducción del margen de interés, los bancos se ven obligados a buscar otro motor de crecimiento, sobre todo aquellos que cuentan con modelos de negocio menos diversificados en términos de seguros y gestión de activos.
"En un momento en el que las valoraciones de los bancos han mejorado, tienen colchones de capital y la rentabilidad puede sentirse presionada por la bajada de tipos, las entidades seguirán remunerando a los accionistas, pero además se están planteando adquisiciones para fortalecer las franquicias de los bancos y para crear economías de escala", anotó Iparraguirre, que cree que en 2025 "cualquiera transacción que ofrezca la oportunidad de reducir costes será considerada".
Venta de participaciones públicas
Además, los Gobiernos que nacionalizaron bancos durante la crisis financiera están poco a poco vendiendo sus participaciones, lo que podría dar más juego para una posible concentración dentro del sector. Irlanda rebajó su cuota en Allied Irish Banks por debajo del 50%, Reino Unido redujo su participación en NatWest del 38% al 18%, Italia tiene actualmente apenas un 12% en Monte dei Paschi di Siena y Países Bajos conserva un 40% en ABN Amro, cuyo rescate costó al Estado holandés 22.000 millones de euros en 2008.
El afán de aumentar de tamaño ya se ha hecho patente. El valor de las concentraciones anunciadas entre bancos europeos alcanzó los 29.200 millones de euros en lo que va de año, la cifra más alta desde 2010, según datos recopilados por Dealogic. En 2023, este valor se quedó en un tercio, alrededor de 10.200 millones —fue notable el rescate de Credit Suisse por parte de UBS—, mientras que en 2022 fue de 3.100 millones, el más bajo en catorce años.
Una mayor ebullición en el sector bancario se observa incluso en los discursos de algunos banqueros, que tras años de tranquilidad están captando más movimientos. En un encuentro en Londres, la presidenta de Santander, Ana Botín, explicó la semana pasada que "para ganar escala la única manera, en mercados con poco margen de crecimiento orgánico, es consolidarse".
A la espera del veredicto de Competencia sobre la opa lanzada sobre Sabadell, el consejero delegado de BBVA, Onur Genç, insistió hace algunas semanas en la necesidad de crear grandes bancos europeos para competir a nivel global. Y el mismo ejecutivo del banco vallesano reconoció que hay un "tremendo apetito por la consolidación", aunque alertó del riesgo al oligopolio, que a su juicio será "el núcleo del debate en los próximos meses".
Hasta la política opinó al respecto. El presidente francés, Emmanuel Macron, se abrió a la hipótesis de fusiones transfronterizas entre bancos de la zona del euro en una entrevista con Bloomberg el pasado mayo. Y preguntado por si se opondría a una hipotética concentración entre Société Générale y Santander, dijo: "Actuar como europeos significa necesitar la consolidación europea".
Más consolidación en 2025
Varios analistas ya han emitido su sentencia: el 2025 será un año crucial para las fusiones y adquisiciones en la banca europea. "El capital es sólido, la regulación es razonablemente favorable, la necesidad de diversificar aún más los ingresos está aumentando, la inteligencia artificial agrega nuevos beneficios de escala. Por lo tanto, esperamos que los equipos directivos vuelvan a ser más audaces y veamos más consolidación nacional", dijeron desde Deutsche Bank.
Eso sí, las transacciones sobre la mesa este año han sido intentos de consolidación nacional, ya que las fusiones bancarias transfronterizas siguen siendo difíciles de llevar a cabo debido a la oposición política nacional y a la fragmentación del sector bancario europeo. Puesto en marcha en 2015, pero aún incompleto, el proyecto de la Unión de los Mercados de Capitales ha vuelto a ser un pilar de la agenda de la Comisión Europea, tras la llamada de atención de Enrico Letta y de Mario Draghi en sus informes, con el propósito de frenar el declive económico de la Unión Europea frente a otras potencias como Estados Unidos y China.
Unión bancaria incompleta
El hecho de que en Europa no se haya concluido la creación de un mercado único bancario reduce los incentivos para fusiones transfronterizas. "Comprar un banco que tiene exceso de liquidez y usar esa financiación para fomentar el crecimiento en otros mercados es una gran oportunidad, pero eso es muy difícil que ocurra porque los reguladores locales ponen obstáculos a la hora de transferir recursos de un país a otro, porque no existe un fondo de garantía de depósitos único, entre otros motivos. Tampoco están homogeneizados los procedimientos de insolvencia. Es decir, cada país tiene sus peculiaridades en el negocio bancario. Y la posibilidad de generar sinergias de costes en operaciones transfronterizas es menor", indicó Iparraguirre.
El sistema bancario del Viejo Continente cuenta con jugadores importantes en cada mercado, pero no dispone de un actor paneuropeo que tenga presencia en las principales economías. De hecho, en la lista de los diez bancos más grandes del mundo por activos elaborada por S&P solo hay tres europeos: HSBC, BNP Paribas y Crédit Agricole.

Hasta el momento, los bancos europeos se han centrado principalmente en pequeñas adquisiciones para fortalecer sus franquicias, pero ahora que sus balances son más sólidos, están volviendo a sopesar operaciones más grandes, según JPM. "Este enfoque es positivo para los bancos con valoraciones descontadas que podrían convertirse en objetivos, como Société Générale en Francia, BCP en Portugal, ABN Amro en Países Bajos y Standard Chartered en el Reino Unido", detalló. Y desde un punto de vista geográfico, Troiano apuntó que en España, Italia y Alemania todavía hay bastante margen para la consolidación.
Para diversificar sus ingresos, los bancos estudian todo tipo de estrategias y exploran alianzas también en otros modelos de negocio. No es baladí que la industria de la gestión de activos viva un momento de efervescencia. BNP Paribas está negociando la adquisición del 100% de Axa Investment Managers, la gestora de activos de la aseguradora francesa Axa por más de 5.000 millones de euros.
En la misma línea, el italiano BPM lanzó una opa para hacerse con el capital que aún no controla de Anima que rondaría los 1.600 millones. "Estas operaciones contribuyen en desvincular el rendimiento de los bancos del ciclo de tipos de interés y estabilizan los beneficios. Tienden a producirse en mercados más consolidados, como Francia", zanjó Troiano.