
El canal bancaseguros media más de un tercio de las primas en España, siendo uno de los más importantes del sector. Su especialidad está en el ramo de vida, del cual están presentes en siete de cada diez pólizas. Ante estas dimensiones, Amaef nació en el año 2000 para representar los intereses de las entidades bancarias en este mercado, al que Álvaro Urrutia llegó hace un año y medio para reforzar esta posición.
¿Cómo ha evolucionado la tendencia del canal bancaseguros en los últimos años?
A finales de los noventa este canal comenzó a ser relevante, pero estaba muy enfocado en la gestión de la inversión y no tanto del riesgo. De ahí que de los 22.000 millones que gestionamos, 19.000 millones sean del ramo de vida, mercado donde hemos ido creciendo de manera paulatina. Ahora la situación es bastante estable entre canales, aunque nuestra intención es ser los mejores en lo nuestro, pero no los únicos. Cuando entramos no quitamos cuota de mercado a otros, sino que la ampliamos. Creemos que esto sigue siendo posible, ya que el potencial de crecimiento del sector está en torno al 50%.
Hay datos que reportan que los productos a través de su canal son hasta un 65% más caros.
No es cierto que nuestros productos sean más caros. Esos informes no tienen en cuenta las bonificaciones que se aplican a los seguros cuando se trata de productos combinados. Cuando se hace esa combinación, en hogar se llegan a tasas de un 0,15% y en vida de un 0,5% con la hipoteca, lo cual casi te "regala" el producto. Además, ni el seguro ni el canal es una commoditie.
¿El ramo de no vida es una asignatura pendiente? ¿Por qué ahí no penetran tan bien como en vida?
En este terreno hay otros actores que tienen mucha fuerza, y con una relación histórica con los clientes. También queremos ser los mejores, pero el sector es muy estable.
Hay un déficit en la difusión de los productos de vida en España frente a Europa. ¿A qué se debe?
El principal factor es que los españoles destinan el ahorro a la vivienda, lo que hace que la riqueza se quede inmovilizada. También influyen las decisiones políticas que han deteriorado el beneficio fiscal de los productos de jubilación. Y, por último, la falta de educación financiera y la excesiva confianza en el sistema de pensiones.
Ustedes son los máximos distribuidores. ¿Entonan el mea culpa? ¿Qué están haciendo para solucionarlo?
Creo que debemos evolucionar hacia productos más sencillos y comprensibles, que permitan satisfacer necesidades reales. También demandamos a la administración una apuesta por el sector privado para complementar al público, con ayudas a nivel regulatorio y fiscal. Pero ahora mismo no hay ninguna conversación.
Propuestas como los planes de empleo simplificados no terminan de arrancar.
Somos partidarios de este tipo de iniciativas y creemos que se irán incorporando nuevos colectivos, pero lo que habría que reforzar es el tercer pilar, los planes individuales.
¿No van tarde para ese pilar?
Probablemente se queden cortos, pero peor sería no actuar. Además, estos instrumentos permiten hacer política económica, canalizar la riqueza del país y dirigirlas hacia políticas industriales y económicas que interesen. Si la inversión se queda en el ladrillo solamente, no generamos nada. Potenciar ese mercado individual aterrizaría el mercado inmobiliario, ya que no sería la única vía de inversión. Mataríamos dos pájaros de un tiro.
Hasta el momento, los seguros de vida caen un 12%. Con el entorno de tipos a la baja ¿Qué debe hacer el sector para remediarlo?
La bajada de tipos siempre da menos márgenes, pero podemos ser competitivos si nos centramos más en las coberturas y no tanto en la rentabilidad. Las incapacidades permanentes, temporales, las rentas vitalicias... ahí está la demanda y el margen de crecimiento.
El ramo de vida es uno de los que más concentración presenta. ¿No es algo a revisar?
No es tanto el número de competidores, sino la calidad de esa competencia. Podría haber muchos, pero que las fuerzas estuvieran muy desequilibradas.
Con la opa de BBVA sobre el Sabadell se abre el escenario de que nazca un gigante bancario, pero también en seguros. ¿Puede suponer un agravio para el consumidor?
Hay muchas incertidumbres en esta operación. Aunque salga adelante, las condiciones en seguros pueden ser diferentes por los acuerdos ya establecidos. Pero no habría problema de competencia, porque creo que en vida las ofertas están muy atomizadas.