
En 2014, tras el fallecimiento repentino de Emilio Botín, quien era hasta entonces presidente del Banco Santander, las miradas se posaron sobre su hija, Ana Botín, que fue en quien recayó la máxima responsabilidad de la entidad financiera más grande de España y de las más importantes en Europa. Los nervios se apoderaron de la cotización del banco cántabro en la mañana del 10 de septiembre, cuando se conoció el fallecimiento de Emilio, y que provocó una caída en bolsa de casi un 2%, aunque finalizó la sesión con un -0,6%.
Diez años más tarde, la primera mujer en presidir un gran banco nacional ha hecho una recopilación de todos los momentos que ha vivido en ese tiempo, aunque lo que más habla de ella son los números de la entidad de la cual es máxima responsable.
En la era de Ana Botín, Banco Santander ha visto como sus beneficios se han más que duplicado, pasando de unos 5.816 millones de euros a superar los 12.000 millones. Además, la compañía cántabra contaba en 2014 con unos 60 millones de clientes. Hoy en día supera los 168 millones de usuarios en cartera, un crecimiento del 180%.
Todo ello en un contexto complicado para los bancos. Con una popularidad bastante afectada debido a la crisis del 2008, la cual todavía no se había esfumado, y sumando también la etapa de tipos de interés negativos impuestos por el Banco Central Europeo (BCE) para intentar reactivar la economía, la situación no era ni mucho menos favorable. Además, el gigante de las finanzas de España y en Europa había tenido que cambiar de caras.
Pero Ana Botín demostró entonces que su condición como presidenta del Banco Santander no era puramente hereditaria. Porque a lo largo de su vida se formó para recolectar los frutos de hoy en día: estudió Económicas en el Bryn Mawr College, en Filadelfia, para luego realizar estudios de postgrado en Harvard. Gracias a ello logró un puesto en JP Morgan entre 1980 y 1988 en Nueva York, y posteriormente se unió al consejo. En 1992 pasó a ser directora general y los seis años siguientes lideró la expansión por Latinoamérica. Con posterioridad a la adquisición de Banesto, Botín llegó a ser presidenta ejecutiva de dicha entidad. Pero entre medias, como bien confirma la propia Botín en una entrevista, fue incluso despedida por su propio padre en 1999.
La actual presidenta se repuso de ese golpe y siguió sumando experiencia, volviendo más tarde al banco, siendo consejera delegada de Santander UK entre 2010 y 2014, hasta que ya asumió el puesto de mayor responsabilidad de la entidad. Además de esto, forma parte del consejo de administración de Coca Cola y es presidenta del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por sus siglas en inglés).
Pero sin duda, uno de los hitos más relevantes que se ha hecho de la mano de este nuevo mandato es el aumento del peso de la entidad en su país de nacimiento, España. Y es que a cierre de 2013, la compañía a nivel nacional aportaba apenas un 7% de los beneficios al grupo. Otros países como Brasil (23%) o Reino Unido (17%), delegación de la que además formaba parte la propia Ana Botín, eran muchísimo más relevantes en términos financieros. Ahora, tan solo en medio año de este 2024, de los 6.059 millones que obtuvo de rentabilidad a nivel global, 1.756 millones provenían de la entidad en España, es decir, un 28% del total de los beneficios. En términos de facturación, en este primer semestre a nivel nacional los ingresos fueron de 6.065 millones (+18,6%), que comparado con el total del grupo significó un 19,5%.
Nuevo paradigma
El grupo pasó de ser una entidad principalmente nacional a expandirse por el mundo de la mano del abuelo de Ana Botín, Emilio Botín-Sanz. De ahí derivó el papel residual de España para la entidad, que posteriormente volvió a impulsar Ana. En palabras de ella misma, describe que "el primer gran salto internacional del banco lo hizo mi abuelo, entre el cincuenta y el sesenta". Posteriormente, la etapa de su padre la describió como la de la expansión: "Nos convertimos en el primer banco de la eurozona, en el primer banco de España, hicimos muchísimas compras" rememoró la presidenta.
Tal vez de ese instinto de aprovechar las oportunidades de su padre, Ana Botín sacó el olfato para realizar la que hasta ahora ha sido la adquisición más importante de su mandato: la compra de Banco Popular, una entidad al borde de la desaparición que la presidenta rescató por el precio simbólico de un euro para después lanzar una ampliación de capital de 7.000 millones. No obstante, ese primer puesto a nivel nacional lo perdió ante CaixaBank, que fue quien absorbió Bankia y se colocó en primer lugar tanto en créditos como en depósitos.
Cambio de caras en la directiva
Ana Botín no ha sido nunca una mujer a la que le hayan dado pavor los cambios. Con su llegada, remodeló rápidamente la cúpula directiva, nombrando nuevos responsables en todo el mundo e introduciendo a la mujer en el ámbito financiero. Y es que de 2014 hasta ahora no queda ninguna de las personas que por entonces tenían su sillón en el consejo de Banco Santander. Apenas en el último año, la máxima dirigente ha movido a un tercio de los 38 directivos.
Los últimos intercambios se produjeron el pasado 6 de septiembre, cuando Banco Santander anunció el fichaje de Ignacio Juliá, quien era CEO de ING en España y Portugal, para dirigir la compañía en España. Además, le arrebató al líder del mercado, CaixaBank, al gran artífice del éxito de la entidad catalana en la banca privada: Víctor Allende. Porque los movimientos dentro de la compañía como pescar fuera nunca fueron un problema para Ana Botín.
La banca digital
La etapa de Ana Botín como presidenta ha coincidido con el nacimiento y desarrollo de nuevos jugadores en el terreno financiero, como son las fintech y los neobancos. Para competir contra ellos, la empresaria relanzó OpenBank en 2017 como un banco 100% digital, el cual también anunció su lanzamiento en Estados Unidos en octubre.
La transformación digital es uno de los pilares de este mandato además de su principal preocupación, como bien declara en la entrevista publicada en su web: "Este cambio de cultura es lo que más tiempo lleva, y aún no hemos acabado. El objetivo es dejar al banco en una situación de ventaja no solo de los otros bancos, sino de las grandes plataformas y de los nuevos competidores digitales", argumentó.
Asimismo, recalcó el papel de los móviles en la banca y de la importancia de los productos digitales: "Queremos ser un banco comercial. Los territoriales y los gestores son el vínculo con el cliente, pero pasamos mucho más tiempo con el móvil que con un gestor de banca. Si no tenemos un producto digital igual o mejor que los competidores, no vamos a sobrevivir, y esto requiere un cambio cultural que ya iniciamos hace diez años", finalizó.