
Un temor se ha adueñado de los mercados: que los 'impuestos temporales' a la banca se conviertan en persistentes y recurrentes, mientras que se están exportando a lo largo de toda Europa como un mecanismo más para que los gobiernos puedan recaudar y cuadrar el déficit. Una perspectiva que preocupa a los expertos que siguen al sector que ven cómo la expansión de esta tasa o fórmulas similares puede elevar la inseguridad jurídica y hacer menos atractivas a las entidades en los mercados frente a sus rivales de EEUU o de otros países.
Esto es lo que defienden los analistas de S&P Global que creen que "la perspectiva de unos impuestos generalizados y persistentes asusta a los inversores". David Hayes, analista de la firma, explica que "se están intensificando las preocupaciones entre los inversores" debido a "la incertidumbre sobre su permanencia y el potencial de nuevos gravámenes ha pesado casi con certeza sobre las acciones de la banca europea". No tanto por el golpe económico en sí mismo, pues la banca ha recogido unos beneficios históricos este año, sino debido "al impacto que genera en la confianza".
El impuesto a la banca no se ha implementado de manera uniforme en los diferentes países en los que se ha aplicado. Lo que tiene en común es que supone un gravamen extraordinario sobre los beneficios de las entidades financieras más grandes de los países, justificado porque estas ganancias vienen derivadas de las subidas de los tipos de interés por parte del banco central. De esta manera estas empresas harían "un esfuerzo justo", según explicó en rueda de prensa el pasado mes la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, dado que "sus cuentas son abultadas".
En el caso de España, la Agencia Tributaria ha recaudado cerca de 2.908 millones de euros y ha gravado el 4,8% de los ingresos obtenidos por el cobro de comisiones y por los márgenes de intereses (ingresos por créditos ofrecidos, menos los gastos por depósitos y créditos del banco).Esta tasa recae sobre cualquier entidad que haya facturado más de 800 millones de euros en 2019. Esta medida fue emprendida en 2022 y en principio solo duraría hasta 2023 y 2024. Sin embargo ha habido un cambio en ese planteamiento. Primero, miembros del Gobierno como Nadia Calviño, vicepresidenta y ministra de Asuntos Económicos, han llegado a valorar en entrevistas la posibilidad de ampliarlo "en la medida que haya beneficios extraordinarios". Posteriormente, el acuerdo de coalición PSOE-Sumar contempla mantener estas tasas, aunque con cambios que busquen "readaptarlas y mantenerlas".
Sin embargo, lo que ha preocupado a los inversores no es solo el caso de España, que fue el tercer país tras República Checa y Hungría, en implementar impuestos extraordinarios a la banca durante 2022. Guiados por este ejemplo y ante la promesa de un aumento de la recaudación ya son una docena de países en Europa los que se han sumado a la medida. El caso de Italia es el más importante por el tamaño de su economía, la tercera más grande de la Zona Euro.

También se han sumado otros como Países Bajos, Bélgica o Irlanda. Aunque es en Europa del Este donde más se ha extendido con Estonia, Lituania, Eslovaquia, Eslovenia y Rumanía adoptando medidas similares. Suecia también intentó ponerla en marcha y, de hecho, se llevó a votación en el Congreso, pero no se logró un consenso entre los partidos y no salió adelante. En el caso de Estonia, tras su aprobación, se están estudiando más medidas, como obligar por ley a la banca a reducir los intereses de sus hipotecas. Los expertos temen que tal y como ha pasado en estos casos, cunda el ejemplo y nuevos países se vayan sumando y aplicando cuando los bancos cosechen buenos resultados.
Johann Scholtz, analista de Morningstar, señala que esta expansión ha sido uno de los grandes temores de los inversores estadounidenses, tras una reunión con clientes en EEUU. "La introducción de nuevos impuestos era la gran preocupación para ellos, probablemente la número uno". Scholtz iba incluso más allá y comentaba que estos inversores "ven cada vez más a los bancos europeos como entidades casi nacionalizadas", lo que obviamente no contribuye a hacerlos más atractivos". Una visión en la concordaban desde el propio Banco Central Europeo. El presidente del Consejo de Supervisión, Andre Enria, preguntado sobre este tema comentó que estos impuestos llevan al riesgo de "reducir el atractivo inversor" porque "da la impresión de que cuando un banco tenga beneficios alguien debe intervenir".
Esta situación de incertidumbre que señalan desde S&P Global viene después de que la banca haya navegado una década turbulenta, donde los tipos de interés estuvieron en el entorno del 0% desde mediados de 2014. En ese sentido Carlos Balado, profesor de la OBS Business School, señala que "ahora que los bancos han normalizado su actividad, esta incertidumbre relacionada con los impuestos hace que no sean atractivos en términos de inversión, a los inversores les preocupa la seguridad jurídica". El motivo, según Balado, es que los inversores ya no solo tendrían que tener en cuenta criterios fundamentales sino que "se genera el temor de que aparezca una narrativa que te cambia la realidad de un sector".
"Desde una perspectiva política, siempre es mejor gravar a las empresas y al sector bancario que gravar a los ciudadanos"
"Desde una perspectiva política, siempre es mejor gravar a las empresas y al sector bancario que gravar a los ciudadanos", dijo Francisco Uría, director global de banca y mercados de capitales de KPMG. Un punto de vista que comparte Felípez Sánchez Coll, doctor en economía aplicada y profesor de EDEM, que mantiene que "dada la imagen de la banca, es más fácil realizar un impuesto sobre este sector".
El experto señala que estos problemas se pueden notar especialmente en 2024, cuando empiecen a aparecer problemas en el sector. La UE va a ralentizar su crecimiento debido a los elevados tipos de interés. En ese contexto se dan dos situaciones, por un lado, según indica el Fondo Monetario Internacional, el sector bancario va a ver reducidos sus ingresos comerciales por el empeoramiento económico, mientras los márgenes de interés se reducen por una eventual bajada de los tipos. Por otro lado, la UE traerá de vuelta la disciplina fiscal y la reducción del déficit volverá al foco de Europa, una situación que, según Balado, da alas a la expansión y el mantenimiento de estos impuestos porque "es muy popular y ofrece liquidez a los Gobiernos sin necesidad de incurrir en déficit ni subir tasas a los ciudadanos directamente".
Estos impuestos se suman, en muchos casos, a los gravámenes que ya impusieron varios países, como Francia, Portugal, Bélgica o Suecia. En su momento se pusieron en marcha durante la crisis financiera, después de 2008, cuando muchos bancos habían tenido que ser rescatados y estos impuestos se vieron como una forma de ayudar a las finanzas del país en un momento difícil para la economía. La mayoría de estos impuestos han prevalecido en muchos casos lo que, para los analistas de S&P Global está advirtiendo de los riesgos de una cronificación.
Y, respecto a las dudas de que estos impuestos sobrevivan al carácter de temporal, Hayes señala que el caso de España, donde "los partidos de Gobierno cuentan en sus pactos con una extensión del impuesto, lo que aumenta la posibilidad de que otros gobiernos puedan hacer lo mismo". Además, desde S&P Global señalan que "hay una gran probabilidad de que los tipos se mantengan en los niveles actuales un tiempo, lo que también favorece que esta medida persista". Desde Capital Economics señalan que creen que "la mayoría de estos gravámenes, aunque tenga fechas específicas de finalización, se extenderán en muchos casos más allá de estas fechas". El analista de la firma, Adrian Prettejohn, cita en ese sentido a Milton Friedman y añade que "nada es tan permanente como una medida temporal de Gobierno".
"El margen de interés ya ha llegado a su punto máximo por lo que la justificación de este tipo de impuestos se volverá menos evidente"
Y, respecto a la incertidumbre, los conflictos legales que podrían derivar de este impuesto también son un factor a tener en cuenta. En la mayoría de los países, la banca ha llevado ante la justicia estos impuestos debido a que consideran que altera su negocio. De hecho, Balado señala que uno de los focos de las dudas viene, en el caso de España, de la prohibición de transmitir los costes del gravamen a los clientes. El experto señala que el escrito del BCE sobre estos impuestos, apunta a que, según las directrices europeas "las entidades tendrán en cuenta y reflejarán en los precios de sus préstamos todos los costes pertinentes (...) incluidas las consideraciones tributarias cuando proceda". Y esta incertidumbre legal que, sumada al resto "obliga a que los bancos operen su negocio con cautela".
En cualquier caso, creen que todo depende de la reacción de los mercados a la medida y desde S&P Global señalan el caso de Italia, donde unas potentes caídas de más del 7% en sus dos principales bancos, Unicredit e Intesa Sanpaolo, provocaron que el gobierno diluya el impacto del impuesto tras las críticas. Por otra parte, a pesar de que los gobiernos aún tienen "argumentos económicos válidos", dado que hay "problemas de competencia en depósitos que los han mantenido bajos", creen que estos resultados no durarán para siempre, lo que frenaría esta expansión de medidas extraordinarias.
Desde Morningstar opinan igual y apuntan que "el margen de interés ya ha llegado a su punto máximo por lo que (de ahora en adelante), la justificación de este tipo de impuestos se volverá menos evidente". Pero, incluso con ese apunte, la banca europea se encuentra ante un punto clave. Tras lograr unos beneficios conjuntos de 74.000 millones de euros en el primer semestre del año, según datos de Deutsche Bank, queda por ver si pueden utilizar este impulso o si los desafíos que vienen los próximos meses y la incertidumbre le impedirán capitalizar en bolsa lo logrado en sus cuentas.