Banca y finanzas

Deutsche Bank lidera la revuelta de los bancos europeos contra el BCE por una intromisión excesiva en su negocio

  • Polémica por el celo del supervisor con los préstamos apalancados
  • El BCE ve riesgos sistémicos y los bancos un exceso de control
Sede de Deutsche Bank en Fráncfort. Imagen: iStock

Los bancos europeos están en 'pie de guerra' contra su regulador, el Banco Central Europeo (BCE). Deutsche Bank ha sido el último en protestar, pero el enzarzamiento viene de lejos. Las entidades se quejan de una intromisión excesiva del supervisor en la gestión de su negocio.

Los principales banqueros europeos están elevando cada vez más el tono contra el brazo de supervisión del BCE, dirigido por el italiano Andrea Enria. Su irritación va en aumento, ya que se suceden quejas en torno al celo del supervisor. Entre ellas hay quejas más cotidianas, como las continuas y gravosas exigencias de datos, así como discrepancias más de fondo sobre la libertad de los prestamistas para pagar dividendos (véase lo ocurrido durante el covid) y bonus, o el nivel de intrusión que justifica la supervisión. El último choque ha venido por los préstamos apalancados.

Un préstamo apalancado es un tipo de préstamo que se extiende a empresas o individuos que ya tienen cantidades considerables de deuda o mal historial de crédito. Los prestamistas consideran que los préstamos apalancados conllevan un mayor riesgo de incumplimiento, y como resultado, un préstamo apalancado es más costoso para el prestatario. Parece claro que, en un escenario de endurecimiento de las políticas monetarias, con subidas de tiempos, el riesgo se multiplica y el BCE quiere que las entidades cautericen los peligros. Los bancos alertan de efectos indirectos para la economía si se interrumpe la financiación de las empresas. El banco central asegura que vela por la estabilidad financiera y ve riesgos en el horizonte.

Sin embargo, los bancos europeos se consideran autosuficientes para calibrar estos riesgos y rechazan estar dando cuenta continuamente al supervisor. "En mi opinión, en Deutsche Bank no es necesario que un regulador nos diga cómo reducir y qué hacer", dijo este miércoles en una conferencia el consejero delegado de la firma, Christian Sewing. "Los banqueros y los gestores de riesgos del Deutsche Bank han hecho un magnífico trabajo para contener los riesgos y asegurarse de que tenemos un control absoluto en los libros", subrayó en un evento organizado por el Financial Times. Bloomberg informó la semana pasada de que Deutsche Bank se encuentra entre un puñado de instituciones que se enfrentan a exigencias de capital más estrictas para este tipo de préstamos.

Christian Sewing (Deutsche Bank): "Está habiendo medidas punitivas. Apreciaría que tuviéramos una norma global, porque creo que las normas del BCE son un poco diferentes de las de la Fed"

Las adiciones de capital previstas para los bancos se deben "a deficiencias sustanciales en sus marcos de gestión de riesgos para las operaciones de apalancamiento", ha justificado Enria este jueves ante el Parlamento Europeo sin nombrar a ningún banco. Aunque Sewing dijo que el Deutsche Bank cumplirá las órdenes del regulador, advirtió que puede haber efectos indirectos para la economía si se interrumpe la financiación de las empresas. "No se trata solo de los préstamos apalancados directos", dijo Sewing. "También afecta bajo esta norma a la financiación de las empresas de mediana capitalización" en Europa, que es "la columna vertebral de la economía", añadió.

Sewing se ha convertido en una importante voz del sector bancario como presidente de uno de los principales lobbies bancarios de Alemania. La semana pasada se incorporó a la Federación Bancaria Europea, con lo que se puso al frente de una asociación comercial paneuropea. Este cargo le ha convertido en un crítico clave de la regulación europea. Se ha mostrado especialmente crítico con los esfuerzos del BCE por frenar los préstamos apalancados de los bancos europeos, y recientemente calificó las medidas de "punitivas" para los bancos afectados. "Apreciaría que tuviéramos una norma global, porque creo que las normas del BCE son un poco diferentes de las de la Fed", dijo este miércoles.

Un mensaje compartido por otros actores bancarios europeos. Ante el creciente descontento, Lorenzo Bini Smaghi, presidente de la francesa Société Générale y antiguo miembro del Comité Ejecutivo del BCE, escribió al banco central en octubre para protestar contra las peticiones de los funcionarios de estar presentes en las reuniones del consejo de administración de los bancos.

"Que yo sepa, ninguna otra autoridad de las principales economías avanzadas asiste a las reuniones de los consejos de administración y de los comités en su actividad de supervisión", escribió. "Ni la Reserva Federal, ni el Banco de Inglaterra, ni el banco nacional suizo ni Finma (el regulador financiero helvético). Algunos supervisores europeos han adoptado esta práctica en el pasado, con aparentemente muy poco beneficio y con serias preocupaciones por parte de las entidades supervisadas".

Después de casi una década de supervisión por parte del BCE, que creó el Mecanismo Único de Supervisión en 2014 como parte de la respuesta de la región a la crisis de la deuda soberana, los bancos superaron la época de la pandemia en gran medida ilesos gracias a una mejor capitalización y a importantes respaldos gubernamentales. Y aunque el sector también se benefició en última instancia de los años de presión del BCE para reducir los préstamos dudosos y mejorar la gestión del riesgo, los banqueros sostienen que ahora se está yendo demasiado lejos.

'Como el FBI'

Las últimas fricciones se han producido en medio de los llamamientos del BCE para prepararse ante el alto nivel de riesgo que se avecina en la economía. En septiembre, la Junta Europea de Riesgo Sistémico emitió una advertencia oficial sobre las vulnerabilidades del sistema financiero en medio del aumento de los precios de la energía y la inflación. En los últimos años, los funcionarios también han demostrado ser premonitorios en sus advertencias sobre los riesgos que se acumulan en el negocio de los préstamos apalancados, ya que los bancos mundiales han acumulado miles de millones de dólares en pérdidas a precio de mercado en ese ámbito durante los últimos seis meses.

En medio de esa tensión, la forma en que el organismo de control lleva a cabo la supervisión en el día a día está chirriando más de lo habitual. Hay ejecutivos que comparan al organismo de vigilancia con el FBI estadounidense, afirmando que los supervisores hacen la misma pregunta varias veces a personal de distintos bancos, con el fin de comparar las respuestas.

Algunas peticiones se consideran como una indagación profunda en las decisiones de negocio de las empresas privadas, por ejemplo en los factores específicos de rentabilidad, dice una de las personas familiarizadas con estas interacciones. A la inversa, algunos banqueros también alegan que los equipos que les asignan el BCE y los reguladores nacionales suelen ser inexpertos o piden informes muy granulares que acaban por no ser leídos.

El brazo de supervisión bancaria del BCE es diferente a cualquier otro regulador, ya que coordina la supervisión financiera en los 19 países de la zona euro. El organismo de vigilancia se ha enfrentado anteriormente a acusaciones de sobrepasar su mandato, en particular por la forma en que el predecesor de Enria presionó a los bancos para que redujeran su montaña de préstamos dudosos. En la actualidad, los banqueros -e incluso algunos funcionarios del organismo regulador- se quejan de que los planes del BCE para vigilar los riesgos climáticos van demasiado lejos o de que las autoridades están adoptando un enfoque de mano dura en el lucrativo negocio de las finanzas apalancadas.

Enria, de 61 años, ha estado durante mucho tiempo en el centro del esfuerzo por mejorar la salud financiera de los bancos europeos. Antes de asumir la presidencia del Consejo de Supervisión del BCE a principios de 2019, dirigió la Autoridad Bancaria Europea, que ayuda a aplicar la regulación y realiza pruebas de estrés a los prestamistas de la región. El italiano ha hecho que las actividades de supervisión del BCE sean más transparentes, por ejemplo, explicando cómo trata las fusiones bancarias, y ha tratado de eliminar los obstáculos a los que se enfrentan los bancos para mover la liquidez a través de las fronteras, aunque con resultados dispares.

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