El estreno de Gladiator II ha encendido de nuevo las antorchas que iluminan la grandeza de la Antigua Roma. Como un eco de los gritos del Coliseo, esta fiebre cinematográfica ha llevado a muchos a buscar en las páginas de la literatura un refugio donde las piedras desgastadas del Foro recuperan su esplendor, y los ecos de las legiones vuelven a resonar.