Hemos aprendido que llorar en el trabajo es lo peor que se puede hacer. Salvo que alguien muera, verter lágrimas por rabia, frustración, desesperación o impotencia parece estar prohibido, porque podría dar a entender que la persona no es capaz de desempeñar su tarea con la profesionalidad requerida.

Psicóloga, profesora, empresaria y escritora