El Pentágono recibió el último de los F-22 Raptor de manos de su fabricante, Lockheed Martin, hace ya cuatro años. Entonces, la decisión de cancelar la fabricación del avión de caza más avanzado de la historia parecía lo más lógico tras el final de las amenazas de la Guerra Fría y los menguantes presupuestos de Defensa.