
Para Panos Papadopoulos, lo peor de los nuevos impuestos que ha implantado el Gobierno no es que vengan justo cuando peor lo pasa la economía griega y por tanto se lo pongan cuesta arriba a su negocio y a sus clientes. Lo peor es que se aplican a todas las empresas... menos a las extranjeras. Grecia vive una nueva ola de huelgas en Sanidad y transporte público.
El consejero delegado de Forthnet, la mayor compañía de televisión de pago de Grecia, no se cansa de quejarse: los nuevos tributos le complican la vida a las empresas locales, y allanan el camino a las competidoras extranjeras.
Lo mismo se escucha en las reuniones de la patronal hotelera helena, donde la indignación no deja de crecer conforme la empresa de alquileres turísticos Airbnb gana cuota de mercado en el país.
La fuente de esta oleada de estupefacción empresarial es la novísima -y enésima- subida impositiva que Atenas ha tenido que aprobar conforme a las órdenes emitidas por sus acreedores desde Fráncfort. En la última ronda los griegos pagan aún más IVA y aún más impuesto de la Renta, en un intento imposible por cuadrar el presupuesto con una demanda interna inane y una economía que ha perdido el 25% de su tamaño desde 2008.
La subida de impuestos "creará condiciones extraordinariamente duras y favorecerá la competencia desleal por parte de empresas extranjeras que ofrecen servicios similares, pero cuyos beneficios no son gravados en Grecia", explica Papadopoulos.