Catedrático en la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de Harvard y execonomista jefe del Banco Interamericano de Desarrollo.

No esperamos que vengan piñas de Noruega ni papayas del Desierto del Sahara. Esas frutas tienden a crecer en lugares con mucho sol y mucha agua. ¿Por qué, entonces, es que los productos intensivos en energía como el acero provienen de países con pocos recursos energéticos como Japón y Corea del Sur?

En los últimos 60 años, algunas brechas de desarrollo entre los países se han estrechado notablemente. Pero otras han persistido. Y una se ha ampliado, con implicaciones preocupantes para el futuro.

Si no está roto, no lo arregles, dice el viejo adagio. Pero el plan de vacunación actual a escala mundial está muy "roto", pese a las apariencias, y nadie parece estar arreglándolo, a pesar de las consecuencias desastrosas para las vidas, el bienestar y la economía global. Éste se suponía que iba a ser el año de la recuperación. Pero, desde un punto de vista epidemiológico, no está cumpliendo las expectativas, y la dinámica actual sugiere que 2022 no será mejor.

Mark Twain supuestamente dijo que "la historia nunca se repite, pero rima". Sin embargo, por lo general lo que rima no son los hechos históricos subyacentes sino las narrativas que construimos a su alrededor. Las historias que contamos sobre el mundo repiten algunas ideas básicas que tal vez no sean necesariamente ciertas. Pero nos gusta creer que lo son porque hacen que el mundo sea más inteligible y moralmente menos ambiguo.

Seamos optimistas y supongamos que se descubre que una o más de las once vacunas contra el Covid-19 que hoy están en la Fase 3 de los ensayos clínicos son seguras y efectivas a comienzos de 2021. También imaginemos que la producción se puede acelerar rápidamente, para que los países puedan vacunar a una parte significativa de sus poblaciones a finales del año próximo.

Cuando arrojamos una pelota de tenis al suelo, rebota. Pero si tiramos una copa de vino, se hace trizas. Las economías de muchos países están en caída libre. ¿Rebotarán o se harán añicos? ¿Qué se puede hacer para garantizar una recuperación sólida?

La certeza es como un arco iris: maravillosa pero relativamente rara. Por lo general, sabemos que no sabemos. Podemos intentar remediarlo hablando con personas que pueden saber lo que queremos saber. ¿Pero cómo sabemos que saben? Si no podemos comprobar que efectivamente saben, debemos desconfiar en ellas.

Antes del Covid-19, el gasto en viajes de negocios alcanzaba un total de 1,5 billones de dólares al año (aproximadamente el 1,7% del PIB mundial). Ahora se redujo al mínimo, dado que los países han cerrado sus fronteras y se ha afianzado el distanciamiento social. Los aviones han permanecido en tierra, los hoteles están cerrados y los ejecutivos no ganan millas en sus cupones por ser viajeros frecuentes. Muchos empleos en el sector del turismo y de la hostelería están sintiendo las consecuencias. Pero si sólo se tratara de esto, el impacto, por más grande que fuera, probablemente sería mucho menor que la caída en el turismo internacional general, y fácilmente reversible una vez que terminara la pandemia.

Imagine que viene un huracán, pero los meteorólogos no saben si tocará tierra como una intensidad de categoría 2 o Categoría 5. ¿Para qué escenario debería usted prepararse?

Opinión | Ricardo Hausmann

L a crisis de Venezuela está pasando, inexorablemente, de ser catastrófica a ser inimaginable. El nivel de miseria, sufrimiento humano y destrucción ha llegado a un punto en que la comunidad internacional debe repensar cómo puede ayudar. Hace dos años, advertí que en Venezuela se avecinaba una hambruna similar al Holomodor de Ucrania entre 1932 y 1933. El 17 de diciembre, The New York Times publicó en su portada fotografías de este desastre, provocado por el hombre.