
Redactora de elEconomista.es
El verano, ese período lleno de luz, vacaciones y renovación del espíritu y los hábitos, suele estar ligado al amor y al nacimiento de nuevos vínculos sentimentales. Mayoritariamente, se trata de historias que aparecen y desaparecen tan rápido como un helado de vainilla y cookies de Häagen-Dazs (no, no se trata de publicidad encubierta, simplemente, no hay mejor helado de vainilla y cookies que ese). Sin embargo, las rupturas también suceden en el período estival, creando un claroscuro de enormes contrastes. Si es tu caso, te contamos cómo obviar el escenario del Summer Nights de John Travolta y Olivia Newton-John para sobrevivir a la oscuridad del duelo en medio de un sol asfixiante.
A principios de los años 60, el sector de la tecnología se burlaba de ellas. Las llamaban desde el diario The Times las "niñas del ordenador", y nadie tomó en serio al grupo de mujeres programadoras que, bajo el liderazgo de la matemática Stephanie Shirley y su compañía Freelance Programmers, revolucionaron el mundo de la empresa con una cultura radicalmente distinta y, contra los peores augurios, exitosa.
¿Sabías que la gilda fue el primer pintxo que se tomaba en las barras del País Vasco? ¿Y que fueron los veraneantes del interior de la Península los que bautizaron así a los manjares en palillo? Si además de adentrarte en las tradiciones y la historia culinaria vasca, te apetece aprender a cocinar un buen marmitako o unas croquetas de bacalao sin dramas, acabas de encontrar tu nueva biblia gastronómica.
Cuba ha realizado una apuesta fuerte por sus vacunas de elaboración propia contra el covid-19. Soberana 02 y Abdala, todavía en fase de pruebas, están siendo inoculadas ya a cientos de ciudadanos cubanos en un protocolo de tres dosis. Las expectativas son altas: la isla podría convertirse en el primer país en tener al 70% de su población vacunada con un antídoto de desarrollo y producción doméstica.
Hace siglos, los que ahora son considerados los hombres y mujeres más ricos, envidiados y respetados eran carne del infierno. Banqueros como Ana Patricia Botín, Carlos Torres o José Ignacio Goirigolzarri no hubieran podido esquivar una vida después de la muerte rodeados de demonios, ollas ardientes y temperaturas poco elegantes. Sin embargo, en el siglo XIII, la fuerza emergente del capitalismo logró torcer el brazo a la Iglesia y forzarla a inventar un ingenio para salvar a nuestros futuros banqueros del fuego eterno.