Coches y arte
El mundo de la automoción, tal como hoy la conocemos, comenzó a nacer -no deja de reinventarse- a finales del siglo XIX. Los primeros diseños, si bien simples en cuestión de física, sin las exigencias aerodinámicas de hoy en día, sí tenían, sin embargo, otra exigencia: la de la plasticidad, la del equilibrio, la del diseño de la época, que intentaba acercar esas máquinas del infierno a los cánones de arte y de belleza imperantes. Y esa virtud, esa necesidad, fue a más todavía en las siguientes décadas, cuando el mundo fue consciente de que los coches a caballos de vapor habían llegado para quedarse.