Presidente de ASTIC

La Unión Europea se enfrenta a un gran enemigo: ella misma. La economía comunitaria se está suicidando con Alemania como adalid de este harakiri colectivo. En nombre de una transición verde acelerada, la locomotora económica de la Eurozona ha gripado su motor, poniendo en riesgo no sólo su propia estabilidad, sino también la del continente en su conjunto. En 2010 el país germano adoptó la legislación Energiewende ("giro energético") con un enfoque hostil hacia los combustibles fósiles y la energía nuclear. Un paradigma que marcó el inicio de un cambio drástico en su estructura energética y económica y aunque la intención inicial buscaba un futuro sostenible, los resultados han sido devastadores: elevados costes energéticos, una industria cada vez menos competitiva y una creciente dependencia de países como China y Estados Unidos.

Me permito la licencia de tomar prestada la obra cumbre del maestro Milan Kundera, fallecido este verano, para titular este artículo que versa sobre un mal que afecta a nuestro país desde hace décadas: el cortoplacismo político. La cultura del regateo corto en la arena política es inexplicable en un país como España, con 46 años de democracia a sus espaldas, ya que afecta directamente a nuestro desarrollo y sostenibilidad.

En Europa circulan cerca de 12 millones de camiones. Un escenario, el transporte europeo de mercancías por carretera, en el que España se sitúa a la cabeza con países como Polonia o Alemania. La competitividad de nuestras empresas en este sector es innegable, a pesar de las mil y una piedras que se encuentran en su camino. Una de esta "chinitas", ahora convertida en pedrusco, es la transición energética. Recordemos que más del 96 % de los vehículos pesados funciona con diésel.

Opinión

La buena noticia de este relato es que hay muchos héroes de verdad. Personas, en su mayoría anónimas que están combatiendo en la primera línea de fuego de esta guerra contra el coronavirus. Lo menos positivo es tener que escribirlo en un momento donde se supone todo nuestro esfuerzo debiera estar encaminado a combatir la pandemia.

Tribuna

La "batalla" judicial entre algunas plataformas de distribución y sus supuestos colaboradores (autónomos) ha vuelto a poner sobre la mesa un viejo problema del mercado laboral español, la enorme diferencia de costes sociales (y responsabilidades societarias) entre los trabajadores asalariados (los llamados "trabajadores por cuenta ajena") y los "autoempleados" o trabajadores autónomos. Esa distorsión inducida por la normativa fiscal, laboral, social e incluso penal (recordemos la famosa compliance tan de moda en los últimos años, pero dejemos ese tema para otra ocasión) tiene especial relevancia en nuestro sector, el transporte por carretera y en concreto en nuestro país, donde la fragmentación empresarial destaca claramente sobre otros países de nuestro entorno.