"El bronceado es un mecanismo de defensa de la piel para protegernos del daño solar, sin embargo, cuando hay una predisposición o en pieles muy expuestas a los rayos UV es normal que después del verano se produzca un aumento de la hiperpigmentación. Los lentigos solares o el melasma son las manchas más habituales después del verano. Incluso aunque se haya usado protección solar pueden aparecer, ya que el problema es que no se suele utilizar en la cantidad recomendada o no se reaplica cada dos horas", explica la farmacéutica Rocío Escalante.