Redactor de elEconomista.es
El precio de la intervención

Mientras en el Congreso de los Estados Unidos el general retirado Jack Keane, halcón calificado por muchos como artífice de la derrota de la insurgencia iraquí, clama por una intervención en tierra para acabar con el ascendiente de Estado Islámico en Siria, la primera potencia mundial no deja de bombardear objetivos sobre el terreno sin tino.

En Papúa Nueva Guinea

La codicia de las grandes empresas mineras no tiene límites, ni siquiera físicos. A 1.600 metros bajo la superficie del mar de Bismarck, junto a Papúa-Nueva Guinea, una empresa quiere retar a los volcanes y a todos los estudios científicos que advierten del peligro medioambiental, y crear una gigantesca explotación submarina usando robots.

Industria aeronáutica

Los telediarios de los canales de información contínua bombardeaban a su audiencia a última hora del domingo en Europa con la noticia de que Francia había bombardeado posiciones del ISIS como represalia a los ataques terroristas de París. Y sin embargo, no había novedad en la noticia: Francia realizó su primer ataque en Siria hace más de un mes -el pasado 27 de septiembre-... y entonces ya había realizado más de 250 misiones contra el ISIS en espacio aéreo iraquí.

La intimidad no pasa de moda

Hace ya años que la vigilancia masiva por parte de los estados dejó de ser un recurso facilón para las películas de Hollywood. Hasta qué punto no habrán descontado ya los usuarios que la creación distópica del Gran Hermano de Orwell es su pan de cada día, que tres de cada cuatro españoles afirman que estarían encantados de venderles sus datos a las empresas a cambio de algo que ni siquiera tendría por qué ser dinero.

Transporte masivo

El Airbus A380 se ha hecho famoso gracias a aerolíneas como Emirates, dedicadas a atraer a los viajeros más adinerados con ofertas como un apartamento completo dentro del avión. Ahora, la propia Emirates ha cambiado de tercio y se ha decidido a maximizar el aprovechamiento.