Los profesores llevamos treinta años, al menos, con la misma canción: la tecnología va a entrar en las aulas y nos va a dejar sin trabajo. O nos va a reciclar. O quizá, incluso, nos dinamice. Ser profesor implica aprendizaje y actualización continuos en el contenido y, sobre todo, en la metodología. Si enseñamos lo mismo que enseñábamos hace un siglo, con la metodología del siglo pasado y las herramientas de hace unos pocos años, difícilmente podremos agitar el árbol del conocimiento.