CFA, es miembro de CFA Society Spain y responsable de Estrategias de Inversión Banca Privada, BBVA AM
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El sólido arranque de año en las bolsas europeas ha devuelto a la región a los titulares. Con subidas de doble dígito en los principales índices y un comportamiento relativo superior al estadounidense, han resurgido las voces que interpretan este movimiento como el inicio de un cambio de régimen estructural para la renta variable europea. ¿Está justificado este nuevo optimismo?

Es un hecho: nos ha tocado vivir el peor primer semestre para las acciones mundiales del último medio siglo. La combinación de unas resistentes y elevadas tasas de inflación, junto con un giro muy agresivo por parte de los principales bancos centrales del mundo, el grave empeoramiento de los riesgos geopolíticos y los coletazos de la pandemia, han resultado ser un cóctel indigesto para unos mercados bursátiles que han retrocedido una media del 21% en los primeros seis meses.

La pandemia de COVID-19, además del profundo daño humano y económico global, ha supuesto prácticamente el fin de la capacidad de diversificación de la renta fija soberana en los países desarrollados.

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Cualquiera que trabaje en el sector financiero (particularmente en banca privada) tiene un especial temor a los meses de agosto. En nuestra memoria está muy presente el verano de 1998, cuando sufrimos el default ruso y los meses de agosto de 2011 y 2012, cuando la crisis del euro no nos dejó disfrutar de unas vacaciones apacibles.

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En el año 1970, el ingeniero estadounidense Simon Ramo publicó el libro Extraordinary tennis for the ordinary player. En él, básicamente defendía la tesis de que el tenis son en realidad dos juegos diferentes: un juego del ganador, que es el que practican los jugadores profesionales, y un juego del perdedor, que aplica al resto de jugadores.

Álvaro Manteca González

La primera mitad del año 2017 se ha caracterizado por un régimen de volatilidad de los activos de riesgo extraordinariamente benigno. La volatilidad es una medida de la dispersión de las rentabilidades de los activos financieros respecto a su media y es la más utilizada a la hora de ponderar el riesgo de las inversiones.