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Ana Duato: la justicia desmonta el caso contra la actriz de 'Cuéntame' pero el calvario sufrido no lo olvidará

Después de casi una década bajo sospecha, titulares y desgaste personal, Ana Duato ha sido absuelta de todos los cargos de fraude fiscal en el marco del conocido caso Nummaria. La Audiencia Nacional ha resuelto que la protagonista de Cuéntame cómo pasó no tuvo conocimiento ni participación voluntaria en las maniobras fiscales que se le atribuían. También ha sido exonerado su marido, el productor Miguel Ángel Bernardeau. Ambos han salido libres de culpa, pero no indemnes: lo que se les arrebató fue el derecho a vivir sin sospecha, y lo que les queda es reconstruir la imagen después del vendaval mediático.

La sentencia de la Sección Segunda de la Sala de lo Penal, que se extiende a lo largo de 275 páginas, ha servido para limpiar el nombre de Duato y también para dejar en evidencia una de las caras más oscuras de los macroprocesos judiciales: el daño irreparable causado por la llamada "pena de Telediario". Años de exposiciones públicas, filtraciones selectivas y análisis precoces sobre culpabilidades que ahora se muestran, una vez más, precipitados.

Desde que su nombre apareció vinculado al caso, Ana Duato dejó de ser solo una figura querida de la televisión para convertirse en blanco recurrente de tertulias judiciales y titulares cargados de sospecha. A pesar de que nunca dejó de negar su implicación directa, su reputación profesional se vio manchada, su agenda de trabajo afectada y su imagen pública golpeada. Durante parte de este tiempo siguió interpretando a Mercedes Alcántara en Cuéntame con una profesionalidad que contrastaba con el silencio impuesto por el proceso judicial.

La sentencia recoge que "no se acredita que la acusada tuviera conocimiento suficiente del mecanismo de defraudación" y subraya que fue víctima de una estructura diseñada por su asesor, Fernando Peña, quien sí ha recibido una de las condenas más severas en la historia reciente del derecho penal económico en España: 80 años de prisión por numerosos delitos fiscales y falsedad documental.

El fallo absuelve a Duato no por falta de pruebas, sino porque, a juicio del tribunal, nunca hubo voluntad delictiva ni dominio del hecho por parte de la actriz. En términos jurídicos, la sentencia desmonta la acusación con rotundidad, dejando claro que lo que existió fue una confianza ciega —quizá ingenua, pero no punible— en los expertos que gestionaban sus asuntos fiscales.

La vía distinta por la que optó Imanol Arias: dos años y dos meses de condena

En contraposición, su compañero en la serie, Imanol Arias, optó por una vía distinta. Acogiéndose a un acuerdo de conformidad con la Fiscalía Anticorrupción, aceptó una condena de dos años y dos meses por cinco delitos fiscales. La pena, al ser inferior a los dos años y medio y no contar con antecedentes, permite al actor evitar el ingreso en prisión. No obstante, deberá afrontar cuantiosas multas y devolver el dinero defraudado, lo que representa un reconocimiento de responsabilidad en términos penales.

El caso de Arias, aunque resuelto, deja un sabor amargo. Por la mancha judicial sobre su carrera y por la presión que lo condujo a pactar una condena sin agotar la vía probatoria. Su decisión responde a una estrategia habitual en los últimos años: evitar la incertidumbre de un juicio largo y mediático aceptando una pena negociada. Lo que muchos califican como "justicia transaccional", donde el miedo al castigo —y al escarnio público— puede empujar incluso a quienes podrían haber acreditado su inocencia en juicio. Famosos son los casos del actual entrenador Del Real Madrid Xabi Alonso, que ganó o los de Cristiano Ronaldo o Shakira que decidieron pactar y pagar.

La diferencia entre ambos caminos —el de la absolución plena y el del pacto para esquivar prisión— pone en relieve la brutal asimetría a la que se enfrentan los encausados mediáticos. Para Ana Duato, el proceso ha supuesto casi diez años de vigilancia mediática, restricción de oportunidades profesionales y una constante erosión emocional. Una sanción social anticipada que ningún fallo posterior repara del todo. Es la "pena de Telediario", tan temida por los acusados como la prisión, y muchas veces más demoledora en lo personal y lo profesional.

Miguel Ángel Bernardeau, esposo de Duato y productor de la longeva serie de TVE, también ha sido absuelto. El tribunal considera que ninguno de los dos tuvo participación activa ni conocimiento real de las operaciones opacas que orquestó el asesor Fernando Peña, quien ideó un entramado fiscal utilizando sociedades en el extranjero para ocultar ingresos y minimizar la carga impositiva de sus clientes. Su figura emerge en la sentencia como el verdadero responsable de las irregularidades, eximiendo así a quienes confiaron en su asesoramiento profesional.

Este fallo marca un antes y un después en la percepción social de los casos mediáticos, y es también una llamada de atención sobre los efectos colaterales de la judicialización de rostros conocidos. La reparación llega, pero tarde. El juicio mediático ya se ha celebrado, y en muchas ocasiones, es más contundente que el judicial.

Ana Duato se va del proceso con la frente alta, pero con cicatrices visibles. No solo ganó en el tribunal, sino que resistió en silencio una década de sospechas. El tiempo dirá si la opinión pública tiene la misma capacidad de rectificar que la justicia. Lo que está claro es que su caso será estudiado no solo en facultades de derecho, sino también en escuelas de periodismo, como ejemplo de cómo el foco público puede amplificar injusticias antes de que los jueces hablen.

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