
Para cualquier ser humano, recibir un rayo es sinónimo de muerte. Ahora bien, en plena selva tropical existe un árbol que no solo sobrevive al impacto, sino que lo convierte en una ventaja. Como era previsible, esto ha generado cierto debate en las redes sociales, sobre todo 'X' (antes Twitter).
Se trata de Dipteryx oleifera (más conocido como eboe, choibá o haba tonka), que vive en numerosos países como Panamá, Colombia o Nicaragua y es capaz de utilizar los rayos como un arma secreta para eliminar a sus competidores, crecer más alto y dominar el bosque.
En profundidad
A diferencia de otras especies que se carbonizan o se parten tras una descarga eléctrica, la Dipteryx oleifera aguanta -y de forma contundente- el golpe. Y mientras resiste, a su alrededor suceden dos cosas: las enredaderas parásitas mueren y los árboles vecinos, en un gran porcentaje de casos, tienen el mismo desenlace.
Por desgracia, son muchos los rayos que matan cientos de millones de árboles al año. Este árbol, de hecho, gracias en buena parte a su altura y a la forma de su copa, tiene más probabilidades de ser alcanzado. Y, sin embargo, sobrevive, siendo una envidia para algunos y un gran referente para otros expertos.
Más detalles
Es más, según un estudio publicado en la revista 'New Phytologist' y encabezado por el ecólogo forestal Evan Gora, el cual pertenece al Instituto Cary de Estudios de Ecosistemas, los ejemplares de esta especie resistieron impactos directos de rayos con daños mínimos, mientras otros árboles cercanos se marchitaban o morían.
En concreto, la investigación analizó 93 árboles alcanzados por rayos en los bosques tropicales de Panamá, incluido nada más y nada menos que nueve ejemplares de Dipteryx oleifera. "Ver que hay árboles que reciben el impacto de un rayo y no sufren daño fue simplemente alucinante", relató abiertamente el experto.
A tener en cuenta
En algunos casos, un solo rayo que impactaba en uno de estos árboles provocaba la muerte de hasta nueve árboles vecinos. ¿El motivo? Está bastante claro: la electricidad se transmitía a través de las lianas y ramas en contacto o saltaba entre copas cercanas.
El resultado es más que evidente: más espacio libre, más luz y menos competencia. Como esta especie puede vivir cientos -e incluso más de mil años-, cabe destacar que es probable que a lo largo de su vida reciba varias descargas y las supere.