
Mantener la casa fresca se convierte en un desafío a medida que suben las temperaturas. Las tardes se vuelven pesadas, las noches más difíciles para dormir y cualquier gesto cotidiano, cocinar, descansar, trabajar, se resiente cuando el calor se acumula en las habitaciones.
Ante este calor persistente, muchos optan por encender el aire acondicionado, pero no siempre es posible por el gasto energético, el impacto ambiental o porque simplemente no se dispone de uno. Y la pregunta se repite en muchos hogares: ¿cómo refrescar la casa sin que la factura de la luz se dispare?
La buena noticia es que existen formas sencillas, eficaces y sostenibles de mantener el hogar más fresco. Además, no requieren de grandes inversiones ni aparatos sofisticados: basta con seguir algunos hábitos y aprovechar recursos naturales para reducir varios grados la temperatura interior.
Cómo mantener la casa freca
En verano, ventilar durante el día puede ser contraproducente si el aire exterior está caliente. Lo recomendable es abrir ventanas a primera hora de la mañana y al caer la noche, cuando las temperaturas son más suaves. Durante las horas centrales, lo mejor es mantener la casa cerrada y a oscuras.
Abrir dos ventanas o puertas opuestas permite crear una corriente de aire natural que refresca los espacios. El efecto túnel, especialmente en pasillos, acelera este movimiento de aire. Si es posible, puedes combinarlo con un ventilador para potenciar su efecto.
Alfombras, cortinas gruesas, fundas de sofá o edredones contribuyen a retener el calor. Sustituirlos por tejidos más ligeros y frescos, como el lino o el algodón, ayuda a mejorar el confort térmico. Es un cambio estacional que puede marcar la diferencia en la sensación térmica de tu hogar.