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Un español se va a vivir a Suiza y lo que pasa allí le cambió por completo: "Te obsesionas y te acostumbras"

Joven español viviendo en Suiza | suiza.en.espanol

Mudarse a Suiza implica mucho más que aprender un idioma o adaptarse al clima. Según la visión de un español que reside allí desde hace años, la cultura suiza puede llegar a moldear de forma progresiva ciertos hábitos hasta transformar aspectos clave de la personalidad. Lo que en otros países puede considerarse normal, en Suiza, según su experiencia, toma un giro completamente distinto.

Así lo explica el creador de contenido @suiza.en.espanol en uno de sus vídeos más recientes, donde detalla cómo, tras un tiempo viviendo en el país, comienzan a aparecer pequeñas pero contundentes transformaciones. A ese fenómeno lo denomina "el proceso de ensuizarte": una adaptación silenciosa que, en su opinión, todos los residentes terminan experimentando.

Diferencias notables

En Suiza, llegar tarde no solo se considera una descortesía: puede llegar a verse como una auténtica ofensa. Con el tiempo, y según relata este creador de contenido, la puntualidad deja de ser una obligación externa para convertirse en una norma interiorizada. Tanto es así que, cuando se incumple, puede generar una fuerte sensación de incomodidad e incluso culpa.

Otra transformación frecuente tiene que ver con el tono de voz, especialmente en espacios públicos como el tren, donde lo habitual es hablar casi en susurros. Con el tiempo, según cuenta este creador, incluso las conversaciones familiares, antes más ruidosas, se convierten en intercambios suaves y discretos, marcados por la contención y el respeto al entorno.

Esa contención acústica se extiende a otros ámbitos de la vida diaria. El oído, acostumbrado a la tranquilidad exterior, se vuelve más sensible: ruidos antes imperceptibles, como portazos o tacones, empiezan a resultar molestos. La calma ambiental agudiza la percepción del sonido y fomenta una búsqueda casi instintiva de silencio.

Obsesión con el reciclaje

El reciclaje no es una opción, es una obligación moral. Separar correctamente papel, vidrio, plástico y cartón se convierte en una obsesión. Un simple error al desechar algo en el contenedor equivocado provoca una sensación de haber cometido una infracción grave. El creador de contenido explica que incluso "llegas a obsesionarte".

Además, según @suiza.en.espanol, se pierde la capacidad de sorprenderse con respecto a los precios: un café a cinco euros deja de ser un motivo de queja. "Se asume el coste como parte de la rutina y te acostumbras a pagar sin mirar", asegura.

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