
La Barcelona Wine Week (BWW) 2024, que abrió este lunes las puertas de su cuarta edición en el palacio 8 del recinto Montjuïc de Fira de Barcelona, ha superado todas las previsiones y ha colgado el cartel de completo, con la venta de entradas deshabilitada.
De hecho, está en overbooking, con unas 1.100 personas que el primer día no podían conseguir acceso al salón profesional que se ha convertido en el referente del vino español de calidad (con todas las comunidades autónomas representadas), tanto para expositores como para compradores.
La organización del evento ya completó la comercialización del espacio expositivo en junio, con bodegas que no han tenido hueco para esta edición pero ya tienen reserva para 2025. Por parte de los asistentes, a finales de la semana pasada se disparó la demanda de acreditaciones por encima de lo habitual, y ahora se están gestionando las peticiones según categorías profesionales y casuísticas, como personas que habían reservado vuelo y hotel pero esperaron al último momento para canjear su invitación pensando que no habría problemas de aforo.
Sin embargo, hasta en dos ocasiones se cerraron este lunes las puertas de la feria por aforo completo, que es de unas 7.000 personas simultáneamente, de forma que había que acompasar entradas y salidas del recinto.
La Barcelona Wine Week auguraba más de 20.000 visitantes en sus tres días de feria hasta este miércoles 7 de febrero, en una edición de récord que ha crecido un 15% en número de expositores, hasta 952, y con un 20% de peso internacional, donde se incluyen 650 importadores y compradores internacionales invitados por la organización de países estratégicos para la exportación como Estados Unidos, Alemania, Canadá, Países Bajos, Reino Unido y China, que ha vuelto con fuerza al salón.
También han confirmado su invitación más de 1.000 compradores del mercado nacional, y durante tres días se suceden más de 70 conferencias, catas y mesas redondas estructuradas en ejes temáticos, con más de 160 ponentes.
En este contexto, los organizadores ya están preparando la ampliación del evento para la edición 2025, aunque seguirá en el recinto Montuïc de Fira de Barcelona porque es uno de los puntos mejor valorados por expositores y visitantes, detallan.
A nivel cualitativo, la Barcelona Wine Week pretende contribuir a que el vino español gane en valor a nivel global y en consecuencia también en precio. Y es que España es el primer exportador de vino del mundo en volumen pero el tercero en valor, y exporta el 70% del vino que produce.
Variedad y singularidades
En la BWW 2024 participan 73 Denominaciones de Origen y otros sellos de calidad de toda España, aunque las que están representadas con más bodegas son Ribera del Duero, Rioja y Cava.
Y entre las novedades singulares de este año figuran ejemplos como Altolandon (D.O. Manchuela, Cuenca) y su Vino de hielo, vendimiado en enero a temperaturas de entre -5ºC y -10ºC. Es un vino naranja elaborado en tinajas de variedades blancas fermentadas con pieles. Sus viñedos, algunos con más de 100 años, están a 1.100 metros de altura.
Familia Escudero (D.O.Ca La Rioja) presenta B.E.A. 1956, un vino envejecido durante 60 años. En 1956, Benito Escudero seleccionó las mejores uvas de su viñedo más viejo, las extendió al sol sobre plantas de tomillo y las fermentó en hormigón. El vino resultante ha envejecido 59 años en barricas de roble.
Por su parte, Hammeken Cellars presenta un vino parcialmente desalcoholizado e infusionado con jazmín y té negro, diseñado para maridar con comida asiática. Además, presenta MyZero, su primera marca 0,0%.
También Grandes Vinos (D.O. Cariñena) presenta un blanco (macabeo), un rosado y un tinto (garnacha) sin alcohol: Monasterio de las Viñas 0,0. La bodega se introduce en la creciente categoría de los sin alcohol utilizando una novedosa técnica que permite la recuperación total de los compuestos de sabor originales.
Y más allá del contenido, mirando también al continente, Perelada (D.O. Empordà) presenta Obsequi de L'Empordà 2023, envasado en una de las botellas más sostenibles del mercado. Es ligera, rugosa y con ligeras variaciones de color, imperfecciones con las que se reduce el vidrio rechazado (los residuos de fabricación caen a menos del 10%). Reduce su impacto ambiental entre un 30 y un 50%.