Actualidad

Muere Berlusconi, el inventor del populismo italiano

  • El empresario formó su imperio mediático a través de emisoras locales
  • Usó su influencia mediática para alzar a su partido, Forza Italia, hacia la presidencia
Milánicon-related

La muerte de Silvio Berlusconi marca el fin de una era. El anciano líder conservador, fallecido a los 86 años a causa de una leucemia, fue durante casi tres décadas un protagonista de la policía transalpina e internacional. Anteriormente fue celebrado por su éxito empresarial, habiendo inventado en Italia un modelo de televisión comercial que luego exportó con éxito a otros países como España. A pesar de ser Roma la capital del país, Berlusconi siempre ha tenido como cuartel general su mansión en las afueras de Milán, la capital económica donde había nacido en 1936, hijo de un funcionario de banco y de un ama de casa. Allí murió esta mañana a las 9.30 horas en el hospital San Raffaele, a unos escasos kilómetros de donde hace medio siglo empezó su increíble trayectoria empresarial y política.

Berlusconi se hace famoso en los años setenta con el negocio inmobiliario. Su proyecto estrella es la creación de una ciudad satélite, sumergida en una zona verde, para profesionales y empresarios en las afueras de Milán que, con la escasa modestia que siempre le ha caracterizado, llama "Milano 2". Allí lanza su primer canal de televisión por cable: TeleMilano. Es la semilla de lo que en poco años se convertirá en un imperio mediático. Gracias a su cercanía con la política, y en particular con el entonces líder socialista Bettino Craxi, Berlusconi se aprovecha del vacío legal sobre las emisoras privadas de televisión. En los años 80, la ley transalpina consentía la existencia de emisoras locales pero no nacionales que podrían entrar en competencia con la televisión estatal RAI.

El hábil empresario primero recurre a una artimaña: compra una serie de emisoras locales que emiten al mismo tiempo el mismo programa registrado, bajo el logotipo de su holding: Fininvest. Luego, en 1990, consigue que el Parlamento legalice la situación de su emisoras: es el nacimiento de la televisión comercial italiana, un modelo que Berlusconi intentará exportar en otros países europeos como Francia (donde experimentó el fracaso de su cadena La Cinq) y España (donde cosechó el éxito de Telecinco). Los tres canales de Fininvest (que luego se convertirá en Mediaset y ahora en Media for Europe-MFE) son muy diferentes con respeto a los de la televisión pública, hasta aquel tiempo administrada por el principal partido de Gobierno, Democracia Cristiana, y caracterizada por cierto moralismo. Berlusconi propone la imagen de un país exuberante y hedonista, permeado por el optimismo de los años ochenta que se basa en la exaltación del éxito económico que el empresario encarna perfectamente.

Todo esto no sirve solo para vender publicidad (y mucha, con respeto a los límites legales de la televisión pública) sino también para construir un imaginario que unos años después se convierte en un manifiesto político. Cuando los principales partidos italianos colapsan bajo un enorme escándalo de sobornos, conocido como Tangentopoli, Berlusconi "sale al campo" político con la imagen del empresario de éxito. En un célebre discurso televisado anuncia que funda el partido Forza Italia para parar el ascenso de la izquierda post-comunista: "no quiero vivir en un país iliberal, gobernado por fuerzas inmaduras y hombres vinculados a un pasado políticamente y económicamente fallido", declaró tras haber anunciado con énfasis: "Italia es el país que amo"

El inventor del populismo

En 1993, cuando la política europea no conoce todavía la difusión del populismo, Berlusconi lanza una campaña electoral que tendrá muchos imitadores en las décadas posteriores. Su "partido-empresa" es un partido de su imagen, sin las estructuras territoriales de las fuerzas tradicionales, cuyo mensaje se funda en emplear hábilmente el medio televisivo y en hacer un llamamiento con un supuesto peligro comunista. El propio nombre de ese partido es una obra maestra de populismo: Forza Italia, es el grito de todos los que apoyan a la selección nacional de fútbol.

En su nueva etapa política, Berlusconi consigue atraer otras fuerzas a su alrededor empezando por la post-fascista Alianza Nacional de Gianfranco Fini que fue su brazo derecho y el mentor de la actual presidente italiana, Giorgia Meloni.

Con la elección a primer ministro en 1994 empiezan también sus problemas judiciales: una investigación derrumba a su primer Gobierno, unos meses después de su formación, pero Berlusconi no se da por vencido. Elección tras elección consigue marcar con su mensaje la política italiana. Las campañas basada en el culto de su personalidad, el victimismo frente a los problemas judiciales y la polarización de la escena política y de la opinión pública en dos bandos, uno a su favor y uno en su contra, son todos ingredientes de la política populista que el empresario introduce por primero en el país.

Cada vez que tropieza con un problema, Berlusconi vuelve a levantarse, reforzando el mito del empresario incansable y de éxito: en la primera década del siglo los escándalos sexuales le afectan, pero no derriban a su Gobierno que sin embargo cae por un violento ataque de los inversores: En noviembre de 2011 con la prima de riesgo por encima de los 500 puntos básicos y el país al borde de la quiebra, Berlusconi dimite. Parece su fin, pero sólo es un paréntesis. Como lo es, en 2013, su inhabilitación a ejercer el cargo de senador por una condena definitiva por fraude fiscal.

Vuelve por última vez al centro de la escena política en septiembre de 2022 con la abrumadora victoria en las generales de Giorgia Meloni, que fue en el pasado ministra de uno de sus gobiernos. A pesar de la popularidad de la líder derechista, Berlusconi consigue quitarle protagonismo durante la formación de Gobierno, poniendo en vilo el nacimiento del Ejecutivo para conseguir más influencia en el gabinete.

Ni la muerte le impedirá ser en el futuro protagonista de la vida de su país. Los adversarios, pero sobre todo sus aliados, ya se preguntan sobre su herencia política y empresarial: el partido centrista Forza Italia, que tiene el 7% de los votos, se propone como fiador de los valores populares europeos y es codiciado por la ultra Meloni. Así como un imperio mediático que a pesar de la potencia de las redes sociales, sigue teniendo mucha capacidad de condicionar la opinión pública del país. En fin, Berlusconi ha muerto, pero quizás es muy pronto para afirmar que ha llegado al final.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky