
El comercio electrónico a raíz de la pandemia ha convertido a Internet en un coladero de falsificaciones de todo tipo que se venden sin ningún control, a pesar de los esfuerzos llevados cabo desde hace años por las marcas, la Euipo (la Oficina Europea de Propiedad Intelectual), la OCDE y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
A nivel mundial, el volumen de ventas de artículos falsificados supera ya los 500.000 millones de dólares (511.000 millones de euros), lo que equivale a un 3,3% del comercio global. Las previsiones apuntan a que el año que viene el 60% de las imitaciones y productos falsos se venderán ya a través de Internet, dejando ya en un segundo plano a los top manta, ahora totalmente digitalizados.
Es una situación, en cualquier caso, que no queda relegada ya a la ropa, los cosméticos o los juguetes infantiles, sino que afecta también a los medicamentos, la comida, las piezas automovilísticas, los electrodomésticos e incluso productos químicos y de seguridad y defensa.
El director general de la Asociación para la Defensa de la Marca (Andema), Gerard Guiu, muestra su preocupación porque "el 50% de los jóvenes de entre 15 y 25 años reconoce haber comprado un producto sabiendo que es falso" y advierte de que "no se trata ya solo de un delito de falsificación, sino también un atentado contra la salud pública e incluso la seguridad vial, teniendo en cuenta de que se están vendiendo desde medicinas hasta volantes para el coche".
Según los últimos datos disponibles de la Euipo, en 2020 la cifra de pérdidas ocasionada por la venta ilegal a través de Internet ascendía a 19.000 millones de euros, una cifra que en España se eleva hasta los 2.200 millones. El sector más afectado es el de cosmética y cuidado personal, que sumaba pérdidas de 1.100 millones de euros, seguido muy de cerca de los medicamentos con 500 millones.
"El comercio ilícito de productos falsificados y pirateados supone un gran reto para la economía mundial. Es peligroso para los consumidores, perjudica el crecimiento económico y alimenta la delincuencia organizada, que puede socavar la confianza en el funcionamiento de los mercados y en el Estado de Derecho", dice Christian Archambeau, director general de la Euipo. Y lo peor, según dice, es que "la pandemia del Covid-19 ha exacerbado los problemas existentes al de las cadenas de valor, modificando la demanda de los consumidores y, en consecuencia, abriendo nuevas oportunidades para las redes de comercio ilícito. Los responsables políticos necesitan pruebas empíricas sólidas para actuar contra esta amenaza", apunta Archambeau.
Tan solo en el último año, a nivel mundial se han notificado más de 33.000 casos de falsificación, casi la mitad de ellas en la Unión Europea. La mayoría de los productos llega procedente del continente asiático. Los datos de la OCDE son contundentes: el 52% procede de la China continental y otro 27% de Hong Kong. En tercer lugar figura Turquía con un 10% y Singapur con un 5%, quedando ya por detrás, con participaciones mucho más pequeñas países como Emiratos Árabes Unidos, Rusia o Marruecos.
La paquetería
Selva Orejón, experta en ciberinvestigación y protección de la identidad, además de CEO de la firma Onbranding, explica como "están llegando contenedores enteros, especialmente de ropa, de China a Turquía con falsificaciones para distribuir posteriormente a través de la pequeña paquetería por toda Europa".
El director general de Andema alerta, de hecho, que "la mensajería se ha convertido en un problema creciente en Aduanas" y que la falta de medios para interceptar los productos falsos facilita que se produzca el coladero. De acuerdo con los datos de la Euipo, un tercio actualmente de las incautaciones realizadas por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado se produce, de hecho, por esta vía, con la pequeña paquetería. Un 15% se incauta a través del correo urgente y otro 8% directamente en los aviones de carga.
Guiu y Orejón alertan de que una de las máximas preocupaciones en este momento está en los medicamentos falsos, cuya distribución ha aumentado de forma exponencial. "En diciembre de 2020 detectamos ya un auge en la distribución de medicamentos falsos y productos sanitarios, que se disparó después con la llegada a la web de vacunas y supuestos fármacos para combatir la pandemia y aliviar los síntomas del Covid", dice Orejón.
Después de los seis primeros meses de pandemia, con la salida de las primeras vacunas, "hubo una oleada de falsificaciones no solo de las vacunas, sino también de pasaportes Covid, mascarillas y hasta test de antígenos", explica la experta. De hecho, en plena pandemia, entre los años 2020 y 2021, el 60% de las mascarillas compradas por Internet eran falsas.
Aunque la venta de productos para el coronavirus se ha relajado ahora ante la percepción ciudadana de un menor peligro y la eliminación de restricciones, hay otros muchos fármacos cuya venta crece sin freno en Internet. Es el caso, por ejemplo, de los anabolizantes catalogados como productos estacionales. Y, según cuenta Guiu, de "todo aquellos que al consumidor le provoca un cierto pudor pedir en la farmacia de forma presencial". Así, la venta de viagra falsa o preservativos sin control imitando a las marcas originales se extiende por la Red.
Los datos ofrecidos a este periódico por la Agencia Tributaria, demuestran que las incautaciones llevadas a cabo en las aduanas se han multiplicado por 75 veces desde 2015, pasando de 12 intervenciones hasta 901 el año pasado. No obstante, desde la Agencia Tributaria alegan que "el incremento en el número de operaciones no tiene por qué tener correlación con la cantidad de producto incautado, ya que los infractores eligen formas muy dispares de intentar introducir la mercancía y se puede producir una atomización en los envíos. Por ejemplo, según dicen, "dentro de una maleta incautada en un aeropuerto pueden caber 100 cajas de medicamento, lo que es una operación. Pero puede ser que esas 100 cajas vengan en 100 maletas distintas y eso serían 100 operaciones distintas con la misma cantidad de producto enviado."
A raíz de estos datos se aprecia que la incautación de medicamentos para la disfunción eréctil se sitúa en 381, por encima de cualquier otro medicamento. La viagra de Pfizer es, de hecho, la gran estrella de las falsificaciones farmacéuticas en Internet. El abanico de medicamentos que se falsifica, en cualquier caso es muy extenso y va cada vez a más. Uno de los grandes problemas, es que hace apenas unos años toda la compra se realizaba a través de la deep web, que no es accesible a través de los buscadores estándar, y ahora estos productos están más visibilizados.
La automoción es otro de los sectores que también corren el riesgo de ser imitado, con productos como son las bujías, las pastillas de freno, los airbag, los cinturones e incluso los filtros de aceite y agua. En pérdidas representa 390.000 millones de dólares (396.339 millones de euros), según el último informe de la Euipo. El problema, sin embargo, reside en que se mezclan piezas originales con falsificaciones, por lo que cuando hay un accidente se da un "limbo jurídico de quien tiene la responsabilidad civil y penal", resalta el director de Andema.
El fraude alimentario también es otra de las grandes preocupaciones y que afecta no solo al consumidor, sino a toda la cadena de distribución. En este sentido, la Euipo ha rastreado el fraude del mercado del vino y las bebidas alcohólicas en España en 2019, detectó 438 millones de euros estafados. Por su parte, observando el mercado del aceite, en Europa las pérdidas relacionadas con estos fraudes se estiman en 1.500 millones de euros, en un mercado de 3.000 millones de euros.
Soluciones
"Ya estamos trabajando conjuntamente con la Guardia Civil y a nivel internacional. Aunque es esencial sensibilizar y concienciar a los consumidores de los riesgos de las compras por Internet", resalta Guiu.
Asimismo, Selva Orejón también pone el punto de mira en la persecución de las páginas web falsas, y resalta "aunque salga como que un producto está registrado, no significa nada. Simplemente tiene la patente en otro país". La multinacional suiza Sicpa, efectúa un etiquetado o marcación directa en los productos envasados utilizando tintas de alta seguridad, en algunos casos invisibles al ojo humano, que proporcionan una robusta medida de seguridad adicional. Esto es un claro ejemplo del uso de los códigos QR.