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Reino Unido y la UE negocian una tregua para la 'Guerra de las salchichas"

  • La solución más simple es que Londres acepte el reglamento europeo
Boris Johnson come una salchicha hojaldrada. Foto: Reuters.

La 'Guerra de las salchichas' entre la UE y Reino Unido está a punto de tomarse una tregua veraniega. Bruselas está estudiando extender la fecha a partir de la cual quedaría prohibida la importación de carne fresca en Irlanda del Norte, prevista para este 30 de junio. Un movimiento solicitado por Londres y que la UE espera que sirva para negociar un acuerdo permanente. En otras palabras, como con el acuerdo de salida del Brexit, pero aplicadoe sta vez a los supermercados.

La crisis llega porque Irlanda del Norte forma parte del mercado común europeo, por lo que los productos que se venden allí deben cumplir con los requisitos fitosanitarios establecidos por Bruselas. Dado que Gran Bretaña se niega a unirse a ese reglamento, el comercio de productos cárnicos entre ambas partes debería estar prohibido, pero el acuerdo firmado por las dos partes en las Navidades pasadas dejó seis meses de transición para negociar algo mejor en este aspecto. Y, fiel a sus costumbres, Boris Johnson ha esperado hasta el último día antes de reconocer que no ha preparado nada a tiempo y pedir una nueva prórroga.

El vicepresidente de la Comisión Europea, Maros Sefcovic, ha aconsejado a los representantes de los Veintisiete aceptar la extensión, aunque todavía no se sabe si será durante tres meses, como ha pedido Johnson, o más tiempo. Pero los socios europeos, con Irlanda a la cabeza, exigen negociar una solución permanente para evitar prórrogas infinitas.

La situación es especialmente compleja por la fuerte división social de la provincia británica. Los unionistas consideran que levantar una barrera comercial dentro del Reino Unido es una traición y el primer paso antes de su entrega definitiva a Irlanda, y no perdonan que Johnson, líder del Partido Conservador y Unionista de Reino Unido -por darle su nombre completo- mintiera a los unionistas norirlandeses y firmara un acuerdo tan perjudicial para ellos. Pero la otra solución, implantar una frontera interna en Irlanda, es inaceptable para Dublín y para las fuerzas pro-irlandesas en la provincia, después de un siglo de guerra civil larvada por la partición de la isla.

Esta crisis ya se ha llevado por delante a dos líderes del Partido Unionista Democrático (DUP), socios de los conservadores en Londres en la anterior legislatura, incapaces de gestionar la rabia acumulada entre sus filas, que se ha traducido en semanas de disturbios en Belfast durante la pasada primavera. El último de sus líderes, Edwin Poots, duró apenas tres semanas en el cargo, y tuvo que dimitir tras pactar con los nacionalistas del Sinn Féin declarar al irlandés como idioma cooficial en Irlanda del Norte.

Una solución al conflicto salchichero podría ser que Londres aceptara las regulaciones cárnicas europeas, un movimiento que eliminaría de un plumazo el 80% de los controles entre las dos partes del país y aligeraría muchísimo el conflicto interno en la provincia. El presidente de EEUU, Joe Biden, animó a Johnson a tomar esta decisión en su visita al país por la cumbre del G-7, prometiendo al premier que eso no supondría un obstáculo para firmar un hipotético acuerdo comercial EEUU-Reino Unido. La pregunta ahora es si Johnson aceptará esta solución, o si primero harán falta varias prórrogas más y otro año de discusiones.

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