Europa se ha encontrado ante la necesidad de ir con todo hacia un rearme masivo, al tiempo que reestructura sus pedidos para reducir la dependencia de EEUU. Este proceso ha puesto en el centro del debate a España, que lleva una década atrapada en una discusión interna ante la necesidad de renovar su gran red de cazas F-18 Hornet de Douglas. Estos modelos fueron comprados en los años ochenta, cuando eran la tecnología puntera (era el mítico caza de Top Gun). Sin embargo, tras casi cuatro décadas el país ibérico tiene la necesidad de renovar más de 90 aeronaves (sumandos los F-18 y los Harrier). Hasta ahora se pensaba que los modernos F-35 eran el paso lógico, pero los países de la OTAN están cancelando a ritmo acelerado los pedidos y España podría estar al borde de dar el mismo paso para diversificar su portfolio de aviones de guerra con los que complementar al que será la columna vertebral de su fuerza aérea: el Eurofighter Typhoon.
El F-35 Lightning II es el orgullo de la industria militar de Estados Unidos y una fuente importante de ingresos debido a las ventas a otros países. Lockheed Martin ha fabricado más de mil unidades y la aeronave se ha convertido en uno de los mayores éxitos comerciales de las últimas décadas. Eso era hasta ahora. La desconfianza que tienen los aliados atlantistas hacia Washington ha traído dos consecuencias: el rearme europeo, como quería Donald Trump, pero buscando sus propias armas.
Alemania, Canadá, Portugal y Turquía ya han anunciado que rechazarán, o disminuirán al mínimo contractual, las compras de los F-35. Por ejemplo, Turquía ha conseguido cerrar los flecos para adquirir 40 cazas Typhoon, de fabricación europea. Este cambio de política de adquisiciones pone en un serio aprieto a España, que necesita renovar los cazas tanto del Ejército del Aire como de la Armada.
Una operación que llevaba años de negociaciones ahora se encuentra ante un giro paradigmático. En diciembre el mismo jefe de la fuerza aérea española, Francisco Braco, hablaba de este tema, alegando que están buscando el avión "ideal" para complementar al Eurofighter: "Siempre hemos tenido dos flotas de cazas porque si se detecta una falla estructural en una de ellas, necesitamos otro avión para seguir volando". En ese sentido Braco se mostraba escéptico ya entonces respecto al F-35: "¿Es que no hay nada más aparte del F-35? ¿Es que Francia no está construyendo aviones? ¿Acaso Corea y Suecia no están construyendo aviones? Hay más opciones, pero hay que ver cuál es la opción ideal".

Es prácticamente imposible calcular exactamente qué implicaciones tiene un eventual abandono de los F-35 para Lockheed Martin y para España, dado que el precio de cada contrato es variable y depende de las negociaciones de la empresa con los respectivos países. Un ejemplo muy reciente es la adquisición por parte de Grecia de 20 Lightning estadounidenses por unos 200 millones de euros la unidad. Siguiendo estos precios, que incluyen tanto la compra como el mantenimiento de los modelos, Lockheed Martin podría perder un negocio potencial con España de hasta 10.000 millones de euros renovando la antigua flota con los F-35. Sin embargo y teniendo en cuenta que ya previamente se hablaba de una mayor diversificación entre otros modelos, la cifra podría ser algo menor.
El Ejército del Aire no es el único que tenía en el radar el modelo de Lockheed Martin como su principal baza hasta ahora. También la Armada esperaba la llegada de estos modelos para sustituir a los viejos Harrier. Este cambio sí que es algo más sensible dado que no hay prácticamente modelos que cumplan las características del F-35 de despegue vertical, esencial para funcionar en portaaviones.
Entre el Ejército del Aire y la Armada, España posee más de 160 cazas de combate. Estos se dividen en una escuadra de 12 Harrier destinados en el Juan Carlos I, casi 70 Typhoon y más de 80 Hornet (estos últimos pertenecientes al Ejército del Aire). Para finales de esta década, el Ministerio de Defensa tenía previsto renovar los Harrier y la mitad de los Hornet, lo que supone medio centenar de cazas nuevos para las Fuerzas Armadas. Pero ¿de dónde adquirirlos?
Ride the lightning
El F-35 es un caza multipropósito furtivo con capacidad tanto para combate aéreo como para ataque a tierra. Desarrollado por Lockheed Martin junto a otras firmas norteamericanas y aliadas, se introdujo en las flotas aéreas y navales durante la década pasada y supone el avión de mayor éxito de la firma. La mayoría de los aliados de la OTAN, incluido Alemania, Reino Unido o Italia cuentan con modelos desplegados en sus Fuerzas Armadas.

Como sucede con muchas series de aeronaves militares, el Lightning posee tres versiones, siendo el de mayor interés para la Armada Española el F-35 B. El modelo B cuenta con capacidad de aterrizaje vertical (como un helicóptero) y despegue en pista corta, lo que se denomina sistema STOVL (por sus siglas en inglés). Estas características son cruciales para el brazo naval de España, ya que el Juan Carlos I, el único buque de la Armada que puede transportas aeronaves, solo permite albergar este tipo de cazas.
A diferencia de los portaaviones convencionales, los buques de asalto anfibio como el Juan Carlos I son navíos más pequeños que permiten transportar tropas y vehículos aéreos. Al tener una pista más corta, son utilizados fundamentalmente para albergar helicópteros y cazas de despegue y aterrizaje vertical.
Cazas 'made in Europe'
El Lightning era un buen candidato para renovar la actual flota, pero el Ministerio de Defensa se ha resistido hasta ahora a comprarlos, postergando la decisión de jubilar los AV-8B Harrier II de fabricación británica que posee la Armada y los F-18 Hornet que tiene el Ejército del Aire.
Desde hace décadas, España ha tratado de diversificar las adquisiciones aéreas. Y la dependencia que tienen los cazas estadounidenses de las compañías matrices ha sido vista por el país como una desventaja. Aunque la industria norteamericana sigue teniendo gran peso (ahí están los F-18 Hornet), actualmente España cuenta con una batería de aeronaves de distinta procedencia. Dos ejemplos destacados en los que la industria nacional ha participado son el proyecto del Eurofighter Typhoon, un caza polivalente internacional de cuarta generación, y los Airbus A400M, aviones de transporte europeos que se ensamblan en Sevilla.

La mayor prioridad para Defensa es actualizar los cazas que posee la Armada. Para dotarse de una flota aeronaval, España adquirió hace décadas los Harrier. Debido a la falta de inversión nacional y los retrasos en otros proyectos europeos, el Ministerio de Defensa ha ido posponiendo el asunto hasta que ahora se encuentra con el problema: necesita retirar los cazas británicos y la única alternativa viable en el mercado son los F-35 norteamericanos. Esta situación deja en una encrucijada a España, que tiene que tomar una decisión en el corto plazo.
Opciones escasas para el mar
¿Qué otras posibilidades se le presentan a España si no compra los Lightning? O bien, renunciar a los cazas navales y apoyarse solo en los helicópteros; o bien, complementar a estos con drones. Ninguna de las dos cartas es favorable plenamente a los intereses militares.
El plan de rearme europeo persigue justamente liberarse de la dependencia norteamericana. El programa de préstamos buscará que las compras se dirijan a empresas europeas o que la mayor parte de los componentes sean del Viejo Continente. En la actualidad, los tres principales cazas que operan en la Unión Europea son los Typhoon, los Rafale franceses y los SAAB Gripen suecos. Ninguno de ellos incorpora sistemas STOVL.

Si al final España decidiera adquirir los F-35, se encontraría con otro problema. Los Lightning son de las aeronaves más avanzadas debido a sus sistemas de guerra electrónica, contramedidas y navegación. Estos sistemas necesitan actualizaciones periódicas procedentes de Lockheed Martin y otros proveedores estadounidenses.
Una hipotética ruptura de relaciones entre Washington y Europa podría llevar a la Casa Blanca a bloquear la actividad de estos cazas o forzarlos a usarlos solo en operaciones específicas, lo que restaría autonomía estratégica a Europa. La extrema dependencia es lo que ha llevado a la mayoría de analistas a dudar de la capacidad de cortar el cordón umbilical atlántico. Está por ver qué decisión tomará España: adquirir los F-35 y arriesgarse con el Pentágono, o renunciar a los cazas aeronavales y perder autonomía.
Las posibilidades para el aire
Si bien hay pocas opciones para las fuerzas navales, la situación es diferente para las fuerzas aéreas. En la actualidad el Ejército español cuenta con 71 Eurofighter, siendo la punta de lanza. En ese sentido, este potente modelo de Airbus capaz de llevar hasta 12 misiles parece destinado a mantener su presencia o incluso aumentarla con el rearme general. Al margen de estos, en total las fuerzas aéreas cuentan con 141 cazas, de los cuales el F-18 Hornet sigue teniendo preponderancia con 82 modelos divididos en las bases de Torrejón, Zaragoza y Gran Canaria, pero que poco a poco se buscará ir diversificando estos aviones a medida que tengan que ser reemplazados.
Pero si España no opta por los F-35 ¿qué otros modelos tiene sobre la mesa? La verdad es que ante sí cuenta con un portfolio interesante de modelos de última generación. Si no quiere salir de Europa, puede encargar el Saab Grippen o el Dassault Rafale. Fuera de las fronteras de la UE, tiene el TAI Kaan turco. También están los modelos indios Su_30MKI, más conocidos como los Flanker. Por supuesto, hay modelos rusos como el Sukhoi o chinos como el Chengdu pero estos quedarían fuera de cualquier ecuación por la rivalidad con la OTAN.