
Un 4% de los asalariados españoles está contratado por una empresa de trabajo temporal, lo que nos sitúa en la sexta posición de la Unión Europea, por detrás de Letonia (7,4%), Irlanda (6%), Eslovenia (5,9%), Eslovenia (5,7%) y Países Bajos (4,6%). Sin embargo, al analizar los datos por sectores, este ranking se ve alterado sustancialmente: para el grupo que conforman la industria, el porcentaje se dispara al 8,6%, el valor más alto entre los Veintisiete.
La serie que publica la Oficina Europea de Estadísticas (Eurostat) permiten situar en un contexto internacional los datos que ofrece la Encuesta de Población Activa (EPA) del Instituto Nacional de Estadística (INE). En 2024, el peso de las ETTs apenas se ha reducido una décima respecto a los niveles previos a la pandemia. El 4% registrado contrasta con la media del 2,7% en la zona euro y el 2,3% en el conjunto de la UE. Si bien ha retrocedido tres posiciones respecto a 2019, cuando ocupaba el tercer lugar, no se debe al descenso de España sino al fuerte repunte de Lituania, Irlanda y Países Bajos en este periodo.
Hay que tener en cuenta que la actividad de las ETTs no se regula igual en todos los países, y existen limitaciones a los sectores donde pueden actuar o los contratos que pueden hacer a sus trabajadores para ponerlos a disposición de sus clientes. Además, en 2021 Eurostat hizo una revisión de las estadísticas que provocó una fuerte disrupción en la serie. En la mayoría de los países el efecto es inapreciable, con una excepción: Luxemburgo, que disparó del 2,6% al 97% el porcentaje de empleo creado por empresas temporales, nivel que no se puede considerar una referencia válida.
Dicho esto, el mayor cambio en España no es estadístico, sino legal. La reforma laboral aprobada a finales de ese mismo año supuso una fuerte restricción a la contratación temporal al eliminar los eventuales por obra y servicio, al tiempo que penalizaba con un recargo en las bajas de afiliación a la Seguridad Social de empleos con duración inferior a 30 días. Pero, en paralelo, ampliaba el foco de negocio de las ETTs al permitirles hacer contratos indefinidos fijos discontinuos para cubrir las necesidades eventuales de mano de obra de sus clientes.
Entre 2019 y 2024, España ha pasado de ser el país con más asalariados eventuales, con un 26,2% del total al tercero con un 15,9%, tras Países Bajos y Portugal. Sin embargo, el peso de las ETTs se ha mantenido relativamente estable, al menos en comparación con los países en los que más ha repuntado y que ahora nos superan.
Empresas y empleos 'enganchados' a las ETTs
¿Pero qué sectores son los más dependientes de las ETTs? El Ministerio de Trabajo publica cada mes una estadística sobre el negocio y el empleo de las empresas de trabajo temporal que el 55,7% de los contratos de puesta a disposición (es decir, aquellos por las que esas empresas ceden trabajadores a sus clientes) suscritos en el pasado mes de abril se produjeron en el sector servicios, especialmente en la logística (13%), servicios de alojamiento (12%), bares y restaurantes (6%) y comercio al por menor (6%). Otro 26,5% se concentra en la industria, especialmente en la alimentaria, que suma un 11,6%. El tercer grupo es el sector agrario, que recoge un 17,5% de los contratos de puesta a disposición. Por último, la construcción apenas llega al 0,25%.
Pero estas cifras se refieren a los trabajadores cedidos por las ETTs en cada sector, no aclara cuántos ocupados en cada sector son trabajadores de de ellas. La EPA tampoco desglosa estos casos (solo publica la media nacional del 4%), si bien parece lógico pensar que las actividades con el empleo más dependiente de las ETT se encuentran en el ámbito de los servicios, especialmente en logística, hostelería y comercio. Sin embargo, no es así.
Los datos de Eurostat si profundizan en el peso sectorial del empleo. El organismo europeo divide las actividades en seis grandes grupos y calcula, para cada uno de ellos, el porcentaje de ocupados que representan los asalariados contratados a través de ETT.
Por un lado, contempla a los trabajadores agrarios, con una tasa de empleo mediante ETT del 3,7%, por debajo de la media del 4%. El segundo grupo incluye el agregado de comercio, transporte, logística y hostelería, que registra un 4,7%. El tercero abarca actividades como tecnología, consultoría, finanzas, inmobiliaria y administración, cuya característica común es que pertenecen a la categoría de los llamados "trabajadores de cuello blanco", y alcanzan un 3,4%. Los servicios auxiliares y las actividades de empleo doméstico apenas llegan al 2,1%, mientras que agregado que componen las administraciones públicas y defensa, educación y sanidad, se queda en un 0,6%. Pero el sexto grupo, que incluye industria y construcción, alcanza un sorprendente 8,6%.
El desglose por sectores que publica Eurostat es demasiado amplio, pero al cotejarlo con los datos del Ministerio de Trabajo se pueden sacar algunas conclusiones. La principal es que, si la construcción apenas aporta el 0,25% de los contratos de puesta a disposición, ese 8,6% de ocupados en el grupo que señala Bruselas apunta exclusivamente a los trabajadores de la industria, y en particular la alimentaria.
Y supone que un elevado porcentaje de trabajadores de fábricas no solo son eventuales, sino que están ligados a empresas de trabajo temporal, especialmente para cubrir ajustes de turnos específicos o periodos de vacaciones y libranzas, pero sin muchas opciones de continuidad en las empresas.
Aunque quizá lo más llamativo es que es el porcentaje más alto de la UE, superando con creces al resto de los países europeos, lo que implica que la industria española es mucho más dependiente del empleo de ETTs que en cualquiera de nuestros vecinos.
En el resto de los países analizados, el empleo creado por las ETT muestra un mayor equilibrio sectorial, no solo en actividades como el comercio o la hostelería, sino también con un peso relevante en los puestos de 'trabajadores de cuello blanco', como los sectores tecnológico, financiero y administrativo, e incluso en las administraciones públicas, la educación y la sanidad. Países como Letonia o Irlanda asignan más de un 7% de estos empleos a través de ETT, mientras que en España este porcentaje se queda en un 0,6%, una cifra también muy inferior a la media de la zona euro.
Estos datos muestran que las ETTs juegan un papel en la creación de empleo en España diferente al del resto de Europa. Aunque no se han visto afectadas de manera especialmente negativa tras la reforma laboral, tampoco han entrado en sectores de actividad con mejores empleos, pese a la mayor facilidad para hacer contratos indefinidos (aunque sean fijos discontinuos).
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