
Los inversores ya han diseñado su estrategia: adquirir bonos británicos a la espera de que el Banco de Inglaterra (BoE) se vea obligado a relajar su política monetaria. Con la salida de Reino Unido de la UE, el escenario de recesión toma cuerpo y el mercado otorga ya una probabilidad del 53% a que su banco central actúe recortando los tipos de interés al 0,25% (desde el 0,5% actual) en julio, según Bloomberg. Nadie quiere perderse esta posibilidad y explica que las compras relajasen ayer el interés del bono británico a una década por debajo del 1% por primera vez en su historia.
"Los mercados tienen miedo del impacto del Brexit no solo en Reino Unido, sino también en la zona euro", apunta Nick Stamenkovic, estratega de renta fija de Capital Markets en declaraciones a Bloomberg. Precisamente ese temor ha sido el que ha llevado a los inversores a refugiarse en la deuda pública (ver apoyo). "El riesgo de caer en recesión el próximo año se ha incrementado", continúa Stamenkovic y, por lo tanto, "el Banco de Inglaterra se verá obligado a tomar medidas adicionales".
"El Brexit podría conducir a la economía británica hacia una recesión técnica en el segundo semestre de 2016 y 2017 (entre el -1 y el -3%), debido a una contracción del consumo y a una caída en la inversión", señalan Norman Villamin y Patrice Gautry, de UBP. Su visión coincide con la de otros grandes bancos de inversión como Bank of America o Morgan Stanley, que apuntan a que obligará al BoE a aplicar una política monetaria más laxa.
"Una pronunciada devaluación de la libra empujará la inflación; pese a esto, y dado que la inflación está en niveles bajos, el Banco de Inglaterra optará por bajar los tipos al 0% para impulsar el crecimiento", opina Daniel Vernazza, economista jefe de UniCredit en Londres. Su visión coincide con la de José Ramón Díez, director de estudios de Bankia, que asegura que no se puede descartar que el BoE deje el dinero gratis.
El CDS, en máximos
Paradójicamente, los inversores no sólo compraron ayer deuda británica sino que también adquirieron seguros de riesgo de impago o CDS (normalmente cuando la rentabilidad de un bono sube mucho también lo hace el CDS). Se trata de un tipo de producto financiero que permite a su comprador asegurarse contra el impago de un instrumento de crédito, como puede ser la deuda de las empresas o los estados, durante un tiempo determinado.
De este modo, el CDS británico se encuentra en máximos de los últimos tres años al situarse en torno a 50 puntos, es decir, por asegurar cada millón en deuda del país, el inversor debe desembolsar 5.000 dólares. Para Sara Carbonell, puede tratarse de "estrategias de pares: comprando las dos cosas (CDS y bonos) están cubriendo la operación".
El apetito por la deuda también llegó hasta la periferia, a diferencia del viernes donde sólo hubo hueco para los bonos que actúan como refugio. La rentabilidad del bono español a una década bajó del 1,63 al 1,45% en la jornada posterior a la celebración de las elecciones generales; mientras que el del italiano pasó del 1,55% al 1,50%. Lo que significa que Italia paga ya más por financiarse que España, algo que no ocurría desde hace un año.