
La devaluación de la libra, del 9,3 por ciento, afectará a los resultados de Iberdrola y Repsol, las dos empresas energéticas españolas con presencia en el Reino Unido. Si bien de un modo muy diferente, porque si para la primera es un mercado estratégico en el que tiene 30.000 millones de euros en activos, para la segunda es marginal: sólo extrae allí el 2 por ciento del crudo que bombea globalmente.
Ambas compañías sufrieron ayer impactos similares en Bolsa: Iberdrola se dejó un 10,2 por ciento, mientras que Repsol perdió un 10,9 por ciento. Las dos quedaron por debajo de la pérdida media del selectivo Ibex 35, del 12,3 por ciento, aunque por encima de indicadores como el Eurostoxx Utilities, que perdió un 8,38 por ciento.
En el mastodóntico sector energético los cambios son lentos. Y aunque a medio y largo plazo el Brexit puede afectar en la imposibilidad de acceder a la financiación blanda del Banco Europeo de Inversiones, la anunciada subida de impuestos en las islas o los próximos cambios regulatorios, a corto plazo el impacto se deriva de la volatilidad de los mercados financieros y la devaluación de la libra esterlina.
Gran volumen de inversión
Reino Unido es un mercado clave para Iberdrola desde que adquiriera Scottish Power en 2007 por 17.200 millones de euros con la mayor operación de su historia. Hoy en día, al otro lado del Canal de La Mancha emplea a 6.700 personas, tiene casi 5,5 millones de clientes entre electricidad y gas, cuenta con 6.645 MW de potencia instalada -1.630 MW de renovables- y prevé invertir 8.400 millones de euros hasta 2020, el 35 por ciento del total de la compañía. Este gran volumen de inversión se desglosa de la siguiente manera.
En redes está destinando 1.200 millones en el proyecto de Western Link, una interconexión submarina entre Escocia y Gales de 420 kilómetros que se prevé se inaugure a mediados del mes que viene.
Y en renovables construye tres parques eólicos terrestres en South Ayrshire, con una potencia conjunta de 500 MW, que exigen un desembolso de 800 millones. Además, destina unos 3.000 millones a la planta eólica marina de East Anglia One, de 714 MW.
Al cierre del pasado ejercicio, y aplicando el tipo de cambio entre la libra y el euro de ayer, el Reino Unido aportaba a Iberdrola el 32 por ciento de su resultado bruto operativo (ebitda) en el negocio de redes -1.013 millones-, el 18 por ciento del ebitda en el negocio de generación y clientes -374 millones- y el 28 por ciento del negocio de las energías limpias, 389 millones; en total, nada menos que 1.776 millones.
Por eso no resulta extraño que su presidente, Ignacio Sánchez Galán, ya se pronunciase sobre el efecto del Brexit antes de la celebración del referendo, mostrando su preferencia porque se quedara en la UE -"la pertenencia al mercado común beneficia a Gran Bretaña"-, pero garantizando su compromiso con el país: "sea cual fuere el resultado del referéndum, Iberdrola seguirá siendo una de las grandes empresas de Gran Bretaña2.
E igualmente resulta normal que ayer hiciera una valoración de los resultados: "Respetamos la decisión del pueblo británico. Queremos asegurar a nuestros clientes que sus necesidades serán, como lo han sido siempre, nuestro principal objetivo y que Scottish Power continuará invirtiendo en las redes y las energías limpias necesarias para asegurar el suministro en el Reino Unido". Nada dijo del efecto en la cuenta de resultados.
Sin negocio minorista
El caso de Repsol es bien distinto. En primer lugar, su exposición a la crisis económica que se avecina en el Reino de Isabel II es mucho más limitado, porque sus intereses son marginales en comparación con el resto de las regiones en las que opera. Su Plan Estratégico 2016-2020 así lo indica: sus prioridades son Norteamérica, Latinoamérica y el sudeste de Asia.
Además, toda su actividad en Reino Unido es extractiva, sin negocio minorista, y la industria del oro negro tiene su referencia en el dólar y la cotización del Brent y el West Texas, con lo que su exposición a la libra es menor.
No obstante, la devaluación de la moneda británica afectará a los resultados de Talisman Sinopec UK (TSUK), la empresa allí domiciliada que Repsol adquirió al absorber Talisman en mayo del año pasado por 10.400 millones. Es una sociedad participada al 49 por ciento por la china Sinopec que se dedica al negocio de exploración y explotación de hidrocarburos en el Mar del Norte. Al cierre de 2015, poseía derechos mineros sobre 105 bloques: 33 de exploración y 72 de producción y desarrollo, con una superficie conjunta de 1.100 kilómetros cuadrados. Las reservas probadas eran de 34,9 millones de barriles de petróleo.
La petrolera presidida por Antonio Brufau no informa de los ingresos que obtiene en el país, pero, como ejemplo de la citada marginalidad, durante el primer trimestre únicamente extrajo el 2 por ciento de los 714.000 barriles bombeados en todo el mundo. Por eso tampoco resulta extraño que, consultada por elEconomista, no haya querido hacer ningún tipo de valoración.
Ahora bien, que su exposición sea limitada no quiere decir que el Brexit no pueda trastocar sus planes. Y tampoco se puede olvidar que sus relaciones con Sinopec están enrarecidas, puesto que la empresa china le presentó una demandad arbitral el pasado día 17 en la que le reclama 5.500 millones y que Repsol considera un "riesgo remoto".
Sea como fuere, como adelantó elEconomista, antes de que se supiese de la existencia del arbitraje, TSEUK iba a invertir 1.400 millones al año, a partes iguales para nuevas actividades y el mantenimiento de las instalaciones existentes.