Economía

La lección de la Argentina de Milei a EEUU: el gran error de Washington con las remesas y el gasto público

  • La gran reforma fiscal de Trump grava con un 3,5% a las remesas
  • Bajo riesgo de impulsar los canales clandestinos para enviar dinero
  • El gobierno anterior a Milei 'pagó' la aplicación de estas políticas
Javier Milei y Donald Trump. Foto: Casa Blanca

La ambición y alcance de la "gran y bella" reforma fiscal de Donald Trump en EEUU es tal, que cada semana aparecen nuevos detalles 'desconocidos' sobre la misma que avivan las preocupaciones de los analistas económicos. Si la Sección 899 con un impuesto 'oculto' a los inversores extranjeros ya ha puesto los pelos de punta a más de uno, ahora trasciende un apartado, a priori, más discreto, pero que puede tener importantes consecuencias. El impuesto incluido al envío y recepción de remesas por parte de ciudadanos no estadounidenses puede abundar en un error que ya cometió Argentina antes del gobierno de Javier Milei y que tuvo derivadas bastante negativas. Pese a abrazar el mismo relato y sus efusivas fotografías juntos en diferentes eventos, Trump no parece 'aprender' de las lecciones económicas de su homólogo argentino. Solo hay que ver el, de momento, poco éxito de la estrategia de la 'motosierra' en la Administración federal americana y el rumbo de una misión DOGE para adelgazar el gasto público en la que ya ni está el que era su mayor baluarte, el CEO de Tesla, Elon Musk.

El mes pasado, la Cámara de Representantes de EEUU aprobó por un estrecho margen un amplio proyecto de ley fiscal y de gasto que es la principal prioridad legislativa de Trump y que ha suscitado mucha controversia. Mientras que el gasto público en EEUU no para de aumentar pese a las promesas de Trump, la senda fiscal es radicalmente opuesta. Pero la historia no termina ahí. Entre sus disposiciones menos conocidas figura una propuesta de impuesto del 3,5% sobre las remesas enviadas y recibidas por cualquier persona que no sea ciudadano o nacional estadounidense.

Actualmente, las remesas no se gravan por separado, ya que los remitentes ya pagan el impuesto sobre la renta por las ganancias que transfieren a familiares y amigos en el extranjero. La "gran y bella" reforma fiscal de Trump, como la denominan sus impulsores, pondría fin a ese sistema, gravando doblemente esas transferencias. Un impuesto sobre las remesas -valoradas en 905.000 millones de dólares en todo el mundo- afectaría especialmente a los hogares estadounidenses más vulnerables y a los países de renta baja, donde pueden representar más del 30% del producto interior bruto. Si el Senado aprueba el proyecto de presupuesto republicano, los remitentes y receptores de remesas -que ya soportan elevadas comisiones- serán sin duda los más perjudicados. En 2024, el coste medio mundial de enviar 200 dólares a través de las fronteras era del 6,4%. Esto supone más del doble del objetivo de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas del 3% y supera el objetivo del G-20 del 5%.

Pero eso no es todo. Esta reforma también podría socavar prioridades clave de la política exterior y de seguridad nacional de EEUU, advierten algunos expertos. Según un informe publicado por el think tank Atlantic Council, las investigaciones demuestran que gravar las remesas hace que aumente el uso de canales clandestinos o informales para enviar dinero. Es decir, los remitentes buscan alternativas menos reguladas, menos transparentes y menos seguras para transferir su dinero al extranjero. De hecho, los países que han promulgado medidas punitivas sobre los pagos transfronterizos y el cambio de divisas a menudo han socavado su propia capacidad para combatir la delincuencia financiera, debilitando así sus economías y disminuyendo su influencia exterior, recoge el paper.

En EEUU, los ingresos generados por un impuesto federal sobre las remesas probablemente serían inferiores al 0,1 % del presupuesto nacional, estiman estos analistas. Por contra, este impuesto reduciría el volumen de remesas o las convertiría en operaciones clandestinas, lo que contradiría los objetivos generales de seguridad nacional de EEUU y reduciría la competitividad de las empresas estadounidenses al aumentar el coste de sus operaciones, subrayan.

Milei y el caso previo de Argentina

Para ejemplificar mejor los riesgos, la autora del informe, la estratega Ananya Kumar pone sobre la mesa el caso de Argentina: "Bajo la anterior dirección, el gobierno argentino impuso controles de divisas y capitales que llevaron las transacciones a redes bancarias clandestinas, lo que dificultó enormemente el rastreo de las actividades ilícitas. Estas restricciones también debilitaron la ya vulnerable economía, contribuyendo al estancamiento y la inflación. En la actualidad, el presidente Javier Milei está revirtiendo activamente estas políticas en favor de la apertura y transparencia de los flujos de capital y el cambio de divisas, reformas que benefician significativamente tanto a la aplicación de la ley como a la estabilidad económica".

Muchas veces, en economía no hay soluciones sencillas para problemas complejos. Las variables son múltiples y lo que parece coherente, sencillo y eficiente, puede terminar siendo un desastre. Donald Trump pretende que el dinero se quede en EEUU, pero como demuestran años de controles de capital en Argentina, el resultado puede ser un rápido aumento de las actividades ilícitas y los mercados paralelos, lo que reduciría el control real del Gobierno sobre ese dinero e incluso la propia recaudación. Muchas veces, poner un impuesto a un capital o a un mercado tiene el efecto contrario al esperado. En lugar de recaudar más, el mercado se seca, desaparece aparentemente y termina apareciendo en otro lugar fuera de los ojos de los reguladores.

El plan del presidente argentino Javier Milei de desmantelar los controles de capitales y liberalizar los flujos de divisas contrasta de forma contundente con las iniciativas impulsadas por Donald Trump en Estados Unidos. Milei está eliminando con éxito las restricciones que durante años fomentaron la economía informal en Argentina, además de generar desincentivos. Es una lección directa y reveladora: abrir la economía a flujos legítimos y transparentes fortalece tanto la eficiencia como la seguridad, mientras que poner trabas solo alimenta canales opacos.

La experiencia argentina demuestra que los controles de capital y las restricciones al mercado cambiario terminan por empujar a los ciudadanos y empresas a buscar rutas clandestinas para mover dinero, debilitando al Estado en su capacidad de supervisar el sistema financiero. En cambio, al abrir el mercado de cambios y normalizar las operaciones de divisas o las remesas, Milei está no solo combatiendo la informalidad, sino también construyendo condiciones más favorables para la inversión, la estabilización de precios, la recaudación y la cooperación internacional. Algunas de las propuestas de Milei más conocidas (también polémicas) son las que permiten a los argentinos sacar los dólares de 'debajo del colchón' para poder usarlos sin miedo en el mercado legal. Antes, sucedía lo mismo pero toda transacción se hacía de forma clandestina, fuera de los ojos del Estado.

Resulta curioso que sea EEUU, la mayor potencia del mundo y uno de los países más avanzados del globo, el que está empezando a imponer barreras y controles de capital, mientras que Argentina, una economía menos desarrollada y tradicionalmente más intervencionista haya iniciado el camino opuesto con importantes resultados. La economía de Argentina está creciendo a un ritmo cercano del 6%, mientras que las previsiones para los próximos años son buenas. Si estas tendencias continúan, Javier Milei tendrá razón y Argentina será pronto "el país más libre del mundo".

EEUU debería 'cuidar' las remesas

Frente a esto, las propuestas de Trump apuntan en la dirección opuesta. Una tasa sobre las remesas podría empujar a millones de personas en EEUU a usar canales informales, reduciendo la transparencia del sistema y socavando tanto los intereses económicos del país como su capacidad de fiscalización financiera. De este modo, gravar las remesas sería contraproducente desde el punto económico (también puede desalentar la llegada de ciertos perfiles de inmigrantes), el control de las finanzas y, a la postre, la competitividad económica. La estrategia de Milei, aunque polémica en otros frentes, ofrece una enseñanza fundamental: en un mundo interconectado, abrir los flujos legales y supervisados no es solo una cuestión económica, sino una herramienta estratégica de gobernanza.

En su prospectiva, Kumar pide a las autoridades estadounidenses tomar medidas concretas para aprovechar mejor las remesas como un activo de seguridad nacional y política exterior dados los beneficios estratégicos que aportan. Por un lado, las remesas desempeñan un papel vital en lo que respecta a la política exterior y la capacidad de influir en el desarrollo global. Como señala la analista, los flujos de remesas privadas son claves, especialmente en una época de reducción de la ayuda pública.

"Los flujos de remesas privadas suelen llegar a comunidades e individuos de forma más directa y eficiente que la asistencia intergubernamental. Los remitentes estadounidenses suelen ser familiares y amigos de los receptores, así como organizaciones religiosas y humanitarias. Estos flujos, en última instancia, contribuyen a estabilizar las economías frágiles y a reducir las dificultades financieras que a menudo impulsan la migración ilegal", defiende la analista.

Por otro lado, las remesas servirían de andamio para ayudar a apuntalar la hegemonía mundial del dólar, ahora tan puesta en tela de juicio por algunos actores globales. "Dado que representan una sexta parte de todos los pagos transfronterizos, las remesas también refuerzan el dominio global del dólar estadounidense. Una gran parte de las remesas se envía o se cambia a dólares estadounidenses, lo que refuerza la posición central de la moneda en el sistema financiero internacional y proporciona visibilidad sobre las transacciones internacionales", concluye la publicación del Atlantic Council.

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