Economía

La "Gran, Bella Ley" de rebajas fiscales de Trump corre el riesgo de descarrilar a las primeras de cambio

  • La Comisión de Hacienda de la Cámara de Representantes votará este martes
  • Pasó su primer trámite por apenas un voto, y hay decenas de diputados con dudas
  • EEUU se arriesga a fuertes subidas de impuestos si este proyecto decae
Donald Trump, en el Despacho Oval, con varios congresistas. Foto: Reuters

Una de las grandes promesas de Donald Trump para su segundo mandato era renovar las rebajas fiscales que aprobó en 2017, aprobar una nueva serie de bajadas de impuestos y recortar el gasto público, en lo que ha dado en llamar una "Gran, Bella Ley". El hecho de que arañara una pequeña mayoría absoluta en ambas cámaras le dio una clara esperanza de lograr sus objetivos con facilidad. Pero, según se acerca el momento de la verdad, las batallas internas dentro del Partido Republicano están amenazando con hacer descarrilar su gran proyecto legislativo a las primeras de cambio.

Este martes, el Comité de Hacienda de la Cámara de Representantes de EEUU votará las enmiendas del proyecto legislativo. El problema es que las distintas corrientes de los republicanos están exigiendo numerosos cambios, en direcciones opuestas e incompatibles entre sí y con costes altísimos que harían descuadrar las cuentas sobre las que se sostiene la reforma fiscal, ya de por sí cogidas con pinzas y una gran dosis de imaginación contable. Hay una posibilidad de que la ley no pase ni este primer obstáculo, y aunque lo logre, nadie sabe si los líderes del partido podrán ser capaces de cuadrar el círculo en las dos semanas de plazo que se han dado.

Qué contiene el proyecto

El proyecto que están tramitando tiene tres grandes partes. Por un lado, buscaría prorrogar las bajadas de impuestos aprobadas por Trump en 2017, entre ellas rebajas al IRPF, al impuesto de Sociedades o al de Sucesiones. Según exigen los vericuetos de la legislación estadounidense, las reformas fiscales que aumenten el déficit deben caducar a los 10 años o ser aprobadas por una mayoría reforzada en el Senado. Sin el apoyo de los demócratas, Trump tuvo que conformarse con poner fecha de caducidad a esos recortes, para dentro de dos años y medio. Esta ley renovaría esos recortes durante 10 años más, hasta 2035.

A continuación, el proyecto sumaría otras rebajas de impuestos: Trump ha prometido quitar del IRPF las propinas, las pensiones públicas y las horas extra. Para compensarlo, aprobaría fuertes recortes a las dos grandes partidas de ayudas para las personas más pobres: el seguro médico público (Medicaid) y las ayudas a la alimentación (SNAP).

Y, por último, esta ley aumentaría la deuda pública permitida en 5 billones de dólares. Desde enero, el Gobierno de EEUU no puede emitir deuda, al haber expirado la autorización del Congreso para hacerlo. Esta ley renovaría el permiso y aumentaría el llamado 'techo de deuda' para cubrir el efecto esperado de esta ley, que dispararía el déficit público y la deuda de EEUU durante la próxima década. Sin esa autorización, eso sí, el país podría declarar la suspensión de pagos en el verano.

Las batallas internas se recrudecen

El gran problema de Trump es que su mayoría parlamentaria es mucho más escasa que hace ocho años. Cuando Trump pisó la Casa Blanca por primera vez, el presidente del Congreso, el republicano Paul Ryan, tenía una mayoría de 47 diputados en la Cámara de Representantes. Hoy, la mayoría de Mike Johnson es de apenas 7 diputados, por lo que apenas puede permitirse el voto en contra de 3 de ellos. Y no es ninguna locura: precisamente tres diputados republicanos votaron en contra de la toma en consideración de esta ley, que se aprobó por un solo voto, dejando claro que todo el proyecto pende de un hilo.

Y el problema es que, cuanto más se debate la letra pequeña, más problemas y divisiones aparecen. Un grupo de diputados republicanos de estados demócratas del este, como Nueva York o Nueva Jersey, exigen fuertes rebajas de impuestos a las clases medias y altas de esas zonas, que fueron las grandes 'perdedoras' de la reforma de 2017. Y aquí los dirigentes del partido tienen un problema: si la ley de 2017 caduca, las subidas de impuestos que se aplicaron entonces a estos grupos desaparecerán, y este pequeño contingente de diputados habrá conseguido su objetivo. Para ganar, les basta con votar 'no' a la ley. Para que voten que sí, la oferta deberá ser muy convincente. Y la última propuesta hecha este lunes no basta: el grupo ha rechazado de plano la oferta de un recorte parcial, tachándola de "insultante", y reiterando su amenaza de tumbar el proyecto al completo.

A eso se suma que un buen número de diputados de estados donde Trump arrasó en las elecciones saben que sus votantes dependen de los programas sociales que Trump quiere eliminar, o no quieren perder las ayudas para energías renovables aprobadas por Joe Biden en 2021 y que esta ley derogaría. Salvar todos esos programas costaría billones de dólares.

Pero el ala más radical del partido, que lleva una década atormentando a todos los líderes parlamentarios de los republicanos, exige que estas rebajas de gasto sean reales y no meros trucos contables. Si no, exigirán compensarlas con menores bajadas de impuestos. Salvar partidas de la quema supondría recortar las rebajas fiscales, y podría incluso obligarles a tocar las de 2017.

¿Y qué pasa si no hay acuerdo?

Las señales apuntan a que la "gran, bella ley" está al borde de la implosión. El propio Trump ha optado por retirar una de las ideas para el proyecto, una rebaja de precios de los medicamentos, e intentar sacarla adelante a través de una de sus famosas órdenes ejecutivas, aunque no tenga valor legal y corra el riesgo de ser tumbada por los tribunales. Esta renuncia a dar respaldo legislativo a uno de sus proyectos favoritos hace pensar que el partido se está arrepintiendo de meter todas sus ideas en un único cajón de sastre.

El riesgo es que un fracaso supondría un gran 'shock' fiscal para EEUU. Por un lado sería positivo, ya que la desaparición de las rebajas fiscales de 2017 recortaría el enorme déficit público que sufre el país. Pero las subidas de impuestos que eso supondría, sumadas a los aranceles de Trump, provocarían una fuerte contracción económica. Todos los estímulos aprobados en la última década se darían la vuelta con una fuerte restricción, con el daño que eso supondría al crecimiento económico en los meses posteriores. Y la evaporación de la deseada rebaja de impuestos que Wall Street ya está cotizando pasaría factura a las bolsas.

Peor aún es que antes de que eso pasara, dentro de dos años, el país tendría que solucionar la crisis del techo de deuda. Una suspensión de pagos de EEUU, por muy técnica y temporal que fuera, daría la puntilla a la incertidumbre que sacude a los mercados estos meses. Para evitarlo, Trump tendría que hacer algo que que no ha conseguido hacer todavía: sentarse con los demócratas a negociar un acuerdo bipartidista y renunciar a sus máximos. Un golpe moral en toda regla para un presidente al que le gusta vestirse de rey en sus redes sociales y que, sobre el papel, tiene mayoría absoluta en las dos cámaras.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky