Mientras Donald Trump pone la Administración de EEUU patas arriba, el Partido Republicano quiere aprovechar su mayoría en el Congreso para repetir lo que ya hizo durante el primer mandato del empresario: bajar los impuestos. El grupo mayoritario en la Cámara de Representantes ha presentado hoy sus planes para esa reforma, y en la práctica suponen subir en 4 billones de dólares la deuda pública para financiar recortes impositivos por valor de 4,5 billones para los próximos 10 años. Un plan que recuerda bastante al de la breve ex primera ministra británica Liz Truss.
El proyecto presentado hoy busca renovar y ampliar los recortes temporales aprobados por Trump en 2017, y que caducarían en 2025. En total, supondrían un recorte anual de impuestos por valor de 450.000 millones de dólares, 4,5 billones en una década. Una bajada de ingresos que, aun así, se queda un poco corta: Trump había pedido un recorte de 4,7 billones, para poder quitar el IRPF a las propinas y las pagas por horas extra.
Y, al estilo Truss, esas bajadas se financiarían con un aumento drástico de la deuda: el proyecto incluiría un aumento del techo de la deuda -el límite de bonos que puede emitir el Tesoro de EEUU- de 4 billones de dólares, prácticamente el equivalente a ese recorte impositivo. Además de esa bajada de impuestos, el proyecto también incluye un aumento de gasto de 300.000 millones en Defensa, Interior y Justicia, especialmente en los departamentos relacionados con la detención y expulsión de inmigrantes y los tribunales que juzgan estos casos.
Para 'cuadrar' las cuentas, los 800.000 millones de diferencia se compensarían con fuertes recortes a Educación (330.000 millones), un departamento del Gobierno que Trump quiere eliminar; y a Energía y Comercio (880.000 millones), en base a los ingresos adicionales que teóricamente traerán los aranceles de Trump. Y como guiño a los enormes recortes de presupuesto que busca la mano derecha del presidente, Elon Musk, el proyecto indica que les gustaría lograr recortes adicionales de gasto por valor de 2 billones, una aspiración sin ningún tipo de detalles sobre cómo se conseguiría.
Además, el proyecto justifica sus recortes previendo un crecimiento del PIB del 2,8%, frente al 2,1% que calculaba la Reserva Federal en sus proyecciones de diciembre. Los republicanos esperan que las medidas económicas de Trump "desaten el crecimiento" y permitan reducir ligeramente el peso de la deuda sobre el PIB.
Este plan puede aprobarse si todos los diputados y senadores republicanos votan a favor, ya que las reformas fiscales requieren de mayorías simples en vez de las mayorías cualificadas que hacen falta para el resto de leyes. Aun así, los republicanos ya tuvieron problemas para sacar sus recortes de impuestos adelante en 2017, cuando Trump contaba con una mayoría parlamentaria mucho mayor, de 47 diputados frente a los apenas 3 actuales. Conseguir la práctica unanimidad de todos los diputados es algo extraordinariamente difícil. Especialmente porque el ala más radical del partido pide recortes aún mayores.
Sin ir más lejos, los republicanos que lideran el comité de presupuestos de la Cámara de Representantes han planteado recortar un 20% el gasto público a lo largo de la próxima década, congelando el gasto que no sea de pensiones o sanidad pública para jubilados y personas pobres, y reduciendo en más de 700.000 millones el gasto previsto en sanidad, ayudas a veteranos de guerra y ayudas sociales a desfavorecidos. Unas ideas que el proyecto presentado hoy no contempla, y que los demócratas rechazan de plano.
No es descartable una batalla entre el ala que acepta los recortes de impuestos que pide Trump sin más, y el ala más "anti-déficit" que pide bajadas de impuestos más pequeñas y recortes de gasto mucho mayores para llevar a las cuentas a un superávit en 2035. Y, al contrario que en 2017, esta vez los republicanos no tienen margen de error: si dos diputados votan en contra, la ley quedará rechazada. Por comparar, en la votación de los primeros recortes de Trump, 12 republicanos votaron en contra y 3 se abstuvieron.
A un mes del cierre del Gobierno
Mientras los republicanos negocian consigo mismos estas rebajas de impuestos, los presupuestos actuales caducan el 14 de marzo y en EEUU no se pueden prorrogar sin más: si no hay un acuerdo entre los dos partidos para entonces, el Gobierno 'cerrará' de nuevo, sin poder gastar fondos. Los demócratas ya han advertido de que el partido de Gobierno tiene la responsabilidad de presentar un proyecto aceptable, y que no rechazan forzar el cierre como medida de presión.