
El pasado 14 de marzo se cumplieron dos años de la declaración del estado de Alarma en España por el Covid-19. Dos años de pandemia que han sido muy duros para la sociedad y para la actividad económica. Y cuando comenzábamos a ver la luz al final de la crisis sanitaria ha estallado el conflicto geopolítico en Ucrania por la invasión de Rusia que tanto dolor y tragedia está causando.
Desde el punto de vista económico, la incertidumbre vuelve a campar a sus anchas de la mano de la guerra introduciendo nuevas variables que distorsionan el normal comportamiento de los precios y la cadena de suministros e introducen incertidumbre sobre el comportamiento de la demanda y la evolución de la financiación y sus costes.
En este contexto cobra aún más importancia el despliegue de los fondos Next Generation EU que Europa aprobó para la recuperación y que, sin duda, supone un Bienvenido, Míster Marshall que resultará muy necesario para la continuidad de la reactivación económica y para combatir los efectos de la guerra de Putin en Ucrania.
Sólo el sector inmobiliario español recibirá una inyección, a través del Plan de Rehabilitación de Vivienda y Regeneración Urbana del Gobierno, de 6.820 millones de euros destinados a la renovación integral de barrios, a la mejora de la eficiencia energética del parque residencial ya construido y a la generación de nuevas viviendas en régimen de alquiler, tan necesarias para la sociedad, especialmente para los jóvenes con grandes dificultades de acceso al mercado.
Ejes clave
El sector de la construcción y de la vivienda seguirá siendo uno de los ejes más importantes en la reactivación económica que se quiere impulsar desde Europa con estos estímulos, pero este Plan también plantea el reto de conseguir que la gestión de estos fondos europeos sea lo más eficiente posible.
1.¿Seremos capaces de generar nuevos proyectos en los que aplicar de forma inmediata y acelerada esta inversión?
2.¿Existen proyectos de envergadura preparados para realizar una verdadera renovación urbana más allá de la también necesaria rehabilitación de viviendas y edificios?
3.¿Conseguiremos impactar de forma significativa en el equilibrio del mercado y los precios con la generación de un número de viviendas suficientes que contrarresten el actual déficit de vivienda social, especialmente, en régimen de alquiler?
4.¿Podrá el conjunto de agentes económicos y sociales aunar intereses y colaborar decididamente en pro de estos objetivos?
Las respuestas a estas preguntas pasan, en parte, por la colaboración público-privada. Hay que comenzar a engrasar la maquinaria de la colaboración entre las administraciones y las empresas para exprimir los fondos europeos, utilizarlos de forma que incentiven y multipliquen la inversión privada y convertir en exponencial su cometido económico y social. Un ejemplo a seguir es el Plan VIVE de la Comunidad de Madrid a través del que se desarrollarán miles de viviendas con alquileres asequibles sin comprometer más recursos públicos que la puesta a disposición temporal de suelo urbanizado esperando que dentro de 50 años se revierta, ya edificado, a la administración.
Además, los fondos Next Generation EU deben de ayudarnos a impulsar definitivamente la conversión del negocio inmobiliario en una industria moderna apoyada en cuatro ejes fundamentales: sostenibilidad, industrialización, digitalización y gobierno corporativo.
Esta gran transformación del sector es hoy más necesaria que nunca. El incremento de costes, la escasez de mano de obra y el alto componente artesanal deben de ser un motivadores adicionales para el cambio. El sector requiere de certidumbre y los fondos europeos representan una oportunidad única. El real estate debe sumar los esfuerzos para avanzar de forma conjunta, colaborativa y decidida hacia la innovación y la resiliencia para afrontar desafíos como el Covid-19 y la invasión de Ucrania. Aprovechemos correctamente esta gran oportunidad.