
En los últimos años hemos visto como el alquiler tradicional ha dado paso a nuevas modalidades de arrendamiento: temporal, por habitaciones, turístico, etc., una variedad que suele jugar en contra de los que buscan una vivienda a precio asequible. Esta proliferación de alquileres temporales viene dada por la desprotección que denuncian decenas de propietarios, que aseguran que las leyes van en su contra y a favor de los conocidos como inquiokupas.
Es por esto que los caseros ahora piensan con más detenimiento a quien meten en su piso, optando muchas veces por el alquiler por habitaciones por pensar que es más seguro, o el turístico, porque pueden obtener una mayor rentabilidad.
No obstante, el alquiler temporal es el que más terreno está ganando al tradicional, sobre todo porque no requiere licencias específicas (como el turístico) ni está sujeto a la normativa que regula el habitual (como la delimitación de los precios de la renta o "zonas tensionadas").
Dónde está el problema
Ahora bien, el alquiler de temporada o temporal se refiere específicamente a aquellos contratos que tienen una duración inferior a un año y que nacen de la necesidad de "satisfacer unas necesidades específicas y transitorias del inquilino", mencionan desde Fotocasa. Ya sea por motivos laborales, profesionales o médicos, lo cierto es que muchas personas necesitan pasar una temporada fuera de casa para zanjar algunos asuntos, por lo que no quieren atarse a un alquiler tradicional.
Sin embargo, no son pocas las ocasiones en las que una vivienda de alquiler temporal tiene un inquilino habitual, es decir, una persona que va renovando constantemente los contratos como si se tratara de uno tradicional. Esto sucede porque un contrato temporal no está sujeto a cuestiones como la duración mínima o los topes a las rentas, que sí está regulado en los alquileres tradicionales.
Te puedes empadronar
Si surgiese un contratiempo legal, podría requerirse al inquilino demostrar que vive en el inmueble de forma habitual aunque resida con contrato de alquiler temporal, pudiendo necesitarse también para acceder a ciertos servicios como ayudas públicas o similares.
Para probarlo, la persona cuenta con varios mecanismos, entre ellos el de inscribirse en el padrón municipal, aunque no siempre es posible, especialmente si el propietario se opone. Aún así, los tribunales han reconocido el empadronamiento como indicio del carácter residencial del uso incluso en contratos de temporada.
Otros mecanismos a los que puede recurrir un inquilino para demostrar que vive en un piso de alquiler temporal son:
- Que esté establecida como su domicilio fiscal.
- Cuando las facturas de servicios como luz, agua, gas o Internet estén a su nombre.
- Solicitar a los vecinos que declaren a su favor.
- Demostrar que el contrato de alquiler temporal se ha renovado varias veces y contraviene, por tanto, el carácter ocasional del arrendamiento.